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jueves, marzo 20, 2025

Corazón Txuri Urdin, el podcast. La insignia de oro y brillantes a Orbegozo en un derbi poco memorable

José Luis Orbegozo es, por muchos motivos, el presidente más destacado de la historia de la Real Sociedad, es el que consolidó al club en Primera y el que disfrutó desde lo más alto el momento en el que el equipo txuri urdin se convirtió en campeón. Por eso, cuando decidió dejar la Presidencia, el homenaje que recibió sobre el césped de Atotxa estaba más que justificado. De manos de su sucesor, Iñaki Alkiza, recibió la insignia de oro y brillantes del club antes de un derbi contra el Athletic.

Todo lo que aconteció en aquel partido, con el sencillo homenaje a Orbegozo, centra el episodio de esta semana de Corazón Txuri Urdin, el podcast de historias sobre la Historia de la Real Sociedad, que podéis escuchar en este enlace.

El podcast, como ya sabéis, también se puede escuchar en Spotify, en este enlace. Y una semana más os animamos a que nos hagáis llegar vuestras sugerencias sobre nuevos temas para enriquecer este espacio dedicado a todos los realistas y amantes de la historia del fútbol.

martes, noviembre 01, 2011

Día de difuntos

Con el cuerpo de funeral que nos está dejando la Real en las últimas semanas, llega el día de difuntos. Y hoy me acuerdo especialmente de dos de esas personas que han dejado huella en el conjunto txuri urdin y que ya no están entre nosotros. Genaro Celayeta y José Luis Orbegozo. Me acuerdo de ellos porque nos dejaron cuando la Real estaba todavía en Segunda División. Puede parecer una tontería, ya que lo más importante para sus personas queridas eran Genaro y José Luis, no el lateral de aquella Real campeona y el presidente en la época más gloriosa del club realista, pero siempre he pensado que para ellos tuvo que ser duro dejarnos con la Real en el pozo de la Segunda División. Ellos, que tanto quisieron a este equipo y que tanto hicieron por convertirlo en un grande, tienen un último recuerdo triste. Espero que desde donde estén pudieran ver el ascenso, espero que sigan viendo los triunfos del equipo.

Insisto, puede parecer una tontería, y no quiero parecer agorero ni macabro, pero todos nosotros vamos a tener algún día un último partido de la Real, un último recuerdo teñido de blanco y azul con el que nos iremos a la tumba. Todos nos vamos a marchar de este mundo en algún momento y, si tenemos el corazón txuri urdin, seguro que, entre el recuerdo y el cariño a las personas que realmente nos importan, dedicaremos alguno de nuestros últimos pensamientos a la Real. En lo bien o lo mal que lo hizo el último día, en el aplauso que nos arranca la jugada o el gol de tal jugador, en la pifia que hizo ese tuercebotas que no entendemos cómo puede estar vistiendo la camiseta realista. Ya sabéis, el fútbol no es una cuestión de vida o muerte, sino algo mucho más importante. Y la Real es incluso más importante que el fútbol.

En el fondo, eso es lo que más me enfada de dar la imagen que se dio el sábado. Hasta ocho días después, la Real no volverá a saltar a un terreno de juego. Asumo que los profesionales quieren ganar siempre y que toman sus decisiones en base a ese objetivo. Pero lo que no sé si asumen es lo que pensamos, sentimos y sufrimos todos los que de verdad llevamos el blanco y el azul en la sangre. Todos los que semana a semana, día a día, nos sentimos orgullosos de ser de la Real. Todos los que queremos que nuestro equipo siga siendo lo que tiene que ser, el más especial de los clubes, el más humilde y el más batallador, por grandes que sean las adversidades. Esa Real no se vio el sábado. Esa Real apenas se ha visto esta temporada.

