lunes, noviembre 17, 2014

El Aperribay ambicioso está feliz

Aperribay y Moyes, sonrientes en la presentación.
Tengo siempre en la cabeza un detalle sobre Jokin Aperribay que en su momento pasó muy desapercibido. En plena celebración por la cuarta posición que se logró al final de la temporada 2012-2013, el presidente de la Real exigió a sus jugadores que pagaran la apuesta que le debían, a pesar de el equipo hubiera quedado en esa posición y no en la tercera que él había vaticinado. Éramos pocos, muy pocos, los que veíamos ese potencial en la plantilla que manejaba Philippe Montanier, ya incluso desde el primer año del técnico francés en el banquillo txuri urdin, y que Aperribay fuera uno de ellos me resultó muy llamativo. Más si tenemos en cuenta que ni Montanier ni los jugadores se habían permitido siquiera hablar de Europa como uno de los objetivos de la temporada mientras su presidente les andaba comparando con la generación realista campeona de los 80. ¡Como para pensar en la Champions!

El caso es que siempre he visto en esa confesión de Aperribay una de las razones no admitidas por las que Montanier no sigue siendo entrenador de la Real. Hay muchos aficionados que guardan un espléndido recuerdo del francés, pero pienso que Aperribay tiene clavada la misma espina que yo. Si no hubiera desperdiciado la primera temporada y si el equipo no hubiera dilapidado las diez primeras jornadas de la segunda, en las que sólo consiguió diez puntos (no olvidemos que Arrasate fue cesado con seis en ese mismo número de partidos), esa Real con una base casi idéntica a la del equipo que había logrado el ascenso a Primera más el ambicioso añadido de Vela podría haber logrado esa tercera plaza que fue para el Atlético de Madrid con diez puntos más que el equipo txuri urdin. Con esa frase, Aperribay se reveló como la persona más ambiciosa que hay en el entorno de la Real. No tengo ninguna duda al hacer esa afirmación, a pesar de que algunos de sus movimientos evidentes para todos no hayan contribuido a dar esa imagen.

Es absurdo pensar que Aperribay no ha cometido errores, y puede que el de Arrasate, por las razones que sea, sea el más claro de su mandato. Pero volviendo la mirada atrás sólo unos meses, este mismo verano no le tembló la mano al presidente realista para firmar los dos fichajes más caros de la historia del club, los de Vela y Finnbogason. Y ahora, sean o no ciertas las cifras que se han publicado (y que Aperribay ha negado), ha apostado con firmeza por traer al entrenador mejor pagado de los más de cien años de vida de la Real. El fichaje de David Moyes devuelve a Aperribay al terreno más ambicioso de su mandato en la parcela deportiva. Es más, le sitúa en las cotas más altas de ambición que le permite su cargo. El Aperribay ambicioso está feliz, y se le notó en la presentación del técnico escocés. Y Moyes, de momento, ha respaldado con todas sus afirmaciones esa ambición de Aperribay. Por encima de cualquier otro detalle, eso es lo que más ilusión despierta del nuevo entrenador. Justo lo que le ha faltado a la Real desde la eliminatoria de Lyon.

Desde aquella grandiosa eliminatoria, todo se ha ido torciendo poco a poco y a veces incluso sin razón. La Champions era para disfrutar, una experiencia muy bonita, y no importó que se sumara un único punto, que se anotara un triste gol que ni siquiera sirvió para sumar y que el último partido sobrara. La séptima posición en la Liga, pese a la debacle de los últimos meses de campeonato, era un objetivo cumplido, por mucho que eso obligara a disputar dos rondas previas que, curiosamente, acabaron siendo el principio del fin del ciclo de Jagoba Arrasate. Hasta Krasnodar parece que se asumió sin demasiada congoja pese a ser un ridículo de dimensiones históricas. Nadie parece haber acompañado a Aperribay en su ambición desde Lyon. La semifinal de Copa fue la mayor excepción a ese conformismo. La Real no la tiró, no se rindió pese al clarísimo perjuicio arbitral del partido de ida o a que jamás había remontada una eliminatoria así ante el Barcelona. El "tenemos escudo" de Jagoba, pese a todos los palos que ha recibido por su forma de actuar, y muchos de ellos merecidamente, fue uno de los pocos rasgos ambiciosos de la Real en ese periodo.

Moyes habla muy bien. Es convincente ya desde la mirada. Siempre sereno pero contundente. Parece tener muy claras las ideas y habló con una enorme sintonía con Aperribay en todo, desde la forma en que se fraguó su fichaje hasta las necesidades actuales del equipo. Sabe que todavía tiene que ver mucho más antes de tomar decisiones contundentes, pero por lo pronto, no me imagino al escocés sufriendo un arbitraje tan escandaloso como aquel de la semifinal de Copa en el Camp Nou y permaneciendo tan impasible como se muestra toda la Real en conjunto ante situaciones como esa. Moyes va a alzar la voz cuando sea necesario, dentro y fuera del vestuario, y da la sensación de que eso es justo lo que necesita esta plantilla que ayudó a Arrasate a caer con su conformismo. La proclama de Moyes sobre la importancia de ganar dentro de un modelo de crear fútbol que satisfaga al público es algo bastante novedoso. Montanier no hablaba así. Arrasate tampoco. Lasarte sí tenía esos ademanes, pero sabía de dónde venía, del infierno de Segunda donde la Real tenía otras exigencias. Ahora la Real está en disposición de dar ese salto ambicioso.

Aperribay nunca ha tenido un atisbo público de autocrítica (resulta evidente que internamente sí, dado que a un técnico del perfil de Arrasate le sucede otro del prestigio e historial de Moyes) y se retuerce incómodo en su butaca cuando hay alguna pregunta, pocas, que le saca de ese edén ambicioso en el que vive. No le gusta que le afeeen la designación de Arrasate, aunque fuera de un perfil más pequeño que este fichaje de Moyes y una aparente y nunca del todo bien explicada contradicción con ese carácter ambicioso. Pero ahora está claro que el giro es radical. Arrasate fracasó a la hora de hacer realidad la ambición de Aperribay, pero no fue el único. Illarramendi, Bravo y Griezmann no creyeron en ella y abandonaron el barco. Quienes se han quedado, llevan meses empequeñeciéndose salvo en las victorias ante Real y Atlético de Madrid. Y ahora Moyes es el primero que ha de responder a la ambición del presidente. De él depende que se haga realidad la apuesta que seguro que Aperribay ya ha lanzado a los suyos. Y la de llegar a la Champions la ganó.

1 comentario:

Antonio R. dijo...

Yo le doy un voto de confianza a Moyes...veremos.