Griezmann celebró así el gol del empate. |
Sólo hubo una sorpresa en el once de Arrasate, y es que Ros entró en el equipo y no Elustondo, como se preveía. Lo demás, lo previsto. La defensa de gala, Markel por delante, Xabi Prieto en la media punta y el trío atacante que la temporada pasada marcó los goles necesarios para ir a la Champions. El comienzo del partido aunó sensaciones preocupantes con buenas sensaciones. Preocupante era que la presión del Espanyol bastaba para que la Real no supiera cómo sacar el balón con su centro del campo. Markel nunca ha sabido cómo ayudar en esa tarea, pero se vio a Ros demasiado adelantado. Su larga inactividad y la escasa confianza que se ha tenido en él hicieron el resto para que no brillara. El caso es que en esos primeros minutos cuando Ros bajaba unos metros sí encontraba la pelota y ayudaba mucho a la defensa, demostrando el jugador que podría ser. El dominio local bien no se tradujo en muchas ocasiones de gol, y la Real no tardó en despertar. Y lo hizo gracias a Agirretxe. Cierto es que prolonga ya al menos hasta la jornada 16 su sequía goleadora, pero en Cornellá-El Prat recordó al delantero de la temporada pasada.
En apenas tres minutos desde el 16 al 19, el delantero realista juntó tres ocasiones consecutivas que obligaron a Casilla a intervenir con muchísimo acierto, aunque en la última, que fue su mejor parada, abajo y en un gran cabezazo de Agirretxe, el árbitro señaló fuera de juego. A continuación, la presión del nueve realista obligó al guardameta espanyolista a salir de su área a despejar un balón que cayó a los pies de Vela, que armó un disparo algo precipitado que Héctor Moreno sacó bajo palos con cierta tranquilidad. Fueron diez minutos muy buenos e intensos de la Real. Fueron buenos minutos sin una continuidad clara en su juego, pero llevando atrás al Espanyol de una forma evidente, con aciertos en sus combinaciones ofensivas. Y es que, para ser mejor que el rival y llegar al área contraria, a esta Real ni siquiera le hace falta que sus mejores hombres protagonicen una actuación global brillante. No fue así en el caso de Xabi Prieto, Vela o Griezmann (aunque éste hizo un desgaste defensivo encomiable), que pasaron bastante desapercibidos en el juego. Pero en esos minutos la Real se acercó mucho al gol y probablemente mereció ponerse por delante.
Cuando un disparo de David López en el minuto 26 se marchó fuera por muy poco, la Real volvió a empequeñecerse. Mucho más cuando en el 31 encajó otro gol extraño, producto de un fallo en cadena, donde nadie presionó el despeje en largo desde la defensa espanyolista, Mikel González se tragó el amago de Sergio García y Bravo estaba demasiado bajo palos, con lo que Córdoba pudo encarar con facilidad al chileno y superar su salida. La Real volvía a ponerse por debajo en el marcador en un partido que estaba muy cerca de estar controlado. Y con el 1-0 llegaron los nervios. Las cosas que sí estaba haciendo bien la Real, desaparecieron. Ros empezó a mostrar una imprecisión total en el pase, Markel se veía absolutamente superado en su zona, los dos laterales desaparecieron por completo (en el caso de Carlos Martínez es algo más preocupante, porque no ha conseguido una buena forma en todo lo que llevamos de temporada) y los atacantes se convirtieron en islas inalcanzables. El descanso, tras una parada de Bravo a Sergio García, fue una buena noticia para los de Arrasate.
El técnico txuri urdin arrancó la segunda mitad mostrando otro de sus rasgos: una fe inquebrantable en el sistema y en los once jugadores con los que arranca el partido, independientemente de cuál sea el resultado o incluso las sensaciones. Y ambos eran bastante negativos en los primeros minutos tras la reanudación. No obstante, poco a poco el partido se fue desnivelando a favor de la Real. El Espanyol también tuvo algo que decir, porque pareció recular, se contentó con el 1-0 y empezó a perder tiempo. Lo malo para el equipo txuri urdin era que, por mucho que rondara el área de Casilla, no terminaba de generar ocasiones de peligro más allá de la buena parada del meta en su salida tras un gambeteo dentro del área de De la Bella. Pero, como le sucedió al Espanyol en la primera mitad, la Real marcó cuando no se veía tan claro que fuera a hacerlo. Un buen centro de Vela desde la derecha encontró el desmarque de Griezmann y la mala salida del portero local. Era la primera vez que conectaban el mexicano y el francés y la jugada acabó en gol. Así el partido entró en una nueva fase. Como hace un año en este mismo escenario, la Real llegaba al tramo final del partido en disposición de ganarlo.
