El poco tiempo transcurrido desde el anterior encuentro no juega precisamente a favor de Imanol en la necesidad de recuperar efectivos, y afrontará este partido con 18 jugadores del primer equipo, sin llamar a ninguno del Sanse más que a Marrero. La dificultad añadida está en los cinco del Sanse confinados por contacto con un positivo de covid-19, incluyendo a los habituales Ayesa, Pacheco y González de Zárate. El técnico txuri urdin mantiene la misma lista de bajas, la que conforman Moyá, Zaldua, Illarramendi, Merino, Aihen, Sangali, Merquelanz y Silva. Es decir, Imanol tendrá que seguir haciendo malabares para configurar sobre todo un centro del campo de garantías. Y ojo que la situación podría complicarse aún más si Aritz, Carlos Fernández o Isak vieran una tarjeta amarilla, que sería la quinta y les obligaría a parar la próxima jornada por sanción.
Sigue habiendo muchas puertas abiertas para el once con el que Imanol tratará de vencer al Celta, pero todas ellas comienzan con Remiro bajo palos. En la defensa todo depende del comodín Aritz. Si juega por la derecha, Le Normand y Zubeldia repetirán por el centro. Si vuelve a esa zona, uno de los dos descansará y jugará Gorosabel en el lateral. En la otra banda, Monreal en principio seguirá como titular, sin descartar a Aihen para dosificar esfuerzos. En el centro del campo parece seguro que estarán Zubimendi y Guevara. La duda está en si la Real recuperará su esquema más habitual, lo que daría entrada a Guridi, o si Imanol apuesta por mantener a los dos delanteros, Carlos Fernández e Isak. Oyarzabal jugará y la otra plaza del once podría ser para Portu. Marrero, Sagnan, Roberto López, Barrenetxea y Bautista esperarán su oportunidad desde el banquillo.
La derrota ante el Sevilla descabalgó a la Real de la quinta posición. Ahora mismo es séptima con 47 puntos, con un margen de ocho puntos sobre el octavo clasificado, el Granada, tiene uno menos que el Betis y tres menos que el Villarreal. Su rival, el Celta, está en una zona tranquila de la tabla, es décimo con 38 puntos, con un colchón de once sobre el descenso. La Real llega a este partido después de cinco jornadas sin conocer la victoria y dos puntos de los últimos quince posibles, y solo una victoria en los tres últimos partidos en Anoeta, de donde han volado puntos en diez de los dieciséis partidos jugados. Los de Imanol han marcado al menos un gol en sus ocho últimos partidos en casa, no se quedan a cero desde el 0-2 del Atlético de Madrid. El Celta, aunque solo ha ganado uno de los últimos cinco encuentros, es un visitante peligroso que ha puntuado en once salidas, tres victorias y nada menos que ocho empates, y ha sumado siete de los últimos nueve puntos que ha disputado lejos de Balaídos.
Según la historia, la Real tiene muchas opciones de ganar al Celta en casa, pero la trayectoria reciente lo pone en duda. En Primera División se han visto las caras en 48 ocasiones, con 28 victorias para el conjunto txuri urdin, siete para el celeste y trece empates. Pero en las seis últimas visitas a Anoeta, y aquí radica su peligro, el equipo gallego se ha llevado tres victorias y un empate. En las últimas nueve, solo se ha registrado un empate, a uno, en la temporada 2014-2015. La mayor goleada realista es el 7-2 de la temporada 1952-1953, con dobletes de Echeveste e Igoa y un tanto más de Juan Francisco en propia puerta, Carlos y Barinaga. Por su parte, el 1-3 que logró el Celta en la campaña 1970-1971 es su triunfo más claro en suelo donostiarra. En Segunda División se cruzaron en ocho ocasiones más, con dominio realista, cinco victorias por solo una del Celta y dos empates para cerrar la estadística.
La pasada temporada, la 2019-2020, el Celta se llevó el triunfo de Donostia en uno de esos partidos que suelen calificarse como polémicos por no decir claramente lo que sucedió en el campo, y es que el colegiado, Prieto Iglesias decidió el partido de una manera incomprensible, apoyándose en las malas artes de Iago Aspas. En la primera parte, Guridi y Merino con disparos desde media distancia tuvieron las mejores ocasiones para adelantar a la Real, pero el marcador no se movió a su favor. Lo hizo en sentido contrario cuando Aspas firmó un evidente piscinazo tras rozarle Llorente con las manos y el colegiado pitó penalti en la última jugada antes del descanso. Aspas no falló. Hasta el final del partido, la Real solo generó cierto peligro a balón parado, en algún saque de esquina y sobre todo con una falta lejana de Januzaj que sacó Rubén Blanco, pero no consiguió empatar.
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