Aperribay y Loren, en la presentación de Moyes. |
Ahí, obviamente, hay que introducir en la ecuación al director deportivo, Loren Juarros. Y no es nada fácil delimitar las responsabilidades entre presidente, director deportivo y entrenador. ¿Quién tomó la decisión de no fichar un central y recolocar en esa posición a un centrocampista ya de por sí discutido como Elustondo, colocándole más todavía en la diana de las críticas y limitando las opciones de resolver los problemas defensivos que tuvo el equipo en la temporada 2013-2014? ¿A quién es achacable el fracaso de Finnbogason, segundo fichaje más caro de la historia de la Real? ¿Quien es el responsable de que Estrada haya jugado sólo un minuto en toda la temporada después de una renovación inexplicable y cuyos motivos nadie ha detallado hasta la fecha? ¿Los últimos ascensos desde el Sanse, en este caso el de Gaztañaga, han sido más para sumar canteranos que como oportunidades reales? ¿Y qué sucedió realmente en el mercado de invierno para que el nuevo entrenador no tuviera al menos una satisfacción cuando había llegado a decir en público que quería fichar dos o tres jugadores?
Hay muchas incógnitas en el trabajo de los despachos que evidencian que no ha salido bien en lo que se refiere a la planificación deportiva de la temporada, al margen de las decepciones individuales que se hayan producido entre los integrantes de la plantilla. Es obvio que Jagoba Arrasate no supo sacar rendimiento de los hombres con los que comenzó la competición, pero es igualmente cierto que el club no acertó en sus decisiones estratégicas. Y no porque salieran mal, no se trata de adoptar una posición ventajista tras los resultados de la temporada, sino porque todos los huevos se pusieron en el mismo cesto. Si salía mal el plan de cambiar la táctica de juego que propuso Arrasate, el equipo estaba claramente mermado de efectivos en ataque y de variantes en su centro del campo. Y si Elustondo no era la solución esperada, se iba a sufrir en defensa, como efectivamente sucedió en algunos tramos de la temporada. Aperribay, Loren y Arrasate fallaron en ese sentido porque los resultados acabaron dibujando el peor de los escenarios.
A la hora de valorar responsabilidades en la decepcionante temporada del equipo, Aperribay se puso en el foco cuando dijo que no veía ninguna razón para que Loren no continuara como director deportivo, negando la importancia de estas cuestiones o, al menos las responsabilidades absolutas de Loren en ese terreno. Y Loren, en cambio, ha mostrado un perfil bajo a lo largo de la temporada, sin hablar demasiado ante los medios, puede que incluso algo menos de lo habitual, sobre todo desde la llegada de Moyes, que claramente ha asumido funciones de la dirección deportiva, algo que se desprende tanto de sus declaraciones públicas como de su intensa presencia en las gradas de diferentes estadios para ver jugadores. No se ha concretado en realidad, pero la impresión que da es que el técnico escocés se ha convertido en el manager del club de pleno derecho, al estilo inglés, y que a partir de ahora la responsabilidad en los fichajes y en la composición de la plantilla será plenamente suya. Y si hay cambios es obvio que no se han hecho bien las cosas.
Esos cambios parecen contar con el beneplácito del club, y eso sí parece una decisión sensata. Desde ese prisma, el riesgo quizá está en que Moyes sólo tiene contrato ya para la próxima temporada, por lo que si esta arranca bien y estas modificaciones en el staff surten el efecto deseado, junto a una plantilla más compensada y numerosa, quizá habría que pensar más pronto que tarde en sentarse a negociar un nuevo contrato con el técnico escocés. Lo que no se puede negar es que, incluso con las limitaciones y errores ya mencionados, Aperribay y Loren fueron ambiciosos en algunos aspectos. No vieron dónde estaban los defectos, pero el pasado verano se cerraron los dos traspasos más caros de la historia del club, los doce millones que costó comprar la ficha de Vela al Arsenal y los ocho que se invirtieron en incorporar a Finnbogason, a los que hubo que sumar un tercer fichaje, el de Rulli, que ha resultado ser la mejor adquisición del club, un jugador que es propiedad de un fondo de inversión precisamente porque piensan que se le puede sacar rendimiento económico.
Acertar de cara a la próxima temporada, además, permitiría que Aperribay se pusiera manos a la obra en su auténtica preocupación a lo largo de la temporada: la reforma de Anoeta. La cuestión está sobre la mesa desde hace demasiado tiempo sin que se haya visto una sola grúa en las inmediaciones del estadio y el presidente realista ha convertido este asunto casi en su único objeto de deseo. Por momentos parecía que esta temporada iba a ser la definitiva para que el proyecto arrancase, pero los planes siguen retrasándose. Aperribay sigue dispuesto a dar guerra en este sentido, pero no le vendría nada mal que se viera ya algo más tangible, porque de lo contrario mucha gente va a empezar a pensar en la reforma de Anoeta como la quimera imposible. Con los problemas económicos como algo ya del pasado, es evidente que la gestión de Aperribay se centrará en esos dos aspectos: la confección de un primer equipo ambicioso que no se salga de los parámetros impuestos por el club y solventar todas las trabas burocráticas que impiden la reforma del estadio.
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