Empate en El Madrigal. |
Para lograr ese empate, y probablemente pensando que ese resultado no era nada malo, Eusebio dispuso en El Madrigal a una Real dispuesta a aguantar el chaparrón del Villarreal, quizá aleccionado por la historia reciente y pensando en que en las dos últimas visitas del equipo a este estadio acabó goleada por 5-1 y por 4-0. Reyes se colocó en el centro de una defensa de cinco, con Iñigo a su izquierda y Elustondo a la derecha, con Zaldua y Yuri en los laterales, Markel e Illarra por delante, y con un ataque conformado por Zurutuza en la izquierda, Oyarzabal en la derecha y Vela en punta. ¿Cuál fue el problema del planteamiento? Que el Villarreal se tomó el partido con una calma tremenda, derivada de la tranquilidad de dar ya casi por conseguida la cuarta plaza, aunque en realidad no sea así, y de la tensión que sí le ofrece la semifinal de la Europa League. Así que el partido rápidamente tomó un cariz que ya quisieran los de pretemporada, con dos equipos dispuestos a hacer más bien poco.
Por supuesto, si a alguien beneficiaba este hecho a priori era a la Real, que vio que el partido era tan aburrido y el Villarreal se lo había tomado de tal manera que simplemente con tocar un poco el balón llegaba con cierta facilidad a las inmediaciones del área de Asenjo. Sin ocasiones demasiado claras, por supuesto, a excepción de un cabezazo muy franco de Elustondo en el segundo palo tras un saque de córner que el canterano realista no fue capaz de poner entre los tres palos a pesar de haber logrado una gran ventaja con su desmarque. Esto, que fue lo primero digno de mención del partido, llegó al cuarto de hora. La respuesta del Villarreal fue la de tomarse el encuentro con un poquito más de seriedad. No mucha, pero sí suficiente para generar tres ocasiones muy claras. Primero una buena parada de Rulli a disparo de Soldado, después el larguero evitó el gol de Bruno en una falta ejecutada con maestría y a la media hora Iñigo Martínez hizo un corte providencial para evitar que Bakumbu fusilara al guardameta argentino de la Real.
Los de Eusebio, mientras tanto, seguían a lo suyo. Viendo que el Villarreal dejaba jugar con mucha comodidad, Reyes dio un paso adelante y se colocó de mediocentro, donde completó un encuentro bastante completo. De ahí que Markel, en algo que todavía sorprende cada vez que se ve, se acostumbrara a meterse en el área de Asenjo buscando el gol casi como el mediapunta que no dispuso el técnico realista sobre el césped. En el tramo final de la primera mitad, la Real tuvo una ocasión clarísima para ponerse por delante, cuando Zurutuza dejó sentado a Bailly dentro del área pero no tuvo la velocidad suficiente para disparar antes de que Asenjo se le lanzara a los pies para arrebatarle el balón. Viendo la escasa tensión competitiva que mostraron los dos equipos, fue toda una sorpresa ver la poca deportividad de Castillejo, que sin venir a cuento, y con la complicidad de la mirada perdida del horrendo Fernández Borbalán, le soltó a Markel un codazo en la nuca en una jugada sin peligro alguno en el centro del campo.
Precisamente fue Markel el primer jugador en asomarse a la portería rival en el segundo tiempo, cuando no habían transcurrido más que 30 segundos. Su disparo, que rebotó en un defensa a pesar de que la ceguera de Fernández Borbalán bastó para no conceder un claro córner, se marchó muy cerca de la escuadra a la derecha de Asenjo. El colegiado, incapaz de dirigir con acierto incluso un partido tan sencillo como el que le brindaron Villarreal y Real Sociedad, dejó su particular sello en las dos siguientes jugadas destacadas. Primero mostró una tarjeta a Vela, él sabrá por qué, cuando había caído al suelo en una jugada no muy lejos de la frontal del área, sin tirarse ni pedir nada. Esa tarjeta, por cierto, hará que el mexicano se pierda el encuentro de la próxima jornada ante el Real Madrid, lo cual, visto lo visto, es difícil decir si es bueno o malo para la Real. Y después Fernández Borbalán se tragó un flagrante agarrón a Oyarzabal dentro del área, en otro penalti más que se va al limbo esta temporada y que al final habría servido para ganar en Villarreal.
