miércoles, agosto 21, 2013

Olympique de Lyon 0 - Real Sociedad 2 Felicidad txuri urdin

El instante para la historia.
Hay instantes que definen por sí solos un estado de felicidad. Hoy, en Gerland, ese instante llegó cuando Vela buscó en la línea de fondo un pase profundo de Zurutuza. Colgó la pelota al área y allí apareció Griezmann. Es imposible saber cuántos segundos transcurrieron entre el toque del mexicano y el del francés, porque el tiempo se detuvo. Fue un instante mágico, hermoso, eterno, en el que el balón surcaba el aire de Lyon en busca de un gesto técnico memorable. Su disparo, una media chilena perfecta, un escorzo cargado de una plasticidad que quedará para siempre grabado a fuego en la memoria de quien lo haya visto, se convirtió en un golazo descomunal, probablemente irrepetible ya en nuestros corazones por el momento en el que llegó, por la forma en que se produjo y por todo lo que significa. Porque es el punto final a una etapa de penurias y emociones y el arranque, continuación de lo que ya vivimos el año pasado, de una era de felicidad txuri urdin. Luego llegó el 0-2, y pudieron ser más. La Real ha vuelto a Europa y lo ha hecho de una forma inmejorable, poderosa y contundente. A la altura de la enorme calidad que tiene.

Y para ese estado de felicidad es importante recordar que la Real tiene una plantilla descomunal que lo está haciendo posible, incluso sobrepasando dudas legítimas. Con cuatro cambios con respecto al equipo que batió el sábado al Getafe (entraron Cadamuro, Markel, Prieto y Griezmann por Ansotegi, Elustondo, Pardo y Chory Castro) y todavía con tres ausencias que apuntaban a titulares en el arranque de la temporada (Mikel González, José Ángel y Agirretxe). Y con un entrenador en el banquillo que, aún quedando muchísima temporada por delante, ha necesitado apenas dos partidos oficiales para demostrar que tiene algo más que dos dedos de centro y ha sabido responder al reto de la fuga de calidad, por mucho que esté personalizada en un único jugador, que más daño podría haber hecho al devenir de este ya histórico equipo. Un equipo que ha escrito algunas páginas brillantes en la historia de la Real, que hoy lo ha vuelto a hacer, y que promete seguir haciéndolo. Porque, amigos míos, la temporada está apenas empezando y puede desbordarnos de felicidad.

Cierto es que a la Real le costó algo entrar en el partido, como ya le sucedió ante el Getafe. Y mucho más cierto es que el equipo de Arrasate sufrió a balón parado, donde pudo encajar al menos un gol en varias ocasiones. Pero qué tarjeta de presentación en Europa la que firmaron los realistas en suelo francés. Qué manera de plantarse en Gerland, un campo en el que no pocos grandes han sufrido lo indecible en los últimos tiempos y donde en esta misma pretemporada el Real Madrid no había podido pasar del empate a dos y remontando. Es evidente que este Olympique no es el equipo que estuvo cerca de grandes gestas europeas, aunque apenas consiguiera pasar una vez de los dichosos cuartos de final de la Champions, pero el triunfo y la forma de conseguirlo hacen necesario el elogio tras las muchas dudas, algunas de ellas poco justificadas, que se habían creado en torno al rendimiento que podía ofrecer la Real sin Illarramendi, sin un fichaje directo para suplirle y con un entrenador novato.

Y es que una vez que la Real se quitó los nervios iniciales, se vio y se supo mejor que el Olympique, y por eso se fue a por el partido, como había prometido Arrasate ante la prensa en la jornada previa. Después de un primer aviso al lateral de la red de Vela, el mexicano asustó definitivamente a los franceses con un zapatazo que se estrelló en el palo. Era el minuto 12 y el partido ya tenía claro color txuri urdin, gracias a que el centro del campo formado por Markel, Zurutuza y Xabi Prieto, generoso en la contención y trabajador hasta la extenuación, pero también al rigor de la línea defensiva, en la que Cadamuro solventó con mucho acierto la tan temida ausencia de Mikel González. Y para todo lo demás, Claudio Bravo. El chileno siempre ha dicho que vino a la Real para jugar estos partidos y su actuación de hoy le encumbra un poco más como mito en la portería txuri urdin. Sin estar demasiado exigido gracias al partidazo en muchos sentidos de la Real, siendo los primeros a tener en cuenta la pizarra y la táctica previa al encuentro, cuando le tocó intervenir dio una descomunal sensación de seguridad. La mano que saca a disparo de Gourcuff, providencial. Como su uno contra uno ante Miguel Lopes en la reanudación. Sus salidas por alto, inmensas.

