lunes, junio 23, 2008

Resumen de la temporada (4) Tres presidentes, dos consejos, unas elecciones y mucha polémica

Dos Consejos de Administración, tres presidentes. El plano institucional es el que más convulsiones ha vivido durante esta temporada, con incontables polémicas y unas elecciones de por medio. María de la Peña comenzó la temporada como presidenta, dimitió y su lugar lo ocupó de forma interina Juan Larzabal. Iñaki Badiola venció en unas elecciones en las que ningún rival se atrevió a dar el paso de presentarse. Demasiado lío para la Real. Y, aunque sea algo ajeno al equipo, lo que está claro es que le ha pesado. Es imposible vivir al margen de lo que sucede en las oficinas de Anoeta. Y hoy, le pese a quien le pese, las ocupa Iñaki Badiola.

Si procedemos a la siempre injusta operación de buscar un único (o principal) culpable de la actual situación de la Real, quizá el nombre que haya que apuntar sea el de María de la Peña. Cometió el error de querer continuar en el cargo cuando la situación era insostenible. El descenso de la Real a Segunda debió ser más que suficiente para dar por liquidado y fracasado el proyecto de Denonerreala. Pero cuando Fuentes dimitió, De la Peña paralizó el trabajo del club a expensas de saber en qué división jugaría en la temporada 2007-2008. Al final fue en Segunda y costó una enormidad recuperar el tiempo perdido en el terreno deportivo. En el económico los males venían de mucho más lejos, pero De la Peña los agravó al presentar unos presupuestos que no convencieron a nadie.

Positiva fue su apuesta por la cantera para el nuevo proyecto deportivo, pero a nadie se le escapa que no fue una decisión voluntaria, sino forzada por la muy precaria situación económica. Lo que resulta incomprensible es que, una vez hecha esta apuesta, una vez conformada una plantilla con jóvenes procedentes de Zubieta, una vez contratado un director deportivo y una vez confiado el proyecto a un entrenador extranjero, De la Peña decidiera dimitir ya iniciada la temporada. Fue un error de grandes proporciones. Fue una hipoteca más para el futuro de la Real. Fue una piedra en el camino de quien llegara tras ella.

Juan Larzabal asumió la presidencia de forma transitoria y puso fin a la nefasta etapa de Denonerreala en el club. Se metió en un charco con Iñaki Badiola y con los jugadores del primer equipo (a quienes reprochó no haber aceptado que se vinculara parte de su sueldo al ascenso) nada más aterrizar, pero al final cumplió con el papel de dirigente de transición que se le había encomendado. Dirigió la Junta en la que se eligió al nuevo presidente con mucha serenidad y pocos se acordaron en aquellos momentos que tenía vinculación directa con los (con todo merecimiento) denostados consejos que presidieron Miguel Fuentes y María de la Peña. Y eso tiene mérito.
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Así llegó Iñaki Badiola a la Real. Su proyecto, curiosamente, lo dio a conocer De la Peña en otro gran error de la ex presidenta. Entonces lo que sabíamos es que un grupo inversor chino quería hacerse con un importante paquete accionarial de la Real en una ampliación de capital cerrada. Al final, Badiola dio la cara por ese grupo, renunció a la compra de acciones y se postuló para presidir la Real simplemente como accionista que es. Su discurso era ambicioso y eso, a partes iguales, ilusionó a unos (sobre todo a los aficionados) y molestó a otros (sobre todo a quien controlaba la Real desde la sombra). Su no vinculación con grupos políticos o mediáticos auguraba enfrentamientos de todo tipo. El tiempo lo ha demostrado.

Badiola se convirtió en presidente sin rival. Nadie se atrevió a oponer su proyecto al ahora presidente de la Real. Durante semanas se habló de una candidatura alternativa, oficial si se quiere, con el respaldo de los paquetes de acciones que al parecer sigue controlando Denonerreala (y que podría ser la base opositora que tumbó todas las propuestas de Badiola en la última Junta). Se habló de Miguel Santos, quien finalmente declinó volver a ser candidato y ha mostrado una muy buena relación con Badiola en estos meses. Pero al final nadie dio el paso. Aún así, Badiola fue elegido con un enorme respaldo del 72 por ciento de las acciones.

Al presidente de la Real le han perdido las formas en muchos momentos de sus seis primeros meses en el club. Y lo más duro llegó al principio, cuando se le juntaron la dimisión de Coleman, el despido de Salva Iriarte, la polémica por la no contratación de Juan Carlos Oliva como entrenador y la consiguiente salida del club de Paco Aiestaran. Se equivocó también al enfrentarse a algunos jugadores de la primera plantilla, como Delibasic, al que incluso amenazó con quitarle la ficha en un último intento desesperado por traer a Zigic al equipo. El delantero del Valencia será para siempre la promesa incumplida de Badiola, a pesar de que lo más probable es que sea el club levantino el responsable de que no fuera traspasado.

En el otro lado de la moneda, el presidente tiene algunos motivos para ser alabado. Para empezar, consiguió que los realistas se ilusionaran de verdad con el ascenso. Dijo sin tapujos lo que nadie había dicho hasta entonces, que el objetivo era volver a Primera cuanto antes. No haberlo conseguido puede ser un duro golpe para su proyecto (como también el rechazo a su gestión en la última Junta, aunque eso merecería un análisis más sosegado sobre quién votó en su contra), pero es verdad que había que decirlo. Y para conseguirlo apostó fuerte por los fichajes. Trajo cuatro jugadores que, se diga lo que se diga, subieron el nivel del equipo. Con esa ilusión y con la innovadora idea de colocar sillas en la pista de atletismo para que las ocuparan niños, devolvió a Anoeta un aspecto de Primera, el que no tuvo en la primera vuelta.

La parcela deportiva le ha dado más de un dolor de cabeza a Badiola. Consiguió la compleja renovación de Xabi Prieto, y por ello hay que felicitarle. Demostró que tenía contactos para reforzar la plantilla con nivel (aunque el retraso en confeccionar el nuevo proyecto, tanto en fichajes como en renovaciones, está sembrando dudas en este aspecto). Pero poco a poco se fue debilitando la estructura técnica de Zubieta. Son muchos los entrenadores que se han marchado o que han sido despedidos, dos los directores deportivos de los que se ha prescindido (Aiestaran y Salva Iriarte) y el relevo no termina de llegar. Se ha hablado muchísimo de Francis Cagigao desde el mes de febrero, pero trabaje o no para la Real desde la sombra no termina de llegar. Y eso pesa.

Como pesa hoy en la Real el lastre que supone la crisis institucional. Lo único que está claro es que no todo el mundo rema en la misma dirección. Hay demasiados enfrentamientos, demasiadas historias que el aficionado no entiende ni comparte. Guste o no, es Badiola quien tiene que llevar adelante esta nave. ¿Le apoyaremos todos? Hoy dudo mucho que todos den ese valiente paso, por mucho peligro que aceche a la Real. Cuánta irresponsabilidad llevamos vivida en estos últimos tiempos...

1 comentario:

ibai dijo...

Digan lo que digan badiola se lo esta currando como nadie.Espero que para la proxima temporada nos solucione lo de ver a la real en tv.