Pero esta vez hubo una diferencia sustancial: Rubén Pardo. Lo cierto es que Arrasate ya había movido ficha antes, ordenando que se acercaran más al área rival tanto a Ros como a un Markel que se creció de una forma impresionante en la segunda mitad. Pero sobre todo se vio con la entrada de Pardo, dos minutos antes de que Griezmann hiciera el empate y cinco después de que Ansotegi relevara a un Iñigo Martínez tocado. Sería una barbaridad decir que la Real empató gracias al cambio, pero lo que sí es indudable es que el riojano dio al juego txuri urdin el empaque que necesitaba. Hay que confiar en que su suplencia se deba a esas molestias en la cadera que le hicieron retirarse del partido antes de tiempo en Donetsk, porque si es por táctica algo estamos haciendo mal. Pardo, que entró por un Ros que dilapidó en buena medida su lucha incansable con las imprecisiones en el pase de sus últimos minutos, entendió el partido, se asoció con todos los jugadores, se ofreció en todas las salidas y encontró espacios que hasta ese momento habían pasado desapercibidos para todos.
Y las ocasiones empezaron a caer. Vela pudo hacer a renglón seguido del empate el 1-2 tras un sensacional pase de Agirretxe, metió el cuerpo a su marcador tan bien como lo había hecho hace unos días ante el Celta, pero su disparo esta vez no encontró portería. Pardo tuvo su opción de marcar, pero su potente disparo algo escorado a la izquierda lo sacó Casilla a córner con los puños. Y el propio Casilla se adelantó a Agirretxe en otro buen balón de Pardo. Fueron buenos minutos de la Real, en los que el Espanyol vio claramente que el partido corría peligro. Arrasate agotó los cambios a once minutos del final, dando entrada a Seferovic por un Agirretxe aún gafado de cara a gol pero que en Cornellá-El Prat hizo un gran encuentro. El Espanyol consiguió sobreponerse algo al dominio de la Real, pero fue entonces cuando llegó el gol de la victoria, un gol muy afortunado pero no por ello menos merecido. Pardo botó un córner en corto sobre Xabi Prieto, que le devolvió el balón. Su centro al área no cogió altura, pero Stuani pifió el despeje, que cogió una parábola perfecta para que Casilla sólo pudiera ver cómo el balón se estrelló en el larguero y se introdujo en su portería. Era el minuto 88.
Al Espanyol ya no le quedó tiempo para intentar la igualada y la Real se llevó tres puntos muy valiosos. Una victoria después de un varapalo anímico como el de Donetsk vale mucho. Si es con remontada, mucho más. Y si sirve también para mejorar las cifras como visitante, no tiene precio. Es cierto que el juego del equipo de Arrasate sigue siendo muy inconstante, pero parece difícil que sea de otra forma si en cada once hay que suplir dos o tres jugadores por lesión. Habrá que ver si la eliminación europea trae algo más de regularidad a las actuaciones realistas, pero lo que está claro es que la posición en la Liga hay que calificarla de inmejorable, máxime si se tiene en cuenta que la Real estuvo hasta siete de las quince jornadas ya disputadas sin conocer la victoria. La primera defensa de la posición europea se salda con un triunfo sensacional ante un rival que hoy era directo y que impide que el Getafe, con su victoria ante el Levante, sobrepase a la Real en la tabla. La cuarta plaza está hoy un poco más cerca. Mañana estará como mucho a seis puntos. Buena noticia para pensar ya en la Copa.
2 comentarios:
Partido trabajado con suerte al final. Es necesario sumar fuera y que el equipo crea que puede aspirar a algo más que deambular por la mediocridad.
Antonio, está claro que para estar arriba hay que tener ese punto de suerte, saber sufrir y sumar fuera. Por eso fue una buena victoria. Creo que el equipo aspira a más que deambular por la mediocridad, aunque la Champions nos haya podido dejar con esa idea.
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