¿Por qué? Es difícil de decir, sobre todo porque en esta Europa League ha habido un cambio con respecto a las dos anteriores. Las dos primeras experiencias europeas de Imanol fueron sufridas. Costó clasificarse para las rondas eliminatorias y, de hecho, se consiguió en la jornada final del grupo inicial, pero esta temporada se dio un paso adelante gigantesco. La Real dominó un grupo complicado con mano de hierro. No está teniendo mucha suerte el equipo txuri urdin en los sorteos, eso es cierto, aunque eso también con los coeficientes que mejoran a base de competir en Europa y hacerlo con solvencia. Pero tocó en suerte un coco conocido, el Manchester United, un equipo que un año atrás estaba jugando en Champions y que ganó en el Santiago Bernabéu aunque cambió su plantilla casi por completo, y una cenicienta desconocida, el Omonia de Nicosia.
La Real arrancó su andadura europea a lo grande, triunfando en Old Trafford con un gol de penalti de Brais Méndez. El Manchester United se ha convertido en un rival habitual en los últimos años, es el único contra el que la Real ha jugado en tres temporadas en competición europea, y aunque los resultados habían sido más o menos parejos, salvo en la debacle de Turín dos años atrás, faltaba dar ese pequeño gran paso. Si la Real ganaba en el Teatro de los Sueños, los techos estaba rotos. Cualquier escenario podría ser asequible. La manera en la que se ganó, maniatando a un United que no supo qué hacer en todo el partido, y con las ausencias de puntales como Le Normand u Oyarzabal, disparó las expectativas y colocó a la Real en el camino de lograr lo que en años anteriores se había resistido, la primera plaza del grupo.
El equipo de Imanol inició de esta manera una andadura triunfal en su grupo, contando las cinco primeras jornadas por victorias. Primero superó al Omonia con más sufrimiento del debido, 2-1, con un gol de Sorloth a diez minutos del final tras el empate mediada la segunda mitad que lograron los chipriotas. El Sheriff se tuvo que rendir a la Real en las segundas partes, 0-2 en la primera vuelta del grupo con goles de Silva y Aritz, y 3-0 en Anoeta, en el comienzo de la segunda mitad del grupo, con Sorloth, Rico y Navarro como goleadores. En la quinta jornada, la Real volvió a ganar por 0-2, coronando tres partidos sin encajar gol, marcaron Navarro y Brais, y consiguió llegar a la última jornada en la primera posición del grupo y, por tanto, dependiendo de sí misma.El hecho de haber sumado diez goles a favor y solo uno en contra suponía que en el duelo contra el Manchester United en Anoeta la ventaja era doble. Valía ganar, empatar... y hasta perder siempre y cuando fuera por un solo gol de diferencia. La Real jugó para sumar los tres puntos, hizo un espléndido partido, pero Garnacho adelantó al United en la primera ocasión de los Diablos Rojos... y casi en la única. A pesar de jugar en el alambre, los muchachos de Imanol controlaron a su rival en todo momento, sin conceder apenas llegadas al área de Remiro. Y aunque no consiguieron batir a De Gea y poner algo de justicia en el marcador, la del grupo estaba fuera de toda duda: la Real había conseguido ser primera y, por tanto, esquivar la primera ronda eliminatoria y a los equipos directamente rebotados de la Champions, que era lo que había provocado su eliminación en las dos temporadas anteriores, ante el propio United y ante el Leipzig alemán.
Pero aún esquivando a rivales de entidad que cayeron en ese primer cruce, tampoco tuvo demasiada suerte la Real. Su rival en los octavos de final fue la Roma, el conjunto entrenado por Mourinho que la pasada campaña había sido el campeón de la Conference League. El hecho de que el Betis hubiera sido su rival en la fase de grupos y que hubiera podido ganar en el Olímpico por 1-2 alimentó las esperanzas de que la Real rompiera el gafe que tenía en eliminatorias de este nivel, algo que el equipo txuri urdin no supera desde hace demasiados años, desde la Copa de la UEFA 1998-1999 con Bernd Krauss como entrenador. Pero los realistas mostraron la cara más endeble, la que que no habían tenido en la fase de grupos, y el escollo romano se convirtió en insalvable.
¿Fue una eliminación merecida? Por muchas razones habría que decir que no. La Roma no jugó más que la Real, pero aprovechó sus dos mejores ocasiones en el primer partido, el que se jugó en suelo italiano. Una derrota por 1-0 dejaba la eliminatoria más abierta, pero la Real cometió el enorme error de conceder un segundo gol a balón parado en el minuto 87, en esos minutos en los que no hay que perder los que ya no se ha ganado. El 2-0 era una losa enorme y con él, en un Anoeta volcado, se cometió el segundo error: no salir a morir en el partido de vuelta. La Real optó por jugar como lo hizo en la ida, esperando ocasiones, ocasiones que además llegaron pero con cuentagotas. Y aunque la Real mereció ganar el partido, un partido en el que solo hubo 50 minutos de juego efectivo con la colaboración de un mal arbitraje en un encuentro que con el añadido se extendió hasta los 100.Europa esquivó una vez más a la Real. Hay un paso adelante claro, porque se ha demostrado que se puede competir a este nivel, porque la fase de grupos ya no es un escollo. Pero las eliminatorias sí lo son. Pesan mucho, quizá porque llegan en un momento de la temporada en el que la Real no está al mismo nivel, por la responsabilidad o por cualquier otra razón. El caso es que no es posible pasar una ronda si no se consigue marcar, y eso fue lo que sucedió ante la rácana Roma que, eso sí, llegó hasta la final, que perdió en los penaltis contra ese Sevilla de Mendilibar que tanta envidia despertó aquel día. Europa sigue esperando y algún día esa alegría tiene que vivirse en Anoeta. Quién sabe si será en Champions.
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