La Real perdió en Ipurúa. |
Antes de que Melero López fuera el hombre más determinante sobre el césped, Ipurúa vio un partido con ritmo pero sin demasiada calidad. Eusebio hizo sólo dos cambios en el once que dispuso ante el Barcelona y Jonathas se mantuvo como suplente. Como era de prever, Iñigo volvió al equipo titular, y el técnico realista colocó a Markel en el lugar de Granero. El resto, los mismos. Y como sucediera ante el Barcelona, el comienzo fue inmejorable, con un espectaclar golazo de Zurutuza que puso por delante a la Real. El origen del gol, un saque de banda que el realista de Rochefort recibió con un control con el que ya sorteó a un primer defensor. El balón se le quedó tan franco para conectar un disparo que ni Zurutuza, un futbolista que busca el gol con menos frecuencia de lo que realmente debería, no pudo resistirse. Y la parábola que describió su lanzamiento sirvió para certificar un fantástico gol que prolongaba el estado de gracia de la Real.
Ni siquiera el susto que dio Rulli a la parroquia realista, que arriesgó en exceso en un doble regate fuera de su área, sirvió para que el Eibar se metiera claramente en el partido. Y es que la Real se mantuvo atrás con la misma firmeza que venía mostrando en las dos últimas jornadas, las que sirvieron para romper aquella racha de cinco jornadas sin ganar que puso en peligro la temporada hace no tanto. Pero se tenía que notar que este derbi guipuzcoano se jugó en tierra de nadie, y el control de la Real no fue excesivamente férreo ni las intentonas del Eibar demasiado intensas. Lo más peligroso, de hecho, fueron jugadas que no llegaron a concretarse, la de los locales anulada por el árbitro antes de que Rulli la desbaratara con su salida y la de la Real un centro de Elustondo que Riesgo atrapó antes de que Zurutuza pudiera rematar.
En todo caso, el Eibar consiguió empatar en un buen centro desde la banda derecha que remató Enrich. El jugador azulgrana le benefició que el balón rebotara en el brazo de Reyes, y de esa manera esquivó la estirada de Rulli, que no pudo hacer ya gran cosa para evitar el gol. El tanto hizo que los locales vivieron sus mejores momentos, al menos rondando el área realista, pero sin demasiadas ocasiones de ponerse por delante en el marcador. Enrich sí que estuvo cerca de lograr el segundo del Eibar en un nuevo cabezazo, pero en esta ocasión el balón se fue por encima del larguero. Aunque la segunda parte pareció comenzar con las mismas señas de identidad, fue la Real el equipo que lo intentó por primera vez. Un fantástico centro de Xabi Prieto encontró la cabeza de Markel y este se topó con una espléndida intervención de Riesgo, que evitó el 1-2, sacando el balón de la esquina inferior de su portería con una gran estirada a su izquierda.
Con esa opción, la Real pareció recuperar el mando del partido, hasta el punto de que el equipo realista llegó a marcar. Pero Markel corrió hacia atrás desde una posición de fuera de juego para rematar el centro de Vela y el árbitro anuló acertadamente el tanto. En todo caso, fue una sensación efímera y por culpa de un doble error individual. Tras una jugada que probablemente debió acabar con una mano del Eibar dentro del área realista que el árbitro dejó seguir, un mal balón de Zurutuza hacia atrás lo recuperó Borja Bastón, que metió un centro al área que Rulli midió bastante mal y permitió que Escalante rematara a placer y sin dificultad para hacer el 2-1. La reacción e la Real no fue mala, pero sin demasiado peligro. Eusebio reaccionó con un cambio bastante razonable, recuperando el dibujo más reconocible, con un nueve, con Jonatahas por Xabi Prieto.
La Real estuvo cerca de lograr el empate a balón parado, con una falta botada por Illarramendi que Markel, que parece haberse convertido en el mejor rematador de cabeza del equipo en las últimas semanas, estuvo cerca de colocar en el interior de la portería. Los de Eusebio sí estaban cerca del área de Riesgo, pero lejos del gol. La entrada de Bruma por Zurutuza tampoco pareció cambiar el panorama, aunque poco a poco pareció evidente que el Eibar retrasó sus líneas y buscó alguna contra con la que acabar el partido. Y estuvo más cerca el 3-1 que el 2-2 en una contra en la que Rulli compensó el error del gol evitando que Keko cerrara definitivamente el portero. El propio Keko pudo marcar de nuevo, pero en esta ocasión fue Reyes quien salvó los muebles enviando el balón a córner. Y casi a renglón seguido, Escalante la rompió sin encontrar la portería.
Como sucedió en la nefasta racha que destrozó las opciones de la Real esta temporada, Eusebio volvió a echar en falta delanteros en su banquillo. Y eso es algo que está en su debe, porque tiene un filial que, pese a la confianza que ha depositado en Elustondo y Oyarzabal, no parece haber terminado de explotar. Este problema se ha puesto sobre la mesa cada vez que el equipo se ha puesto por debajo en el marcador, y aún no se ha solucionado. Esa es la responsabilidad en la Real, pero lo triste, lo que pasa tantas veces en esta Liga, es que fue el árbitro quien decidió el resultado del partido. Un entradón de Juncá a Vela dentro del área, cuando el mexicano ya había centrado, lo omitió Melero López de una forma absolutamente inexplicable. Quien diga que arbitrar es difícil, que vea esta jugada y que se replantee sus convicciones, porque el problema arbitral es mucho más intenso que ese azar compensatorio del que se habla en tantas ocasiones. Eso es penalti. No hay discusión ni disculpa. Y no pitarlo es algo que ha de ser explicado y que no se va a explicar.
Probablemente, la Real no mereció puntuar en Ipurúa. No jugó un buen partido, no aprovechó la ventaja que logró en el marcador y las constantes que permitieron lograr el triunfo ante rivales de la entidad de Sevilla y Barcelona apenas se vieron con cuentagotas, con lo que un simple esfuerzo del Eibar fue suficiente para voltear el resultado y que el equipo txuri urdin siga contando por derrotas sus visitas a Ipurúa en Primera. Pero Melero López fue quien decidió el partido, primero dejando seguir la jugada del primer gol después de una clara mano, por mucho que después fueran las deficiencias de la Real lo que provocara el tanto del empate, y después con su vergonzosa decisión de no señalar un penalti de libro, que además zanjó con una amarilla a Iñigo Martínez por protestar. La temporada está acabada y se ha notado en Eibar, que también la cierra satisfactoriamente con estos tres puntos, pero que decida el árbitro es algo que no debería permitirse.
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