martes, noviembre 03, 2009

Resultadismo mal entendido

Vivimos en la era del resultadismo. Vaya novedad que acabo de escribir, ¿verdad? Bueno, pues ahí va un concepto nuevo. Vivimos en la era del resultadismo mal entendido. Este fenómeno, ajeno a la Real hace no tantos años, nos ha golpeado de lleno cuando los resultados nos han colocado donde nunca esperábamos volver a vernos: en Segunda División y sin la capacidad necesaria para regresar a Primera. El resultado siempre ha sido lo más importante en el mundo del fútbol, y ahí el equipo txuri urdin nunca ha sido una excepción, claro. Lo que recordamos es el ascenso a Puertollano, el triunfo en Gijón, la Copa en Zaragoza y, en el lado negativo, las Ligas que se esfumaron en Sevilla y Vigo, el descenso de Valencia, el no ascenso de Vitoria. Resultados, al fin y al cabo.

Pero en la Real siempre había algo para matizar los resultados. Se hablaba de cantera, de futuro, de ilusión, de un partido concreto que nos dejó un gran sabor de boca. Ya no sucede así. Ahora, una derrota de la Real desata un furibundo torrente de calificativos a cual más dañino. Ya no hay nada positivo. Ya se ve cada derrota como una afrenta casi personal, como una negligencia imposible de asumir o redimir, como un insulto a muertos y vivos. ¿Por qué digo que es un resultadismo mal entendido? Porque este resultadismo sólo ve lo que quiere ver. Desde el domingo y durante toda la semana sólo se va a ver una cosa: Hércules 5 - Real Sociedad 1. Nada más que eso. Sin análisis, sin visión de conjunto, sin crítica seria. Sólo se ve el efecto del resultadismo. Del mal entendido.

La Real perdió 5-1 en Alicante, sí. Lo vi y lo sentí, no creáis que escribo desde un lugar en el que no lleguen al corazón como puñaladas los goles contrarios. Pero me asombra la crítica feroz, que está siempre ahí, agazapada y a la espera de que el equipo tenga un tropiezo para saltar a la yugular y destrozar todo lo destrozable. Y ahí es donde yo me rebelo, y lo hago con datos. Si a la Real lo que se le pide es ascender, a estas alturas de la temporada no se puede lanzar semejante ataque, porque el equipo de Martín Lasarte ocupa uno de los tres primeros puestos y tiene el camino bien trazado. Es más, tras la décima jornada, ya ha estado en zona de ascenso durante más tiempo que en las dos temporadas anteriores. Ha sido líder dos jornadas, y eso no lo había conseguido hasta el momento. Ahora mismo lleva 18 puntos, cuando en las dos anteriores tentativas de ascender tenía a estas alturas 14. Es tercera, cuando hace un año era décima y hace dos decimotercera.

Pero mi rebeldía va mucho más allá de los datos generales y se enfoca incluso en el partido. Ya sé que no es fácil discutir la contundencia de un 5-1, pero lo tengo que hacer. Olvidaros por un momento del resultado y decidme que con el 1-0 no veíais a la Real en condiciones de empatar y jugando de igual a igual ante el Hércules. Decidme que el 3-1 de Griezmann no os provocó ninguna sensación de que la remontada era posible, aunque muy difícil. Aunque tendemos a infravalorar a los rivales, yo vi a un muy buen contrario, que protagonizó un notable inicio de partido y que se vio frenado primero y dominado después por la Real.

Ahí, en ese instante en que el partido era txuri urdin y comenzaron a llegar ocasiones, llegó el primer gol local. El equipo de Lasarte hincó la rodilla por unos minutos. Pero volvió a levantarse y las apuestas eran para el 1-1, no para el 2-0. Éste llegó por un fallo individual, de Diego Rivas, no como producto del juego de uno y otro equipo. Podemos reprochar que el equipo tirara el partido tras el 3-1, pero no podemos dejar que eso contamine todo lo anterior. No si lo que se pretende es hacer una crítica veraz y constructiva. Si lo que se busca es otra cosa, allá cada cual.

Bien pensado, es imposible sortear la crítica endiablada o el resultadismo mal entendido. A Lillo se le censuraba el año pasado que el equipo empataba demasiado, que era mejor perder algo y ganar mucho que sumar siempre y quedarse en no conocer la derrota. Este año, la Real gana más, pero cuando pierde vuelan los cuchillos. Eso es incongruente, o bien un síntoma de que nunca se harán bien las cosas. Sé que el equipo hizo algunas mal en Alicante (no tantas como algunos pretenden ver), y que eso ante un buen equipo se puede pagar tan caro como lo pagamos ante el Hércules. Pero de ahí a valorar a la Real como "paupérrima", "sonrojante" o "patética" va un trecho muy largo. Yo no pienso sumarme a la lapidación que ha sufrido el equipo tras su último partido. Un gran rival nos ha ganado un partido por un marcador excesiva e injustamente abultado, gracias a errores individuales. Eso es todo.

Yo, como Griezmann, corro a por el balón en el fondo de las mallas porque siempre hay tiempo para remontar. Siempre. Y más cuando el equipo ha dado señales de vida y síntomas de buen fútbol. ¿Para cuándo un mínimo de confianza en los jugadores y técnicos...?

3 comentarios:

Iván dijo...

Badiolistas, Denonistas, fácticos o no, siempre surgen los peores insultos cuando más falta hace una palmita en el hombro.

Cuán fácil es levantarse cuando te echan una mano. Que bien se sentirían los potrillos si aún perdiendo 5-1, todos las noticias y comentarios fueran de apoyo.

Menos mal que algunos pensamos en positivo.

Este año es el nuestro.

AUPA ERREALA

PD. Juan a los de lejos las puñaladas nos duelen igual o incluso más, por no poder arropar a nuestro equipo desde más cerca.

cityground dijo...

El 5-1 es un resultado duro pero no deja de ser solo un partido perdido, a mi me fastidio mas la derrota por la mínima con el Levante que la goleada en Alicante porque lo veía un partido mas factible.

El equipo debe levantarse y salir a tope contra el Recre que sera otro rival para el ascenso.

Los catastrofistas de siempre no van a cambiar pero yo sigo confiando en este equipo con sus carencias y virtudes.

Juan Rodríguez Millán dijo...

Iván, ya sabes que, siendo uno de ellos, siento especial aprecio y cariño por los realistas que no tienen la posibilidad de ir a Anoeta cada quince días. Mantengamos el pensamiento positivo.

Cityground, yo insisto en que lo peor que deja el resultado de Alicante es un gol average prácticamente perdido ante un rival directo. Lo demás me parece demasiado magnificado. ¿Por qué? A saber... Yo también confío.