sábado, octubre 05, 2013

RAYO VALLECANO 1 - REAL SOCIEDAD 0 La Real se autodestruye con su conformismo

El once de la Real en Vallecas.
La Real cayó derrotada en Vallecas y lo hizo autodetruyéndose, con un gol de penalti en el último minuto del partido, después de una actuación tan pobre como la del rival, aunque en una segunda mitad en la que fue mejor que el Rayo. Lecturas se pueden hacer muchas, independientemente de que el árbitro acertase o no en la señalización del penalti, que no lo hizo, pero una en la que coincidirá necesariamente todo el mundo es la que recuerda que es el segundo partido consecutivo que se va en el último suspiro y en una jugada a balón parado. Eso, méritos al margen, es un mazazo enorme en lo anímico y seguramente también en lo futbolístico, porque, aunque lejos del nivel que sí exhibió en la segunda mitad de Leverkusen, la Real sí estaba siendo mejor que su oponente. Y el conformismo llegó durante el partido, después del partido y, en realidad, en todo lo que llevamos de temporada.

No se preveían muchas novedades con respecto al once que batalló en Leverkusen, y Arrasate cumplió. Más, incluso, de lo esperado, porque dio la impresión de que el estadio vallecano vio lo que va a ser su once tipo, siempre que las rotaciones y las ausencias obligadas como hoy la de Mikel González no se interpongan en su camino, con un centro del campo formado por Markel, Elustondo y Zurutuza. El damnificado, y eso suena a algo conocido, es Pardo. En ese once ideal sólo parece haber una duda, el ariete. Y Agirretxe, hoy titular en Vallecas parece ir ganando la batalla a Seferovic por una cabeza, que se diría en el argot de la hípica. La fórmula supone una renuncia explícita a sacar el balón jugado desde atrás y obliga a que Zurutuza y los tres atacantes, en constante cambio de posición, hagan un trabajo enorme.

La mejor ocasión de la Real. Agirretxe, fuera sin portero.
La primera parte fue viva pero mala. Se notaba en exceso que había sobre el césped dos equipos que necesitaban ganar pero que tampoco querían perder. Muchas imprecisiones, muchos huecos en el centro del campo y ocasiones que, en realidad, no llegaron como fruto del juego acertado de los contendientes sino más bien de errores, pérdidas de balón o jugadas de estrategia. El Rayo fue, indudablemente, el equipo que más cerca estuvo del gol en el primer acto, porque estrelló dos balones en la madera. En el minuto 28,  fue el larguero, en una ocasión motivada por una indecisión de Iñigo Martínez. Y en el 42, el palo de derecho de Bravo salvó el gol en un cabezazo tras una falta botada desde la derecha. Iñigo Martínez también lo había evitado en el minuto 23, cortando milagrosamente un avance rayista que enfilaba ya a Bravo en solitario.

¿Y la Real? El equipo de Jagoba Arrasate renunció a sacar el balón desde atrás, y los lanzamientos en largo se convirtieron en su arma predilecta. Bravo e Iñigo Martínez eran los que llevaban las riendas de la salida de balón. A falta de Xabi Prieto, el jugador que mejor sabe ganar de cabeza esos pases desde la retaguardia, hasta Griezmann tuvo que emplearse en esa tarea. Aún así, la Real rondada con cierta facilidad las inmediaciones de la portería realista. El problema no fue la falta de pólvora, sino incluso el paso previo. Costaba pensar en cómo generar peligro y se tomaron decisiones muy equivocadas. La más flagrante fue un imposible disparo de Markel con la pierna izquierda, que de no mediar el despeje de un defensa rayista habría acabado probablemente en saque de banda. Lo más claro fue una doble indecisión entre Vela y Agirretxe en el minuto 38, pero ni así se exigió más de la cuenta al meta rayista.

Así marcó el Rayo el 1-0, de penalti.
La segunda mitad cambió el panorama. No por un vendaval de fútbol, ni mucho menos, pero la Real consiguió que el Rayo no se acercara con peligro a la portería de Bravo en toda la segunda mitad. Y poco a poco fue generando ocasiones de gol, no demasiado claras porque la claridad es una de las calidades que ha perdido esta temporada el equipo txuri urdin, pero sí fueron jugadas en las que se intuía que podía llegar el gol. A los cinco minutos, Vela colgó un balón al segundo palo tras un córner botado en corto pero Iñigo Martínez no llegó. Dos minutos después, de nuevo tras un envío de un Vela que se estaba conectando al partido, Agirretxe se revolvió en la frontal del área para introducirse en el área, pero el meta rayista alcanzó el balón antes que él. En el 16, Elustondo probó fortuna desde lejos. Y en el 26 llegó la más clara ocasión, en un jugadón de Vela por la banda derecha que finalizó con un pase atrás que Agirretxe, incomprensiblemente, mando fuera con toda la portería vacía. Si se desaprovechan esas opciones, ganar es imposible.

Después de esa jugada, y de que se lo pidiera la grada con una frase que ya había escuchado antes su predecesor, Arrasate movió el banquillo. Retiró del terreno de juego a Zurutuza y colocó en el césped a Seferovic. El suizo protagonizó un espléndido desmarque en su primera acción sobre el césped, y la jugada finalizó con un disparo cruzado de De la Bella, que bien pudo ser gol. En el minuto 35, el propio Seferovic pudo lograr el tanto que rompiera el empate en un contragolpe lanzado por Griezmann, pero su disparo encontró la respuesta del meta rayista. Tras esa ocasión, el partido entró en una fase más igualada, en la que ninguno de los dos equipos estuvo cerca del gol. Hasta la jugada del penalti. Un penalti absurdo por la zona en la que se produce, pero que el árbitro no dudó en señalar. Y gol. Porque los penaltis son otra cruz de la Real y de Bravo. Que no sea, ya ni siquiera hace que la derrota duela más de lo que ya duele.

El marcador final.
El equipo txuri urdin suma nueve partidos oficiales sin ganar, siete de ellos de Liga y la renta con respecto a la zona de descenso que le dieron los empates que fue cosechando en las jornadas previas se está evaporando lentamente. Es increíble que un equipo que llegó como un auténtico ciclón a finales de agosto, para superar con enorme brillantez al Olympique en la previa de la Champions, haya comenzado octubre en una situación ruinosa, en la que se conforma con muy poco (hoy, a pesar de desarrollar un fútbol flojo y cargado de errores, con pensar que la derrota ha sido injusta y que en la segunda mitad estaba siendo mejor) y en la que está lejísimos de explotar las condiciones que tiene la plantilla. Ese y no otro es el principal problema de esta Real, que, como la de Montanier en su primera temporada y en el comienzo de la segunda, aún no se ha permitido creer que es mejor que muchos de sus rivales. Y cuando esta Real se conforma, no es ni la sombra del equipo que puede llegar a ser.

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