Chory remata la asistencia de Vela para hacer el 0-1. |
El debate es el mismo que ya ha marcado irremediablemente la temporada: el del centro del campo. La Real tiene dinamita arriba, aunque no siempre consiga sacarle todo el partido que podría, y la línea defensiva se mantiene con cierta solvencia a pesar de los muchísimos problemas de lesiones y la baja forma de alguno de sus integrantes. Pero el centro del campo es un quebradero de cabeza continuo desde el comienzo de la competición. Ya es irremediablemente polémico que Elustondo ocupe un puesto de titular, mucho más si es además acompañando a Markel Bergara, un doble pivote nefasto que jamás ha ganado por sus acciones punto alguno para la Real, pero además porque eso es un claro mensaje conservador. La Real, con ellos, apuesta con fuerza para que no haya fútbol vistoso ni combinativo, presumiendo al rival una fortaleza que, hay que insistir en ello, Osasuna no tiene. Y es un error continuo y retierativo, porque antes de Arrasate tanto Lasarte como Montanier apostaron en Pamplona por esta dupla que tan poco aporta.
Si a eso se añade la insistencia en un Zurutuza que una vez más evidenció que cuando está fuera de forma no huele un solo balón en el partido, era evidente que la Real no iba a ganar por fútbol. Mucho más si Pardo no forma parte de la ecuación, algo que sigue siendo incomprensible, porque su presencia suele coincidir con los mejores partidos del equipo e incluso con sus mejores resultados. A falta de fútbol, la apuesta tenía que pasar irremediablemente por la calidad de quienes sí estaban en el campo. Y eso apuntaba directamente a Carlos Vela. El mexicano tuvo la primera ocasión de gol nada más arrancar el encuentro, antes incluso de que se cumpliera el primer minuto y, como un puñal, se introdujo en la defensa de Osasuna en el minuto siete para asistir a Chory Castro y que éste, en su regreso a la titularidad, batiera con facilidad a Andrés Fernández. Con el temprano 0-1, no se podían poner mejor las cosas ante un Osasuna que tenía dos problemas: los nervios por haber caído en descenso antes de jugar y su nulidad ofensiva, con un gol en los últimos cinco partidos.
No obstante, el choque estuvo muy lejos de transcurrir bajo control de la Real, que es lo que, hay que insistir en ello, lleva a apostar por un centro del campo como el que dispuso Arrasate para dejar sin jugar a Pardo. Ese es el tan cacareado equilibrio que no sirve para sumar al ritmo que sí permite la calidad, la que dio los tres puntos hace sólo tres días ante el Valladolid con una genial asistencia del riojano. Aún así, la primera mitad fue de la Real. Mientras el equipo txuri urdin llegaba con cierta asiduidad a la portería de Andrés Fernández, con remates peligrosísimos como el cabezazo de Agirretxe que forzó la mejor parada del guardameta osasunista o con centros peligrosos de De la Bella o Chory Castro que no terminaron de encontrar remate, Osasuna era incapaz de dar dos pases seguidos y sólo reaccionaba a balón parado. Contó con la inestimable colaboración de otro horrendo árbitro, Fernández Borbalán, que alternó un claro color casero con un absoluto descontrol y que en esos minutos regaló hasta tres ocasiones claras a Osasuna, dos en faltas laterales que sólo vio él y otra más en un córner que se inventó.
No es la primera vez que la Real no entiende que el 0-1 ante un equipo de la parte baja ha de ser un golpe suficiente como para no pasar apuros en la búsqueda del segundo gol que mate el partido. Y no es la primera vez tampoco que esa falta de grandeza para ir a sentenciar el encuentro acaba costando puntos a los de Arrasate. Hoy costó dos. Porque en la segunda parte el buen nivel de la Real duró tres minutos. Nada más arrancar, y después de tanto tiempo sin probar un saque de banda en largo, Chory puso uno en el interior del área para que un Zurutuza absolutamente desmarcado lanzara el balón fuera, sin probar siquiera los reflejos de Andrés. Y dos minutos después un fortísimo pelotazo de Iñigo Martínez desde el centro del campo, esta vez con más apariencia de despeje que de disparo como aquellos que conectó hace un par de años ante Athletic y Betis, se estrelló en el larguero sin que Andrés supiera realmente donde estaba el balón. Ahí se acabaron las oportunidades de la Real para sentenciar y comenzó un innecesario sufrimiento que pareció francamente evitable.