En el minuto 17 es cuando cambia la historia. El golazo de Griezmann es antología pura y dura de este deporte, sin duda de la historia txuri urdin. No gastaré tiempo en escribir esas manidas frases sobre las repeticiones que se verían en las televisiones si la autoría de este gol viniera firmada con otro apellido o con otra camiseta, simplemente invitaré a todos los chavales del mundo a que cojan el vídeo de ese instante y lo guarden como un tesoro. Los realistas lo haremos indudablemente, y dentro de unos años nos preguntaremos dónde estábamos y cómo reaccionamos al gol de Griezmann, poniendo ese gol con mayúsculas y letras doradas, una prodigiosa chilena que confirma al francés como un jugador de categoría mundial que sabe aparecer en los escenarios más míticos, en los momentos más trascendentes, para dejar una huella indeleble en la memoria futbolística. Y tiene 22 años todavía el angelito. Es ya uno de los goles de la temporada porque no se van a marcar muchos de semejante talla.

El gol hizo que la Real cediera definitivamente el control de la pelota al Olympique, pero sabiendo que eso no conllevaba necesariamente ocasiones de gol para los franceses. De hecho, fue a balón parado cuando sí generaron algo de peligro, especialmente en el minuto 66, cuando Gonalons estrelló el balón en el larguero. El sufrimiento de la Real en la estrategia viene derivado de su cambio a la defensa en zona, todavía en fase experimental pero que ya ha soportado un partido de Liga y otro de Champions sin recibir ningún gol. Su mejora permitirá crecer más al equipo. Pero aún sin tener el dominio de la pelota, el equipo de Arrasate sí tenía el del partido. Eso le posibilitaba tener las mejores ocasiones de gol, sobre todo en las botas de Griezmann en la primera mitad. Y nada más arrancar la segunda mitad, Seferovic puso sobre la mesa otro argumento más para considerar su fichaje un descomunal acierto. Un zambombazo desde más treinta metros se convirtió en el 0-2. Que Lopes colaborara bajo palos no quita mérito a la extraordinaria jugada el primer toque culminó el suizo ni a su disparo.

A partir de ahí, la única noticia negativa es que la Real no aumentara su cifra de goles hasta convertir esta noche en una todavía más memorable, porque pudo hacerlo de todas las maneras, en balones largos a Seferovic, en jugada personal de Pardo o incluso de falta, botada por Granero, cuya incorporación al profundo elenco de atacantes realistas hace aún más deseable que se rompa la ya larguísima racha sin marca de libre directo que se prolonga desde aquel gol de Bravo en los tiempos en Segunda División. El árbitro, permisivo con los franceses (e injusto con las tarjetas, sancionó con amarilla un claro e incomprensible piscinazo de Prieto, pero no dos de Lacazette), también impidió el tercero de la Real al sacar incomprensiblemente del área un claro penalti a Vela, que le costó la segunda amarilla a Bisevac, cuando quedaban todavía doce minutos por jugar. Al brillante planteamiento táctico de Arrasate hubo que unir su sentido común en los cambios, algo que no vimos con demasiada frecuencia en la anterior etapa de Montanier. Salieron los que tenían que salir y entraron los que tenían que entrar. Y así, incluso cambiando el dibujo, no se sufrió en juego.

La Real firmó una noche enorme en Gerland. Y como es una noche enorme después de una temporada enorme, no creo que ya nadie se haya visto demasiado sorprendido, pese a las dudas que se despertaron en la pretemporada. Jagoba Arrasate está en el camino de demostrar que la pérdida de Philippe Montanier estaba lejos de ser trascendental en el devenir histórico de esta plantilla, los fichajes están respondiendo por encima de la imaginación de sus defensores más acérrimos (y a ciegas, porque es obvio que la serie B italiana no está entre las ligas que se siguen) y los que quisieron disfrutar de esta ilusionante temporada de regreso a Europa vistiendo la camiseta txuri urdin se han cargado de razones para que crezca la idolatría que siente por ellos una afición excepcional, sin igual en el mundo entero. Porque la felicidad txuri urdin pertenece a sus gentes más que a nadie y, sobre todo, a los que pasan veinte horas dentro de un autocar para vivir este sueño. El gol de Griezmann es su recuerdo. El de toda la afición, pero sobre todo el de quien estuvo allí, el de quien contará la historia cuando dentro de dos o tres décadas se rememore la ya casi segura participación de la Real en la Champions 2013-2014.

4 comentarios:

Antonio R. dijo...

Que partidazo. Todo el equipo rayo a un gran nivel. Un pero, que no es culpa de la Real. Este Lyon obviamente no es el de antaño.

Juan Rodríguez Millán dijo...

Antonio, partidazo en un día grande. Y es cierto que el rival ha perdido potencial desde aquel que gustaba tanto en Europa. Pero Gerland sigue siendo una buena plaza para dar una exhibición...

payo yanguas dijo...

La afición de la Real y la plantilla se merecían una experiencia como la del martes pasado.
Te sigo leyendo con interés.
Sigue con saludo, Juan.

payo yanguas dijo...

La afición de la Real y la plantilla se merecían una experiencia como la del martes pasado.
Te sigo leyendo con interés.
Sigue con saludo, Juan.