Cuando Eusebio Sacristán fue cesado, la Real tomó una decisión complicada. No fichó a su verdadero sustituto, sino que optó por darle el mando del equipo de manera interina a Imanol Alguacil, entrenador de un Sanse que luchaba entonces por clasificarse para el play off de ascenso a Segunda División B. Si hubiera salido mal, el daño podría haber sido descomunal, con el primer equipo sufriendo, el filial descabezado y un entrenador de futuro quemado demasiado pronto precisamente porque parte del acuerdo era que regresara al segundo equipo para la próxima temporada. Pero gracias al trabajo de Imanol, nada salió mal. Al contrario. Para comprobar el espléndido resultado de la maniobra, no hay más que ver cómo recibió la afición a Imanol en Zubieta cuando acudió a ver el último partido del Sanse en la temporada regular, entre vítores y aplausos. Imanol, de manera casi inesperada, ha generado una ola de entusiasmo que parecía impensable hace apenas dos meses.
No hace falta ahondar más en la situación que se encontró Imanol al llegar al primer equipo, pero sí merece la pena detenerse en los grandes logros del técnico, que son muchos y que cobran más valor precisamente por la depresión por la que pasaba el equipo cuando cayó en sus manos. Quienes hubieran seguido su trayectoria previa en el Sanse sabían que la manera en la que Imanol construye sus equipos es desde la defensa. Dejar la portería a cero se convirtió en su primera obsesión. Y consiguió tan buen resultado que tardaron cinco partidos en hacerle un gol a su Real. Puede que eso mismo impidiera un triunfo en Eibar, en su partido de debut, en el que claramente priorizó no encajar a acabar marcando, pero después, con Anoeta como punto fuerte (cuatro victorias en los cuatro partidos que dirigió en el estadio realista), encontró la clave para hacer que el equipo mostrara todo lo que no había sido capaz de hacer hasta entonces.
Para empezar, Imanol cambió el esquema de juego. Del 4-3-3 de Eusebio se pasó al 4-2-3-1 que durante tanto tiempo ha usado la Real con éxito. De una manera inesperada y poco deseada, la lesión de Xabi Prieto puso fáciles las cosas para Imanol, porque dejó el mando del equipo a Illarramendi y Zurutuza. Pero, y ahí está el segundo gran acierto del técnico interino, probablemente el fundamental, integró a todos los jugadores en su plan. En apenas nueve partidos usó a toda su plantilla, exceptuando al lesionado Guridi e incluyendo al propio Prieto y a Carlos Martínez para que pudieran despedirse sobre el césped. Pero, además, utilizó a muchos jugadores de una manera mucho más inteligente de lo que lo hizo Eusebio. Aunque se vieran sus preferencias, nunca sintió la necesidad de repartir galones de titularidad ni de hacer que nadie se sintiera marginado. Recuperó a Pardo y a Elustondo, despreciados por su predecesor en el banquillo, tuvo tiempo hasta para intentar rehabilitar a Rulli, mostró lo que Januzaj puede hacer para convertirse en la estrella que tenía que ser o en lo que Juanmi, Oyarzabal o Canales pueden hacer si se les saca su máximo nivel.
Si en lo futbolístico Imanol supuso un salto hacia adelante, en lo emocional lo ha sido con mucha más claridad. Él mismo se descartó para continuar la próxima temporada, a pesar de que sus buenos números, y el hecho de recuperar la ilusión por luchar por la última plaza europea hasta la jornada 36, le convirtiera a ojos de muchos en candidato para seguir en el banquillo txuri urdin. Eso le hace ganar puntos por humildad. Su ambición es la Real, no el banquillo del primer equipo. Y quizá por eso celebra los goles casi como un aficionado más. O saluda a los jugadores a los que sustituye como lo haría un seguidor a la salida de Anoeta. Imanol ha logrado una implicación emocional con la Real que hacía mucho tiempo que no se veía. Y eso, aunque su aportación haya sido solo de nueve partidos, tiene un valor inmenso. Entre otras cosas porque resulta evidente que cualquier potrillo que llegue al primer equipo después de pasar por sus manos va a dar el salto sabiendo exactamente lo que es la Real. No se puede hacer más en menos tiempo, y por ello Imanol es, con diferencia, el mayor triunfador de la temporada txuri urdin.
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