Europa ya conoce a esta Real Sociedad. Ya ha visto a un equipo memorable, que ha dado un señor repaso en dos actos a un equipo que había jugado diez de las once últimas ediciones de la Champions, que ha vuelto a la máxima competición continental por la puerta grande y que lo ha hecho con una fidelidad elogiable a sus ideas y a su corazón. Porque en esta plantilla hay trece jugadores que devolvieron a la Real a Primera. Un enorme porcentaje de canteranos. Y muchos héroes, en un plantel en el que se se hace difícil destacar a alguno. Vela se lleva las fotos por sus dos goles, por su antológico segundo tanto. Pero hoy hay tantos triunfadores, que hacer una crónica del partido se podría convertir en un elogio de ellos uno a uno. La de hoy ha sido una noche gloriosa, hermosa y completa. Un canto a la felicidad derivada de haber creído en este equipo, de haber sufrido con él en los malos momentos. Y ahora toca disfrutar. Europa no sólo conoce ya a esta Real Sociedad, sino que ya tiembla ante su potencial. Porque si hace lo que no sabe, no hay en los bombos que dispondrá la UEFA ningún equipo que sea imbatible por la máquina txuri urdin.
Se dice ahora que este Olympique no es el que tanto asustó a algunos grandes en los últimos años. Y es verdad. Pero nadie podrá discutir el papel de la Real en convertir al conjunto francés en una sombra. Porque ha sido la Real el equipo que ha mandado en todas las facetas del juego en los dos actos de esta eliminatoria. Han sido sus méritos los que han decantado la balanza hacia su lado, no los deméritos del rival. Han sido su humildad, su ansia de triunfo, su categoría y su entereza las características que han llevado al equipo txuri urdin al cuarto bombo del sorteo de la fase de grupos de la Champions League. Ha sido su entrenador y sus jugadores, pero también su filosofía, su fe y sus creencias. Su gente, por supuesto, la que se desplazó por miles a Gerland y la que hoy ha convertido Anoeta, una vez más, en un escenario mágico en el que las pistas de atletismo desaparecen, sobrecogidas por el fervor txuri urdin y por la comunión entre la gente y sus gladiadores vestidos de corto.
La victoria, que debió ser mucho más abultada, llegó tras la enésima demostración de madurez que ha dado este equipo desde que, todavía en los infiernos de la Segunda División, decidió que era hora de recuperar su sitio entre los grandes. La prueba, los quince primeros minutos del partido, el dominio del Olympique de Lyon en busca de ese gol que pudiera poner nerviosos a los realistas. Ahí sí es difícil decir si contó más el empuje de los franceses o la presión autoinfringida de los jugadores de Jagoba Arrasate. ¿El gran mérito de la Real en esos minutos? No conceder más que una ocasión de gol a su rival, un cabezazo de Lacazette en el interior del área pequeña. El sostén de la Real en esos minutos fue un descomunal De la Bella, perfecto en todo. Y un Iñigo Martínez que ya empezaba a sentar las bases del que, probablemente, ha podido ser su mejor partido con la camiseta txuri urdin. Su tranquilidad permitió que los dos recambios de la defensa, Ansotegi y Estrada (es que encima se ha logrado esta histórica gesta sin Mikel González, Carlos Martínez y Agirretxe), rayaran a un nivel excepcional, mucho mayor del que podían pensar quienes más dudas tuvieran en ellos.
El Olympique fue superior hasta que en el minuto 10 Griezmann desaprovechó la primera ocasión de la Real, un mano a mano con el portero que quiso solventar con una vaselina que acabó en las manos de Lopes, y, sobre todo, hasta que apareció Xabi Prieto. El capitán txuri urdin es un jugadorazo, que sabe cuándo dar pausa y cuando meter ritmo para que la dinamita que hay en punta estalle con fuerza. Ante el Lyon sencillamente definió el partido. Les dijo a los demás cómo jugarlo. Les dirigió. Les marcó el camino. Y toda la Real respondió a las órdenes de su capitán como un reloj. Markel Bergara se convirtió en un mediocentro defensivo de clase mundial, probablemente también haciendo su mejor partido con la Real. El trabajo a destajo de Zurutuza era el complemento ideal de Markel y la conexión perfecta con los de arriba. Y Vela, Griezmann y Seferovic se convirtieron en tres puñales con una movilidad endiablada que el Olympique jamás supo cómo parar. Ni siquiera hizo falta que Bravo tuviera un papel activo.
Las ocasiones comenzaron a caer con una sencillez descomunal. Pudo marcar Seferovic de cabeza, Vela en un córner ensayado que sorprendió al Olympique, Griezmann con un disparo desde dentro del área, otra vez el mexicano picando el balón por encima de Lopes para que éste lo sacara con la yema de los dedos... y pudo marcar la Real de penalti. La jugada es digna de analizar. Vela se introduce en el área con su velocidad habitual y Bedimo se lanzó sobre él sin posibilidad de llegar al balón. El mexicano dobló las rodillas antes de que se produjera el impacto, y por eso el esloveno Skomina entendió que se había dejado caer y le mostró amarilla. Con su entrada, en todo caso, Bedimo arrolla al delantero realista, que no cambia su trayectoria, sin opción de llegar a la pelota. ¿Marca una diferencia qué haga Vela antes de recibir el impacto? Sería bueno que los estamentos arbitrales explicaran jugadas así porque, desde mi punto de vista, es penalti. En realidad, puede que influya el sorprendentemente anticasero arbitraje de Skomina, que al principio pareció el clásico arbitraje de Champions y acabó siendo uno muy parcial, que se inhibió ante las constantes faltas sobre Vela, los golpes en los saltos a Xabi Prieto y un claro codazo a Seferovic que dejó sin amonestar.
