Una de las noticias de la temporada ha sido la salida del club de Loren Juarros, el director deportivo. Se podría decir que ha sido incluso la más trascendente, aunque los fichajes, las despedidas y los entrenadores atraen más la atención de medios y aficionados. Loren era el que más tiempo llevaba en ese cargo de entre todos los clubes de Primera. Se hizo con el puesto en Segunda División, tras el brevíismo paso por el club de Pako Aiestarán, y aguantó hasta el tormentoso domingo de abril en el que también se despidió a Eusebio Sacristán. Si hay una figura que Jokin Aperribay ha protegido hasta la extenuación, esa ha sido la de Loren. Si hay alguien que ha esquivado la responsabilidad de todos los errores y problemas que ha tenido el club en su gestión deportiva de la última década, ese ha sido Loren. Y sin embargo, cayó. Parecía que nunca iba a llegar ese momento, pero se produjo. Y el problema es que no es nada fácil hacer un juicio sobre las circunstancias que envuelven a su salida porque nadie las ha querido aclarar convenientemente.
Resulta evidente que su poder en la Real era grande. Si no, es imposible explicar que la pasada temporada Roberto Olabe llegara al club y saliera con la misma velocidad para después ser repescado, con palpable satisfacción por ambas partes, en cuanto Loren salió de la estructura deportiva txuri urdin. Pero al mismo tiempo nunca se le ha colocado como el hombre que tomaba las decisiones. Todas, fichajes, altas, bajas y ratificaciones, eran "de club". Así se vendían. ¿Fue Loren quien apostó por mantener a Eusebio contra viento y marea? ¿Fue él quien fichó a Januzaj? ¿Tomó las decisiones de no traspasar a Pardo o de ceder a Zaldua y Markel? La responsabilidad compartida ha evitado muchos juicios de valor directo sobre Loren que, en todo caso, nunca terminó de gozar del cariño de la afición.
Y el caso es que el balance de su gestión, a grandes rasgos, tendría que ser muy positivo. Con luces y sombras lógicamente (cuánto daño le hicieron sus fichajes de delanteros hasta acertar con el de Willian José), pero el periodo histórico que abarca su gestión arranca con una Real deprimida y arruinada, en el pozo de la Segunda División, y concluye con el equipo asomándose a Europa con cierta frecuencia y consolidado en Primera, con traspasos millonarios para sustentar la economía del club (Illarramendi, Griezmann, Iñigo Martínez y en menor medida Bravo o Yuri, todos ellos han dejado buenos millones en las arcas realistas) y con una continua afluencia de potrillos al primer equipo, que es algo que hay que exigir a cualquier director deportivo de la Real. Contado así, no suena nada mal. Pero razones había para acabar su etapa. No solo por el juicio entre aciertos y errores, sino por la evidente desconexión con el entrenador, más de facto que de palabra, que está en la base del fracaso de la temporada recién finalizada. Lo que al final le costó el puesto tanto a Loren como a Eusebio es que no pudieron o no supieron entenderse.
Un director deportivo está obligado a tomar las mejores decisiones para que una temporada vaya bien. Y en esta no lo hizo. Mantener a Eusebio desde la eliminación copera fue un error que rozó el desastre, y Loren tiene su responsabilidad en ello, por acción o por omisión. No se entienden decisiones como la continua apuesta por Pardo si era de sobra conocido que su entrenador no contaba con él. No tiene sentido subir a Bautista al primer equipo si va a ser un tercer delantero que juegue los minutos de la basura. No parece lógico ceder a un centrocampista como Markel si eso va a provocar que las convocatorias del entrenador se queden siempre cojas en el centro del campo. Tampoco una inversión de más de diez millones de euros en un jugador llamado a ser estrella al que el entrenador no sabe sacar rendimiento. O que no se lograra renovar a un jugador como Canales, que nunca contó tanto para los entrenadores de la Real ni dio tanto rendimiento como cuando ya todo el mundo sabía que se iba. Ni siquiera la salida a plazos de Vela, que no llegó a dar buen rendimiento hasta el mercado invernal en el que ya sabía que se iba a marchar. O incluso dar una de las capitanías del equipo a un jugador que, internamente, todos debían saber que tenía la cabeza en marcharse.
La falta de entendimiento entre Loren y Eusebio hizo que una plantilla que a priori parecía mejor que la que llevó a la Real a Europa dejara en todo momento la sensación de estar descompensada. Y lo está por otro problema de calado que el aficionado de a pie no consigue comprender, la gestión médica. Si se piensa fríamente, el equipo txuri urdin ha teniendo en su plantilla cinco fichas de menos. Las de los ausentes Vela e Iñigo Martínez y las de los lesionados Carlos Martínez, Guridi y Agirretxe. Las aportaciones de cinco jugadores, cuatro de ellos pilares de la Real que llegó a Champions, fueron nulas. Y la dirección deportiva nunca tomó cartas en el asunto. Eso acabó minimizando buenos movimientos a la hora de fichar, porque Llorente y Januzaj en verano y Héctor Moreno en el mercado de invierno fueron aciertos, independientemente de que su resultado pudiera haber sido mejor, y sobre todo porque se logró mantener a casi todo el equipo que logró el pase a la Europa League. Lo de Yuri. eso sí, fue inexplicable. Vender a precio de saldo (a eso hemos llegado en este mareante fútbol moderno) a un titular indiscutible a un equipo que rompió la banca por Neymar es absurdo. Nadie va a tener esa consideración de rebajar activos con la Real, y no se entiende por qué el club la tuvo con el PSG.
Y ahora llega Olabe. Si Loren y su sustituto eran incompatibles, y eso quedó claro aunque no se dijera en su momento, se entiende que muchas cosas van a cambiar en la Real.
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