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Anoeta celebra el gol ante el Athletic. |
No ha sido el mejor año para el aficionado realista y es un tema que debería preocupar. Algo se está haciendo mal si la asistencia media a Anoeta está cayendo como lo hace, eso parece evidente. La afición de la Real es una de las más fieles en lo bueno y en lo malo, ha soportado decepciones e incluso un largo tránsito por la Segunda División, y no se ha perdido la sensación de que se ven camisetas de color txuri urdin en todos los campos de la geografía española. Pero Anoeta, cuando más se ha querido hablar de su ampliación, se ha convertido en un problema. Es cierto que los infernales horarios que tiene la Liga española no han ayudado demasiado a que algunos partidos registren una afluencia de público mayor, pero los datos son preocupantes. Anoeta no sólo no ha tenido llenos, ni siquiera en los partidos más importantes, sino que su media de asistencia ha sido la más baja en muchos años.
En los 19 partidos de Liga que ha acogido Anoeta se suma un total de 419.385 espectadores en sus gradas, lo que arroja una media por encuentro que apenas supera los 22.000. Es decir, que el estadio donostiarra ha tenido un vacío de unas 10.000 localidades por partido, un dato más que preocupante si lo que se está planteando es la necesidad de ampliar su aforo hasta los 40.000 asientos. El descenso en la presencia de aficionados ha sido, además, coincidente con la trayectoria del equipo. Así, esta temporada ha habido una media de 2.000 espectadores menos que en la campaña 2012-2013 y de unos 1.300 menos que en la 2013-2014. El partido con más afluencia de espectadores ha sido el que enfrentó a la Real contra el Barcelona en el tramo final de la primera vuelta, con 28.748 personas en las gradas de Anoeta.
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El homenaje espontáneo a Vela frente al Elche. |
La temporada, además, ha dejado la peor entrada de la historia de Anoeta desde que fue inaugurado en 1993, los 9.265 espectadores que hubo en el Real Sociedad - Oviedo de la Copa del Rey. Es verdad que ese partido se celebró un miércoles a las diez de la noche del mes de diciembre, otra brillante idea de las mentes pensantes de la Federación y de las televisiones. Los horarios, de hecho, no han sido nada benévolos con la Real. El equipo txuri urdin ha jugado nada menos que ocho partidos los sábados a las 22.00 horas, otros tres los domingos a las 12.00, cuatro más el mismo día pero a las 21.00 y hasta seis en lunes o viernes sin ser una jornada entre semana, días y horarios que desde luego no ayudan a que la parroquia realista se acerque a ver a los suyos, ni en Anoeta ni en cualquier otro campo de Primera. La peor entrada en la Liga en el estadio realista, de hecho, se registró en un partido jugado en el último horario del sábado, contra el Celta, al que sólo vieron 14.836 aficionados.
Aunque la masa social sigue siendo muy elevada (la pérdida de 1.197 socios en la campaña que empezó en diciembre dejó el número total en 27.913, una cifra nada desdeñable), el club tampoco ha sabido movilizar del todo a su afición. Obviamente, la marcha del equipo es determinante para que el público responda y eso ha sido clave esta temporada, pero la Real no ha acertado con sus medidas. Aquella iniciativa para conseguir gritos de apoyo al equipo en el minuto 19:09, referencia al año de fundación del club, no funcionó. Tampoco fue un acierto que el único homenaje futbolero de la temporada, al mítico goleador irlandés John Aldridge, se hiciera en el descanso del partido ante el Espanyol, casi escondido. La única medida que pareció funcionar fue el regalo de entradas para el último partido de Liga, ya sin nada en juego, por la compra de la camiseta en la tienda oficial, lo que provocó unos 3.000 aficionados más que en los dos anteriores encuentros en casa, ya con el equipo salvado y con pocas opciones europeas. El gesto más bonito, las luces que homenajearon a Vela en el partido frente el Elche, fue totalmente espontáneo.
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Vallecas, siempre el mejor desplazamiento. |
La imagen de que el equipo ha tenido menos respaldo se ha visto reforzada por el hecho de que no ha habido oportunidad de hacer grandes desplazamientos. De nuevo, la marcha del equipo en la Liga ha sido determinante, como también la tempranísima eliminación europea que abortó la posibilidad de encontrar un bonito destino en Europa que hubiera recogido el testigo, aunque fuera de una forma más modesta, de la brutal exhibición de Manchester. Tampoco han ayudado los horarios. Que el derbi en San Mamés cayera entre semana impidió que hubiera muchos realistas allí, igual que el hecho de que Vallecas fuera el último desplazamiento y ya sin nada en juego hizo que algunos aficionados se quedaran en su casa, aunque el equipo contó con un muy importante respaldo ese día y la fiesta fue total. Con todo, cabe felicitarse de que en otros escenarios más conflictivos como el Santiago Bernabéu o, sobre todo, el Vicente Calderón, sea cada vez más normal ver algunas camisetas realistas en la grada.
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