Pero a la vez, y lo reconocía Imanol tras ganar al Cádiz en la 36ª jornada, certificando así la presencia en Europa la próxima campaña, se ha perdido una ocasión de oro para llegar a la Champions League. Esto es así. La Real no ha rendido del todo como esperábamos, y no hay nada malo en reconocerlo. No hay más que ver la enorme cantidad de puntos que se le han ido a la Real en tramos decisivos del campeonato y en duelos directos. Mereció ganar en Sevilla y en el Metropolitano, en Anoeta al Betis, al Barcelona y al Atlético, solo por centrarse en los rivales que debían ser directos en esa pelea por la máxima competición continental, y en esos cinco partidos, siendo perfectos ejemplos de lo que cercenó objetivos mayores, solo logro un punto. A la Real le ha penalizado una enormidad su falta de pegada, su enorme complejo a la hora de disparar y de rematar ocasiones clarísimas y una cierta sensación de que todavía está por debajo de un tipo concreto de equipo. Pero, claro, eso también quiere decir otra cosa, y es que el conjunto de Imanol ha sabido rentabilizar los goles que ha marcado como ningún otro equipo no ya de la Liga española sino de todo el continente.
La Real de Imanol, se mire como se mire e incluso dejando claro que podría haber luchado por cotas superiores, es histórica. Al final, aunque eso sea un error que cabe esperar que no cometan Imanol ni Olabe, lo que se recuerda es lo que dice la clasificación, y esta viene dictando sentencia desde hace mucho tiempo. Eso sí, por todos estos problemas reales y constatados de los que hablamos, hubo un cierto temor a quedarse sin el merecido premio en el penúltimo tramo de la Liga. Solo dos puntos de doce posibles entre las jornadas 32ª a 36ª, ante dos rivales de la parte alta, Betis y Barcelona, y dos de la baja, Rayo y Levante, sembraron dudas. Pero mirando la clasificación de la temporada, la Real está en puesto europeo nada menos que desde la segunda jornada. Desde entonces, nunca ha bajado de la séptima plaza. Y como en los dos cursos anteriores, ha disputado partidos para seguir en un liderato virtual que alcanzó en sus mejores momentos de la competición, ayudado por los encuentros aplazados que se han multiplicado en este curso. La Real es del grupo de cabeza de la Liga, ya no hay que ponerlo en duda porque los datos no mienten. Son tres cursos con esas sensaciones y las casualidades no duran tanto tiempo.
Como ha sucedido en los anteriores ejerciciosLa Real se ha acostumbrado a que noviembre sea un mes aterrador, y en esta ocasión las cosas no solo no cambiaron con respecto a los años anteriores, sino que se recrudecieron. Cuatro derrotas consecutivas y alguna que otra goleada de lo más inesperada, las que sufrió en el Villamarín o posteriormente en San Mamés, llevaron al conjunto donostiarra a sus peores momentos de la temporada, y el ritmo de puntuación comenzó a ser muy irregular. Las rachas sin perder, más cortas que la del arranque liguero, ya se repartían a partes iguales entre victorias y empates y sumar de tres en tres parecía imposible. En toda la segunda vuelta, solo el partido aplazado contra el Mallorca permitió que se sumaran dos triunfos seguidos hasta vencer al Cádiz y en Villarreal para certificar la clasificación europea. La Real echó en falta el despertar goleador de Isak que se había visto en los pasados meses de febrero y la gravísima lesión de Oyarzabal fue un duro golpe añadido para un equipo que no tuvo pocas lesiones a lo largo del curso, con dos jugadores que no llegaron a jugar un solo minuto en toda la temporada, Monreal y Carlos Fernández.
Cumpliendo ante los equipos de la parte baja de la tabla con bastante regularidad, pero dejándose casi todos los puntos ante los de arriba, la Real se manejó casi todo el curso, especialmente en la segunda vuelta como un equipo al que era muy difícil marcar, salvo las mencionadas desconexiones, y al que le costaba un mundo ver portería. Solo en dos partidos en toda la Liga marcó tres goles, en el mencionado 2-3 en Elche y en el 3-0 al Cádiz, y eso provocó que duelos jugados de poder a poder contra equipos poderosos se le fueran por meros detalles. La Real fue mucho mejor que el Barcelona en Anoeta, pero perdió 0-1; superó al Betis en casa, pero nadie marcó gol aquel día; y el marcador tampoco se movió en el Sánchez Pizjuán, a pesar de que sobre todo en la segunda parte los de Imanol zarandearon al Sevilla con muchísima categoría. La Real jugó muchos partidos un futbol espléndido en fases bastante prolongadas... pero siendo ineficaz a la hora de convertir sus virtudes en goles. Pero como sabemos que el fútbol es justo lo contrario, que su salsa es el gol, hay que admitir que buena parte de la temporada ha podido generar una desazón que deslucía un tanto el buen hacer del equipo. El tramo final, como ha sido habitual con Imanol en el banquillo, fue mucho más positivo. La victoria en Villarreal, siendo el único equipo que ha remontado en Liga al conjunto de Emery, es la mejor muestra del potencial y del orgullo de este conjunto. La celebración sobre el césped de La Cerámica fue una merecidísima liberación.Que la Liga decidiera desvirtuar la batalla con el Betis por la quinta plaza en la última jornada, poniendo el partido del equipo verdiblanco el viernes para beneficio del Real Madrid en su búsqueda de la Champions y el del conjunto txuri urdin el domingo, cuando sí unificó los horarios de los partidos de segundo, tercero y cuarto, que se jugaban exactamente lo mismo que la Real y el Betis, un cambio de posición y más dinero para sus arcas, no desmerece para nada la temporada de los de Imanol, a pesar de la derrota ante el Atlético. Con menos brillantez en el juego que en cursos anteriores, pero sumando hasta igualar el récord de puntos con Imanol. Esta Liga ha sido más cara en la lucha europea, y hay que tenerlo en cuenta. Eso, la comentada sequía de sus atacantes y no acertar en momentos clave de la temporada es lo que provocó que el sueño de la Champions fuera solo eso, un sueño. ¿Resta eso mérito a la temporada de la Real? No debiera. No caigamos en el error de que lo que está consiguiendo el conjunto txuri urdin es algo regalado o que nos va a pasar para siempre, aunque no se consiga siempre con un fútbol excelso o con muchos jugadores en su nivel más alto. No hace tanto no visitaban Anoeta equipos europeos, sino de Segunda División, y el fútbol da muchas vueltas. Las que da ahora por Donostia son de las felices. Disfrutémoslo, pero sin triunfalismos, sabiendo que los éxitos podrían haber sido mayores.
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