Hoy hace ya veinte años Anoeta estaba recibiendo su bautismo txuri urdin. No fue con agua bendita, sino con un pedazo del césped de Atotxa, su padre por ese simbólico traspaso y predecesor como hogar de la Real. Y en una semana lo celebrará con un regalo hermoso y deseado, su tercera participación europea. Entre aquel día, en el que el hoy muy criticado Loren marcaba el primer gol que las huestes realistas celebraban con alborozo, incluso siendo en un partido amistoso contra el Real Madrid, y el de hoy, Anoeta ha estado en el centro de muchas vivencias. Y eso es, por encima de todo, lo que procede recordar hoy, en este aniversario, lo que hemos vivido, soñado y, por qué no, sufrido dentro de sus muros, en sus asientos, en sus pasillos. Olvidémonos por un momento de los sinsabores, de sus pistas, de los tejemanejes que hicieron que su fisionomía poco tenga que ver con la de Atotxa, de que sus comodidades no sean equivalentes para todos o de esos proyectos de reforma que tan bien quedan sobre el papel pero que nunca consiguen llegar a buen puerto. Quedémonos con lo bueno, con lo bonito, con lo que nos saca ahora una sonrisa cuando lo recordamos.
Porque Anoeta es la casa de la Real por encima de todas las penurias que hayamos vivido allí, y como nosotros, los que tenemos la sangre txuri urdin, somos la Real, es también nuestra casa. Hay quienes se acomodan cada dos semanas, hay quien desde el sufrimiento que siempre da la distancia sólo puede entrar una vez cada cierto tiempo, pero todos hemos disfrutado allí de momentos inolvidables. En Anoeta hemos celebrado un subcampeonato, un ascenso y un centenario. Hemos vivido con incontenible alegría goleadas al Real Madrid, al Athletic, al Valencia, al Valladolid, al Logroñés, al Tenerife, al Valencia y la más holgada de todas, al Albacete. Hemos visto a grandes delanteros, como Kodro, Kovacevic o Nihat; leyendas de Zubieta como Larrañaga (el único campeón de Liga que llegó a pisar su césped vestido de txuri urdin), De Pedro, Aranburu (con su ya legendaria despedida) y tantos otros; grandes goles, recientes como el de Iñigo Martínez desde el centro del campo al Athletic, o la prodigiosa jugada colectiva que culminó Xabi Prieto ante el Valladolid, aquella maravilla de Craioveanu al Oviedo, el de Tayfun también a los pucelanos, el misil del olvidado Castillo en Segunda.
Qué demonios, ahora, pensando en todo lo que ha sucedido entre sus muros en las dos últimas décadas, incluso los malos momentos me parecen reseñables. Y recuerdo con una mezcla de amargura, cariño y compromiso el fatídico debut en Segunda contra el Castellón; aquel penalti que erró Savio ante el Racing en una triste noche de 2007 y que simbólicamente nos condenó al descenso; el que falló Kovacevic en los últimos instantes también de aquel formidable partido ante el Depor en la Liga 1997-1998, perdiendo dos puntos que nos alejaron de nuestra primera y merecida clasificación para la Champions; la lluvia de botellas a Etxeberria cuando el Athletic, en la temporada 2000-2001, rompió con ayuda arbitral una larga racha de derbis sin derrotar a la Real; el escándalo que montó Brito Arceo aquel día contra el Valencia en el que nos dejó con nueve jugadores y que acabó provocando el cierre de nuestra casa que supuso el posterior exilio a Pamplona en la primera jornada en casa de la 2001-2002; la enorme inundación que obligó a retrasar el partido contra el Tenerife en 1997; o aquel 0-6 del Barcelona en 2001, con todos sus goles antes del descanso.
Y todos tenemos nuestros propios recuerdos en Anoeta. Nuestro primer partido, nuestro primer derbi, nuestra primera victoria y nuestra primera derrota, el día en que vimos un instante inolvidable, sea el gol de De Pedro por la escuadra en el descuento de aquella noche copera contra el Sevilla de 1993 o el que Bravo metió en una de las muchas mañanas memorables de la 2009-2010 ante el Girona, las grandes victorias contra el Real Madrid y el Barcelona, con especial recuerdo en el caso de los madridistas para el 4-2 de la 2002-2003 y para los cules para la memorable remontada hasta el 3-2 final de la 2011-2012 nada menos que en la víspera de San Sebastián; aquel gol de Kovacevic a puerta vacía en el minuto 96 del partido de la 1998-1999 o el gol de Gracia que sirvió para empatar también en el descuento un año antes. Anoeta ha vivido grandes noches europeas, ante el Sparta de Praga pese al corto 1-0, ante el Atlético de Madrid pese a la posterior eliminación y la dolorosa perdida de Aitor Zabaleta (beti gogoan), ante la Juve incluso con el 0-0 final, ante el Galatasaray con el gol de De Paula que metió a la Real entre los 16 mejores equipos de Europa.
Llevamos dos décadas en Anoeta y hemos visto casi de todo. Nos falta un título. Dejadme soñar. Pero con o sin reforma, Anoeta merece un título. Atotxa vivió dos en sus carnes, la segunda Liga y la Supercopa, y celebró otros dos, la primera Liga y la Copa. Con las penurias y las alegrías de veinte años de vida y una mayoría de edad ya alcanzada con crecese, Anoeta también se ha ganado ese momento. Y llegará. Algún día llegará, aunque sea una celebración en la distancia como aquellas de El Molinón o La Romareda.
2 comentarios:
Me encanta tu blog, porque soy realista a mas no poder y me siento identificado :). PD:¿Que opinas de el traspaso de Granero a la real?
Toni, muchas gracias por tus palabras, un placer tenerte por aquí. A mí me parece una incorporación fantástica, que nos va a aportar muchísimo.
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