La cara del presidente realista, Jokin Aperribay, tras el sorteo de la previa de la Champions League era la versión comedida de lo que todo seguidor txuri urdin ha sentido al conocer el nombre del rival en esa eliminatoria: satisfacción. El Olympique de Lyon era el deseado por muchos motivos. Es, probablemente, el rival más asequible de los cinco a los que se podía enfrentar la Real, que evita de esta forma, independientemente de su mejor o peor momento, dos cocos del Viejo Continente, Milan y Arsenal, además de uno de los nuevos ricos de Europa, el Zenit. El Olympique era pereferible al Schalke en primer lugar porque hoy por hoy un equipo alemán parece siempre más potente que uno francés, pero sobre todo porque el desplazamiento es muy cómodo, tanto para el equipo como la afición (que sin duda invadirá la ciudad francesa) y, por qué no admitirlo, porque hay ganas de revancha. La Real salió de Europa en Lyon y volverá en el mismo sitio. Han pasado diez años y la vendetta está más que servida.
Aquella eliminatoria es una de esas que no se pueden borrar fácilmente de la memoria. Siempre he pensado que si la Real quedó eliminada en aquella ocasión, aún admitiendo la superioridad de los franceses, fue más por sus deméritos que por los méritos del emergente Olympique. Perdió 0-1 en la ida con un gol en propia puerta de Schürrer que fue un jarro de agua fría, pero que llegó como consecuencia de una decisión errónea de Denoueix y los suyos: jugaron el partido con miedo y dejaron de ser el equipo que casi ganó la Liga un año antes. Probablemente esa desconfianza llegó por la errática trayectoria en la Liga, algo que a estas alturas de la temporada no sucederá en esta ocasión... salvo debacle en la primera jornada ante el Getafe, que ahí sí podrían entrar dudas. Así que no olvidemos ese partido. La vuelta en Lyon fue un más de lo mismo, algo mejor pero precisamente por eso incluso más cruel. Xabi Alonso tuvo una clara ocasión para igualar la eliminatoria en el minuto 76 y Juninho marcó el gol para los franceses en el 77. Y se acabó.
En Anoeta jugaron Westerveld, Rekarte, Kvarme, Schürrer, Aranzabal, Karpin, Xabi Alonso, Alkiza, Gabilondo, Nihat y Kovacevic, y en la segunda parte entraron Lee Chun Soo, Aranburu y De Paula. En Lyon lo hicieron Alberto, Rekarte, Jauregi, Schürrer, Potillon, Aranburu, Xabi Alonso, Alkiza, Karpin, Gabilondo y Kovacevic, y en la segunda mitad entraron Nihat, De Pedro y De Paula. Sólo queda en activo uno de esos jugadores, Xabi Alonso. El último en retirarse en la Real fue Mikel Aranburu, que desde ya y con la impronta de mito que dejó su despedida se convierte en una razón más para vengar aquella eliminación. Y el único que estará en el césped de Anoeta será Alkiza, como tercer entrenador de Jagoba Arrasate. Se recuerda mucho la pancarta que decía "Ongi etorri... maricones" en Gerland, pero para mí fue más hiriente el cobarde puñetazo que Edmilson dio a Alkiza en Anoeta, en una barrera, sin que lo viera el árbitro y con la UEFA lavándose las manos más tarde. Eso también permanece en la memoria.
A pesar de salir del segundo bombo, la Real parece más favorita que el Lyon, entre otras razones porque la vuelta será en Anoeta. Desde luego, parece claro que los cinco equipos del primer bombo sabián que el equipo txuri urdin era el que debían evitar. El duelo Olympique de Lyon - Real Sociedad fue el primero que deparó el sorteo y dejó satisfacción en las huestes realistas. No hay por qué negarlo. Pero hay que jugar. Siempre hay que jugar. La Real irá presumiblemente con todo, salvo con Ifrán y Mikel González. La baja de este último hará que haya al menos dos cambios con respecto al once tipo de la pasada temporada. Y esa ausencia hará que estemos temblando ante el debut de Iñigo Martínez en la selección española, que se producirá en Ecuador nada menos tres días antes del primer partido de Liga. Sin duda, una convocatoria merecidísima que debió llegar ya la temporada pasada (y sin ser la única de un jugador txuri urdin), pero que ahora se produce en un momento inoportuno. Las cosas como son. Pero la Real, a lo suyo. A ganar al Getafe y a certificar su más que merecida participación en la próxima Champions.
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