Imanol ha sufrido mucho en Europa para encontrar el rendimiento adecuado de sus jugadores. Cierto es que no ha te nido especial suerte en los sorteos, ni en las fases de grupos ni tampoco en los primeros cruces, pero tampoco podemos ignorar que la Real se clasificó los dos años in extremis, en la última jornada y como segunda de grupos en los que, por fútbol, no parecía en realidad tan lejana la primera posición. Eso ha llevado a enfrentamientos contra equipos Champions que, a doble partido, han ganado sin demasiadas dificultades a la Real. Cierto es que hay menos distancia en este curso recién finalizado de la que hubo un año atrás, pero tampoco el rival tenía el mismo potencial. Entonces fue el Manchester United inglés, y ahora el Leipzig alemán. Entonces se perdió 0-4 en el global de la eliminatoria, y esta vez fue un 3-5 condicionado además por la actuación arbitral de la ida. Avanzamos, pero con lentitud.
Un grupo en el que la Real coincide con dos equipos eliminados en las previas de Champions como el PSV, que apalizó 7-2 al Galatasaray y cayó ante el Benfica por 1-2, y el Mónaco, que perdió con un total de 2-3 en la prórroga ante el Shahktar Donetsk, no puede ser considerado como un grupo fácil en ningún caso. Pero también era obvio que el equipo que pinchara ante el rival más fácil de grupo, el Sturm Graz austriaco, era el que peor lo iba a pasar, y ese no fue otro que el conjunto txuri urdin. La Real mostró que sabía sufrir y que sabía jugar, pero también padeció el mal que le acompañó durante toda la temporada, la falta de gol, con apenas seis tantos en los primeros cinco partidos, solo dos ante el rival más flojo del grupo, y sin conseguir además una portería a cero, gran valor en la Liga, hasta la última jornada de la fase de grupos.
Y eso que la competición no empezó nada mal. Arrancó un empate fuera de casa en Eindhoven ante el PSV, a dos, en un partido en el que padeció las fases de mayor sometimiento de la temporada pero de las que supo salir viva. Se dejó dos puntos en Anoeta ante el Mónaco, en un partido en el que fue mejor que los del Principado, y ganó en Graz con solvencia aunque con un marcador corto, solo 0-1, como tantas veces en este curso. La clasificación se complicó sobremanera en los dos siguientes partidos. El empate en Anoeta ante el Sturm Graz, a uno, y la derrota en Mónaco por 2-1 provocaron que la ansiada primera plaza quedara fuera del alcance de la Real, lo que obligaba a ganar en la última jornada al PSV y ser segundos de grupo para seguir adelante, aunque fuera ante un rival de mayor nivel.En ese partido final de la fase de grupos en Anoeta, la Real ofreció su mejor noche europea. Imanol demostró que había aprendido del calvario que se pasó por momentos en Holanda y decidió ofrecernos una versión más fortalecida atrás para buscar la victoria de una manera algo distinta a lo que nos tenía acostumbrados, la de la posesión larga y el manejo de la pelota. Este equipo txuri urdin superó con absoluta claridad a un sorprendido PSV y ganó por 3-0, insuflando una moral europea más que necesaria con los antecedentes vividos, no solo esta temporada, sino también la pasada, en la que la eliminatoria de octavos quedó decidida en el primer duelo, en aquel partido del exilio en Turín ante un Manchester United que pasó por encima de la Real en todo, y pareciendo además que lo hacía sin esfuerzo.
Es evidente que ante el Leipzig alemán Imanol no quería que sucediera lo mismo y lo apostó todo a que la eliminatoria estuviera viva en Anoeta, en el partido de vuelta. La Real jugó con ideas muy parecidas a las que demostró ante el PSV y no le salió mal la cosa al técnico txuri urdin. Nunca es fácil sacar un 2-2 de Alemania, y eso hay que reconocérselo, aunque es cierto que la Real no llegó a parecer la Real que podría haber sido. Aún así, sacó carácter, se puso por delante en dos ocasiones con tantos de Le Normand y con un penalti convertido por Oyarzabal que el árbitro tardó una vida en señalar, VAR mediante. Pero cuando parecía que el turco Cakir estaba marcando una diferencia abismal con los arbitrajes domésticos, convirtió el partido en un constante castigo para la Real que rubricó con un asombroso penalti, que el VAR decidió no corregir por razones desconocidas, y que Forsberg transformó en ese 2-2 definitivo.
El partido de vuelta es, probablemente, lo que marcó la desazón que sigue dejando Europa en la Real. Imanol apostó por la calma, por contener y apostar al final, por alejarse de los mismos valores que llevaron a su equipo a Europa, a octavos y a seguir soñando con algo grande. El Leipzig no desaprovechó semejante ventaja y se puso con un contundente 0-2 a los 60 minutos de juego que parecía sentenciar la eliminatoria. Sólo ahí reaccionó la Real y recuperó su identidad, después de dejar pasar 150 minutos del duelo a doble partido. Y fue tarde, aunque pudo no serlo. Zubimendi marcó su primer gol con la Real para dar esperanzas, y el conjunto txuri urdin lo hizo todo para empatar. Lo mereció. Pero el gol no ha sido precisamente su fuerte en esta temporada, y el partido y la eliminatoria se fueron cuando de nuevo Forsberg marcó un penaltito de esos que ahora se pitan con todas las de la ley y que en el fútbol de toda la vida no lo eran, una mano de Aritz en la carrera. 1-3 y la Real cayó eliminada.¿Puede la Real hacer algo más en Europa? Como se ha visto el máximo de este equipo, la respuesta tendría que ser afirmativa, pero han sido dos trayectorias consecutivas cargadas de más sufrimiento que de disfrute. A la hora de la verdad en la fase de grupos, la Real siempre ha respondido, lo hizo con aquel gol sobre la bocina en Nápoles y con la victoria ante el PSV. Pero en los cruces hemos visto otra Real. O, mejor dicho, no hemos llegado a ver a la Real que queríamos. Como en aquella prematura rendición que orquestó Denoueix en Turín ante la Juventus con aquella Real que le discutió una Liga al Real Madrid de los galácticos. La Real no salió esta vez apabullada de su cruce de octavos, pero no quiso ganar con sus armas. La comparativa con el Villarreal, que en estos dos mismos cursos ganó la Europa League y llegó a semifinales de Champions, obliga a pensar que la Real tiene que superar el histórico complejo europeo que tiene, una anomalía gigantesca si vemos su capacidad en el fútbol doméstico. Algún día llegará, el sueño europeo seguirá ahí mientras tanto.
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