Vela completó la noche fallando la más clara ocasión del partido para la Real. Un buen robo de Markel le permitió quedarse completamente solo delante de Asenjo, pero el guardameta apenas tuvo que esperar de pie la ingenua vaselina que intentó el mexicano, probablemente la peor opción en una jugada que podría haber concluido él mismo de rosca o dando un pase al mismo Markel o a Oyarzabal para que marcaran a placer. Pero una opción, no obstante, que el mismo Vela habría marcado con calidad hace no tanto tiempo. Marcelino vio perfectamente la escasa tensión de su equipo, acentuada de hecho en la segunda mitad, e introdujo sus tres cambios antes del minuto 70. Para entonces, Eusebio no había hecho ninguno. Estos, con dominio realista y un gran trabajo defensivo, pero sin más ocasiones de gol, llegaron a partir del minuto 82. Eusebio retiró primero a Reyes para colocar a Xabi Prieto, y no parece casualidad que fuera entonces cuando llegaron las únicas ocasiones del Villarreal en toda la segunda mitad, sobre todo un disparo de Bakambu que se plantó solo ante Rulli, que despejó cerrando las piernas, aprovechando un resbalón de Iñigo Martínez.
En realidad, ese fue el final del partido, ya que apenas se llegó a jugar algo más, sobre todo porque la Real empleó el último minuto y el descuento en hacer dos cambios más, cambios de esos que no sirven para mucho que más que dar por bueno el punto a pesar de que por dominio debió ganar y por ocasiones pudo hacerlo. Pero los cambios, con todo, fueron bastante significativos, más de lo que pudiera parecer. Primero entró Héctor por Vela. La razón táctica del cambio, difícil de entender. Cambiar de posición a Oyarzabal para que jugara apenas un minuto en punta, bastante raro. Y mucho más raro fue el último relevo que decretó Eusebio, para dar a Bautista un debut algo tristón en Primera, con sólo un minuto sobre el campo y sin llegar a tocar la pelota, entrando precisamente por Oyarzabal. Si en un partido sin tensión y ante un rival apetecible no puede permitirse la Real darle al menos veinte minutos a un chaval del Sanse que en apenas ese minuto tuvo los arrestos suficiente para luchar por un centro imposible, presionar la salida e incluso encararse levemente con un defensa del Villarreal, es que no entendemos lo que la cantera significa para este club. Pero al menos ya ha debutado. Ojalá sea el primero de muchos días.
La Real, esta extraña Real que sucumbe de forma consecutiva ante los dos peores equipos de la segunda vuelta y dejándose remontar, la misma que ha sido capaz de salir victoriosa de San Mamés y el Sánchez Pizjuán e imbatida de El Madrigal, ha sumado con este empate el punto que ha certificado matemáticamente el único objetivo que se ha permitido en esta trsitísima temporada, la salvación. El Sporting, que ahora cierra la zona de descenso, tiene 32. La Real, 42. Y quedan nueve por jugarse. La Liga, ahora ya sí del todo, se ha terminado. Desde luego, no procede felicitarse por este logro. Ilusión queda poca para los tres partidos que restan y Eusebio, de momento, no ha sido capaz de recuperar ni siquiera una pizca a pesar de que, fríamente, ha sacado un buen empate de un campo difícil. Pero las circunstancias han pesado tanto en este encuentro que es difícil recibirlo con más alegría. Al menos sirve para sumar y para recuperar la posición al Eibar. Así de pírricos son los propósitos que le quedan a la Real en esta Liga.
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