Podría despotricar aquí y ahora contra todo y contra todos, contra el entrenador, contra los jugadores, contra el director deportivo. Puede que incluso tuviera razón. Pero no lo voy a hacer. Y si no lo hago es porque sé que el domingo a media tarde me volveré a enfundar la camiseta de la Real con el mismo orgullo de siempre, con la misma ilusión que lo hice el sábado pasado. Con el mismo deseo de que la Real sea la Real, en la victoria y en la derrota. Y confiando en que, cuando se marche un realista, lo haga feliz de serlo. "El día que me muera, yo quiero mi cajón pintado de de azul y blanco, como mi corazón", dice uno de esos afortunados cánticos que calan hondo en la afición. Yo lo canto sintiendo sus palabras. Hoy más que nunca. Ganemos o perdamos.

domingo, enero 17, 2010

Él ya ha ascendido

Tanto hablar del ascenso en junio y resulta que José Luis Orbegozo se nos ha adelantado. Él ya ha ascendido a los cielos, a ese lugar en el que colocó a la Real hace ya tanto tiempo. Sí, el gol lo marcó Zamora, las paradas las puso Arconada, la magia era de López Ufarte y el timón lo tenía Ormaetxea, que por desgracia ya cogió ese ascensor hace algún tiempo. Pero el papel de Orbegozo fue determinante. Él se empeñó en que la Real tenía que ser un equipo de cantera. Se empeñó en que Zubieta fuera todavía más importante de lo que ya lo es hoy en día para los realistas. Se empeñó en que su pequeño equipo guipuzcoano podía convertirse en uno de los grandes. Se empeñó en que la Real encontrara un rincón en el corazón no sólo de todos los donostiarras, sino también de todos los guipuzcoanos, y de paso consiguió que otros muchos seguidores de fuera se hicieran de este inigualable equipo.

Lo que José Luis Orbegozo logró no cabe en tan pocas letras. Quien no haya vivido aquellos años y quien no los haya leído en libros de historia, en entrevistas plagadas de recuerdos, en vídeos repletos de nostalgia, no será capaz de entender que la Real que hoy tenemos no existiría sin la figura de este Presidente. Presidente, sí, con mayúscula, porque no hemos de tener miedo al decir que ha sido el mejor que hemos tenido en esta Historia nuestra que ya ha comenzado su segundo centenario. En este mundo del fútbol actual ya no quedan Orbegozos. Es más, ya no queda mucha gente que entienda la magnitud de su figura. Sólo así se puede explicar que la noticia de su muerte no aparezca en portada de los diarios deportivos en Internet, a veces ni siquiera en sus noticias. Sólo así se puede entender que ETB no abra su sección de deportes con el homenaje a su labor y a su persona.

Orbegozo es la Historia de la Real. La mejor Historia. Llegó a la Real en la temporada que culminó con el ascenso de Puertollano y se marchó habiéndola convertido en bicampeona de Liga, semifinalista de la Copa de Europa y campeona de la Supercopa. Ahí es nada. Se marchó anunciando que la Real estaba herida de muerte, que su futuro era muy negro. Y ese oscuro destino tardó años en alcanzarnos, pero ahora estamos viviendo las consecuencias. Orbegozo ha ascendido cuando la Real todavía no lo ha podido hacer, y seguro que eso es una espina que ha quedado clavada en su corazón antes de partir. Se marcha con su equipo, ese por el que tanto hizo y con el que tanto sufrió y disgrutó, en Segunda División.

No le conocí personalmente, aunque sí le pude ver en más de una ocasión en Anoeta. Qué rabia me da que no pueda celebrar el ascenso con todos nosotros, y en el lugar destacado. Junto a Alberto Ormaetxea. Junto a Genaro Celayeta. No sé si los jugadores que ahora tienen la labor de subir a Primera sabrán lo que tienen que saber de Orbegozo. Igual la mayoría de los de casa sí lo saben. Los de fuera seguro que no. Sería bueno que alguien se sentara unos minutos con ellos y les contara quién fue José Luis Orbegozo. Porque esta triste noticia, que ha teñido de luto este domingo que ayer se antojaba feliz por los 42 puntos y el liderato de la Real, es un motivo más para que todos ellos, los de casa y los de fuera, se sientan obligados a conseguir el ascenso a Primera.

Don José Luis, Presidente, descanse en paz.