Lo sorprendente de la primera mitad era el resultado, 0-0, cuando la Real había hecho méritos sobrados para irse con ventaja una vez superó el crítico cuarto de hora inicial. La segunda mitad, pese a que el recién incorporado Fekir provocó algún problema en el arranque, bien solventado por la seguridad de Bravo, no varió el panorama en absoluto. Seferovic pudo marcar en una contra llevada por un Griezmann eléctrico, Ansotegi (qué pedazo de profesional, por mucho que sus condiciones no sean las de un superclase mundial como Iñigo) estuvo cerca de peinar una falta botada por el francés y de nuevo el suizo disparó fuera tras una buena jugada con Vela. Y por fin llegó el gol, en el minuto 67. Y lo marcó Vela. Superlativo todo el partido, aunque en algún contragolpe no tomara las decisiones adecuadas, movió el marcador de la forma más insospechada, de cabeza y en un córner. El mexicano se encontró asombrosamente sin marca en la línea del área pequeña y Lopes no pudo impedir su remate. Imposible ya la prórroga, el Olympique seguía a la misma distancia de superar la eliminatoria, tres goles, pero la lección táctica de Arrasate y la defensiva de Iñigo Martínez y Markel bastaba para abortar todos los intentos franceses.
En realidad, el único equipo que podía marcar era la Real. Y lo increíble es que el partido no finalizara en una goleada que hiciera temblar los cimientos de la Europa futbolística aún con más fuerza. Seguían llegando las ocasiones, como un espectacular latigazo al palo de Seferovic, pero con la eliminatoria ya en el bolsillo era el momento de los homenajes. Griezmann, el héroe de Gerland, donde marcó un gol imposible de olvidar e inscrito ya con letras doradas en la historia de la Real, fue el primero en recibir la ovación de Anoeta. Después fue Xabi Prieto, el capitán, el one club man más genuino que ha tenido la Real en décadas, porque siempre prefirió quedarse, incluso en los malos momentos, incluso con ofertas suculentas por mucho que no fueran de los dos grandes. Y finalmente Markel, que hoy se ha encumbrado. El año pasado recibió elogios que, a mi juicio, fueron desmedidos. Hoy se los merece todos. Y si tiene esa confianza para seguir así todo el año, será un jugadorazo. Pero faltaba la guinda en el marcador, que mejorara ese 1-0 sencillo e injusto por corto. La guinda que llegó en el minuto 92, la obra de arte de Vela, que dejó sentados a uno, dos, tres, cuatro rivales, se plantó delante de Lopes y sumo una nueva maravilla a este descomunal eliminatoria.
Anoeta celebró exultante de felicidad que la Real ya está en la Champions. Ha puesto el merecido colofón a lo que todo su fútbol le llevó a soñar la temporada pasada. Y hoy es el día en el que no somos los realistas los que tenemos que maldecir nuestra presencia en el cuarto bombo, sino los demás equipos europeos los que tienen que estar temblando a que de entre las bolas de las cenicientas de la Champions les salga un equipazo que viste de blanco y azul. Uno que dirige un entrenador que, en unas pocas semanas de competición, ha silenciado todas las dudas que podía haber en torno a su experiencia. Porque sabe preparar los partidos, sabe leerlos en su desarrollo y ha puesto al equipo en la pista del crecimiento en facetas que no dominaba, como la estrategia. La Real es hoy un equipo en el que todos se sienten importantes, en el que las bajas no son un problema sino una oportunidad, en el que los jugadores menos dotados del equipo, como Ansotegi, se muestran como auténticos pilares. Y es esta Real algo más que un equipo. Es un portador de felicidad, y también una máquina futbolística extraordinaria que sigue sin haber tocado techo. El próximo sueño, la Champions. Ahora sí y por méritos propios. We are Champions League. Ya lo creo que lo somos.
3 comentarios:
Pues nada, que sea enhorabuena. Nos vemos el domingo y en las semifinales de Champions.
Enhorabuena : )
En el sorteo os podría haber tocado un grupo más fácil, como el del PSG, pero bueno, también podría haber sido peor.
Mucha suerte (aunque la semana pasada me jodisteis la quiniela ¬¬)
Impenitente, muchas gracias. ¿Dónde hay que firmar lo de las semifinales...?
Doctora, tenía el del PSG señalado según iban saliendo las bolas, je, je, je... Y el D habría sido el de la muerte si caemos ahí con Bayern y Manchester City. Pero estoy contento. Y Old Tradford es Old Tradford. Vosotros también lo tenéis bien. Espero joderte también la de esta semana, que imagino que no pondrás un 1 en Anoeta, je, je...
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