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En el minuto 91, Kuhbauer coge el balón en la banda izquierda y va conduciendo en diagonal hacia el centro. Pasa el balón a Aldeondo que, con un suave toque, hace pasar el esférico por entre las piernas de un defensor espanyolista. El balón llega al pico del área, desde donde Kovacevic, en plena carrera y al primer toque, con el exterior del pie derecho, conecta una preciosa vaselina. Toni, portero del Espayol, la ve. Pero sólo tiene tiempo para recular y ver cómo el balón se cuela en su portería. Bernd Krauss, entrenador de la Real, a pesar de que el partido ya estaba ganado, no tiene más remedio que levantarse y aplaudir a Darko. No fue el único en reconocer el mérito del gol.
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"En pleno ferstival, el propio Kovacevic levantó al público de sus asientos con un golazo de escándalo, que fue recibido con aplausos", contó El Diario Vasco al día siguiente. En esa crónica, el periodista Pedro Soroeta destacaba que Darko era "un delantero al que tendrán que empezar a reconocer incluso sus detractores más acérrimos". "El yugoslavo trabaja, abre huecos y ve puerta. Falla algunos goles, claro, como todo el mundo, perus aciertos son mayoría frente a sus fallos", añadía. La Real, narraba el diario AS, "alcanzó el triunfo por K.O, gracias a su insitencia, a un penalti que no fue y a una virguería de Kovacevic, que se fue con dos goles y una ovación del estadio". "El broche donostiarra lo puso otra vez Kovacevic con un golazo de vaselina", explicaba Marca.
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Aquel gol, el segundo de Darko en Montjuic, fue el 2.402 de la historia de la Real en Primera División. Media hora antes, el gol de Loren había supuesto el 2.400. Y ese, el de Loren, fue el que entró en la historia. Pero bonito, lo que se dice bonito, fue el de Darko.
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Aquel gol, el segundo de Darko en Montjuic, fue el 2.402 de la historia de la Real en Primera División. Media hora antes, el gol de Loren había supuesto el 2.400. Y ese, el de Loren, fue el que entró en la historia. Pero bonito, lo que se dice bonito, fue el de Darko.
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