El empate de Osasuna llegó como tenía que llegar, a balón parado. La Real no defendió bien estas jugadas en todo el encuentro y cuando un remate cogió portería se convirtió en gol. Su autor, Oriol Riera, ante la absoluta pasividad de un Mikel González que no llegó a saltar siquiera para molestar y que está muy por debajo del jugador que fue la temporada pasada. Es verdad que el equipo txuri urdin reaccionó bastante bien al gol osasunista, en lo que fue el único atisbo real de grandeza en todo el encuentro, pero la reacción se vio algo abortada por el primer cambio de Arrasate, tardío y difícil de explicar, al retirar a Chory Castro, con diferencia uno de los mejores del partido, muy participativo, para dar entrada a Griezmann. El problema de la Real era otro, estaba en el centro del campo, e incluso para dar entrada al francés se podría haber optado por un cambio más ofensivo que le devolviera a la mediapunta en la que tan bien rindió en un par de partidos con Montanier, uno que respondiera realmente a las exigencias del partido. Arrasate fue conservador y excesivamente respetuoso con las jerarquías de calidad del equipo.
A partir de ese minuto 68 en que se produjo el cambio, la Real no tuvo ya ninguna ocasión clara para conseguir el triunfo. Una faltita de Griezmann, una más de un equipo que lleva camino de cerrar su ¡cuarta! temporada consecutiva sin marcar un gol de libre directo, alguna que otra arrancada de un Vela desquiciado por las incontables faltas que sufrió (unas cuantas de ellas no señaladas) y por las peticiones de la grada para que viera la segunda amarilla (la primera es de las más indignantes que se han visto en toda la temporada), y muy poquito más. Si acaso, que el mexicano pidiera penalti ya en el descuento en una jugada que no se llegó a ver repetida por televisión. Tal era el descontrol, insistiendo de nuevo en que sin Pardo en el campo y sí con Markel y Elustondo en él, que el propio Markel lesionó a Carlos Martínez en un salto en el que nadie sabe por qué fueron los dos a buscar la pelota, dejando al lateral con el ojo a la funerala, y encima indicando al banquillo que no hacía falta el cambio cuando al bravo realista se le cerró un ojo por la enorme hinchazón que le provocó el golpe.
Fruto de ese extrañísimo e injustificable desquiciamiento, la Real pudo perder hasta el punto que ya tenía en un descuento esperpéntico, en el que Osasuna gozó de hasta tres ocasiones de gol, con una defensa realista zozobrando y con una mano salvadora de un desesperado Bravo ya en el minuto 94. Y esas ocasiones llegaron con tres centrales y dos mediocentros defensivos en el campo, con Ansotegi (de lateral, supliendo a Carlos Martínez por la ausencia de un especialista en el banquillo), Mikel González, Iñigo Martínez, Markel Bergara y Elustondo. Ni Canales ni Griezmann consiguieron entrar en juego lo suficiente como para que la Real pudiera terminar el encuentro atacando, sin que se pueda personalizar en ellos culpa algina, porque la falta de grandeza venía de mucho más atrás. También es verdad que el ex valencianista entró al campo con sólo 14 minutos por jugarse, de nuevo ese mal ya visto tantas veces de hacer cambios cuando el marcador no sonríe y sin apenas tiempo, y que Jagoba, si no hubiera sido por la retirada obligada de Carlos Martínez, ni siquiera habría agotado los cambios en un partido que desde la misma Real se planteó como uno físico.
Hay dos blancos fáciles en este partido, que son Arrasate y Elustondo. El primero erró desde el principio y no supo rectificar después, sumando errores subsanables desde su mejor día como técnico, cuando superó desde la pizarra al Barcelona. Y Elustondo añadió un partido más de intrascendencia a su pobre hoja de servicios. Pero no fueron los únicos. Zurutuza tendría que ser el primero en entender que sin estar a su nivel es más un estorbo que otra cosa. Mikel González tendría que saber que, si no está en su mejor forma, tiene que hacer las cosas mucho más sencillas, algo que Ansotegi sí controla. Carlos Martínez tiene que dar una voz de firmeza para pedir ayuda si sabe, y tiene que saberlo, que esta temporada está ofreciendo un nivel tan bajo. Y se podría seguir, porque casi nadie se libra. Pero la única realidad es que se han ido dos puntos que se debían haber ganado, probablemente con mucha más facilidad que los tres que se escaparon ante Rayo y Almería. Es una enorme desilusión en la lucha por la cuarta plaza tras una jornada que se antojaba perfecta, que lleva a la Real a estar en la tabla por debajo de su nivel.
2 comentarios:
Joder Juan, qué negativo, y lo malo qué tienes bastante razón.
Otro partido tirado a la basura; aunque Arrasate supongo qué sabrá más qué nosotros......
Karpov Gon, creo que era el partido para ser así de crítico, no tanto negativo. Sigo confiando mucho en este equipo, pero es verdad que ahora mismo las sensaciones son malas. A ver el sábado ante el Madrid...
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