|
El piscinazo de Adúriz. La roja a Mikel acabó perdonada. |
Siendo la temporada 2014-2015 una de muy bajo nivel futbolístico y de muchas decepciones, también es obligado decir que la Real se ha encontrado con un enorme lastre en las decisiones de los árbitros, que le han acabado costando demasiado puntos y en algunos casos de una forma bastante difícil de asimilar. En concreto, y dentro de ese fútbol ficción que ese establece cuando se traslada al resultado final de un partido la incidencia de los errores decisivos de los colegiados, la Real está legitimada para reclamar nada menos que doce puntos. Con esa cifra, el equipo de David Moyes alcanzaría los 55 puntos, nada menos que tres más de los que ha logrado en la clasificación final el Athletic, equipo que ha ocupado la séptima plaza. Ciencia ficción, sí, pero impresiona el dato. Siempre habrá quien piense que esta valoración arbitral es una excusa, pero lo cierto es que, otra temporada más, el equipo txuri urdin ha sido muy perjudicado por quienes deben impartir justicia.
Los problemas arbitrales fueron más acusados en el tramo inicial de la temporada, que es cuando más necesitaba la Real la estabilidad de los puntos puesto que fue la fase más crítica de la competición. Incluso fue decisiva la actuación del trencilla de turno para que la Real se quedara fuera de Europa. No hay que olvidar que el desastre de Krasnodar comenzó con la decisión del árbitro de señalar un inexistente penalti de De la Bella que supuso el primero de los tres goles que encajó el equipo realista en aquella dura derrota. Antes de eso, en la primera jornada de Liga, Canales fue objeto de un penalti en Eibar. En la tercera, el 2-2 en Balaídos, Larrivey hizo el segundo gol del Celta con la mano. En la cuarta, el Almería ganó 1-2 gracias a que su primer gol fue en fuera de juego. Y en la novena, el Córdoba logró el empate a uno final con un nuevo gol con la mano. Todavía con Jagoba Arrasate como entrenador, el equipo perdió nada menos que seis puntos por estas decisiones en apenas diez jornadas.
|
El clamoroso agarrón a Agirretxe en Riazor. |
La llegada de David Moyes no cambió el panorama, a pesar de que sus protestas acabaron provocando su expulsión en el partido copero ante el Villarreal. En su debut en el banquilo realista, en la undécima jornada, Agirretxe fue objeto de un clamoroso penalti en Riazor que no que señalado. En la decimosexta, el Levante empató con un penalti en el descuento, una mano de Carlos Martínez precedida de una clara falta de Barral. Hubo jornadas de cierta calma arbitral hasta que en la 31ª el Deportivo empató a dos en Anoeta gracias a un penalti inexistente por mano de Ansotegi que, además, llegó en una jugada en fuera de juego. Y el colofón a la temporada fue el partido de San Mamés. A una mano clara de Laporte dentro del área que no se señaló se sumó la jugada definitiva, un inexistente penalti de Mikel González sobre Aduriz, que le costó además una inverosímil expulsión, y que para colmo se produjo tras una clara falta del delantero del Athletic sobre Rulli.
En el lado opuesto, la Real se vio beneficiada en dos partidos. Lo más relevante fue el clarísimo penalti cometido al alimón por Granero e Iñigo Martínez en Getafe y que no señaló el colegiado ya con el 0-1 en el marcador, facilitando la primera victoria realista fuera de casa en toda la temporada. El otro arbitraje que le benefició fue el que sufrió el Córdoba en Anoeta, que acabó con la expulsión de tres jugadores antes de acabar cayendo por 3-1. Bien es verdad que la primera fue justa y que las dos siguientes, que son las que se podría haber ahorrado el árbitro con total tranquilidad llegaron ya con la ventaja de la Real en el marcador. Es decir, que las decisiones de los árbitros sólo añadieron dos puntos al casillero txuri urdin, poco bagaje comparado con los catorce que se cayeron, y a pesar de ese mito futbolístico que habla de que los errores a favor y en contra se acaban compensando.
|
Este fue el penalti no señalado a Granero e Iñigo en Getafe. |
Incluso al margen de las jugadas clave ya mencionadas, en los partidos de la Real se han visto decisiones difíciles de entender, como la expulsión que se perdonó a Welligton en la victoria del Málaga en Anoeta que le acabó costando el puesto a Arrasate, la risible falta que allanó al Villarreal su camino a la goleada con el gol de libre directo de Bruno, la evidente cesión de Nyom a Oier en Granada que se fue al limbo, el penalti que se le regaló al Sevilla en Anoeta (aunque Rulli antes había cometido uno clamoroso) o las tarjetas que el Comité de Competición tuvo que acabar retirando, como la amarilla que vio Vela por sufrir un penalti no pitado ante el Atlético de Madrid o la roja con la que Mikel González fue expulsado en el derbi en San Mamés por no cometer ninguna infracción. Muchas cuestiones como para asimilar de buen grado las eternas alabanzas sin análisis al colectivo arbitral español.
No hay comentarios:
Publicar un comentario