Si miramos los datos fríos, la Real ha vivido prácticamente toda la temporada en puestos europeos, que es lo que nos conduce a ver una proeza como algo casi lógico. Desde la victoria en Anoeta ante el Villarreal de la octava jornada, el equipo txuri urdin jamás bajó de la sexta plaza, y desde que ganó 1-2 en el Sánchez Pizjuán sólo ha conocido la zona Champions, siendo tercero o cuarto. El colchón que le dieron las dos rachas de cinco victorias consecutivas que cosechó em la primera vuelta hizo que su plaza no llegara a peligrar ni en los peores momentos de la temporada, cuando el Villarreal apretaba, o cuando antes lo hicieron el Betis o incluso el Athletic, crecido tras prolongar los malos resultados recientes de la Real en San Mamés. Sería absurdo negar que ha habido momentos malos en la temporada, no demasiados, pero no olvidemos que la Real ha sido el único equipo en no recibir ni un solo gol del Real Madrid y que este año se ha roto el pesado estigma que se arrastraba en el Camp Nou, logrando allí una nueva victoria, pasillo mediante al campeón, 32 años después de que un once txuri urdin saliera de allí con el triunfo.
No se consigue buena cuarta plaza por casualidad o de rebote, y menos aún si tenemos en cuanto que la Real salió de la 36″ jornada del campeonato con opciones matemáticas de ser subcampeón cuando quedaban solo seis puntos en juego. Casi nada. Ese sueño, o el de la tercera plaza que también habría permitido jugar la Supercopa de tan extraño formato y dudoso escenario como la que organiza la Federación desde hace algunos años, se truncó perdiendo en ese penúltimo partido en el Metropolitano. Fue la derrota más dulce de la temporada junto con la cosechada en Anoeta ante el Manchester United en la última jornada de la fase de grupos de la Europa League, que no impidió que la Real fuera primera por delante de los ingleses. Que durante muchos tramos de temporada el ritmo de puntuación se asemejara al del equipo subcampeón de 2003, habla muy claro del gigantesco e histórico mérito que tiene el equipo de Imanol.El técnico txuri urdin lo decía en el discurso que dio en el vestuario tras certificar la cuarta plaza, la Real destaca no sólo por el qué sino por el cómo ha llegado hasta aquí. Si repasamos buena parte de la temporada, sus partes de bajas eran casi más extensos que las convocatorias que podía confirmar el técnico realista. Que la Real acabara el partido del Bernabéu con Zubeldía de lateral izquierdo, y que eso diera para sacar un punto del campo de un equipo que entonces luchaba por la Liga, habla a las claras del coraje con el que se ha hecho frente a las ausencias. Pocos equipos podrían sostenerse de una manera tan ejemplar con tantas ausencias si estas incluyen, por ejemplo, a su fichaje más caro de la historia y a su estrella y capitán, pero Sadiq y un Oyarzabal ya de vuelta pero todavía con camino por recorrer nos obligaron a vivir de esta manera. Con una cierta Silvadependencia, desde luego, pero qué equipo no notaría en su juego la ausencia de un jugadorazo de ese calibre y que algún día explicará cómo demonios le convenció Olabe para venir a Donostia.
Puede que no seamos del todo conscientes del nivel de exigencia que ha adoptado la Real de Imanol, pero sí hay una racha de esta temporada que demuestra hasta donde nos está llevando. En noviembre, diciembre y enero, rodeando el parón por el Mundial. la Real ganó nueve partidos oficiales consecutivos por primera vez en su historia. Nueve, cinco de Liga y cuatro de Copa. En total, el equipo txuri urdin ha jugado 51 partidos y ha ganado nada menos que 30, algo nunca conseguido en la historia, superando las 28 que se lograron con John Toshack en el banquillo en la temporada 1987-1988. Estamos acostumbrándonos tanto a ver a una Real ganadora que casi cuesta asumir que, de vez en cuando, lo normal es perder. Y además ha cambiado una dinámica que estaba pesando en las últimas temporadas, y era el resultado contra los equipos punteros. Ya hemos indicado que se ha ganado a Real Madrid y Barcelona, pero a eso hay que sumar un empate contra el Atlético de Madrid y otra victoria contra el Villarreal. Se puede perder, se ha perdido de hecho, pero también se gana, y eso ha sido decisivo para llegar a la cuarta plaza y para, por qué no decirlo, para soñar con cotas mayores. La peor racha sin ganar ha sido de cuatro partidos, y de ellos solo se perdió uno. Los números son impresionantes.
Esa dinámica, además, contagia al desempeño del equipo en la Copa. No es algo nuevo, ya que Imanol ha potenciado esa competición de una manera espectacular. La Real juega la Copa para ganarla. Es así de sencillo. Disputado con absoluta humildad las eliminatorias ante rivales de menor entidad, ante los que la eficacia ahora mismo es absoluta, y se enfrenta a los equipos de Primera de tú a tú. De esta manera, el equipo txuri urdin superó a Cazalegas, Coria y Logroñés sin tacha, con un balance de diez goles a favor y solo uno en contra, mostró eficacia absoluta para superar al Mallorca en Anoeta y dejó un espléndido sabor de boca en el mejor de los escenarios, el Camp Nou y a partido único. La Real se despidió de la Copa con honor, a pesar de jugar una hora con diez jugadores por la expulsión de Brais, por un exiguo 1-0 y con claras ocasiones para empatar durante la segunda mitad. La Real perdió, porque puede perder, pero jugó para ganar. Y ese es, seguramente, el cambio de mentalidad más notable que ha generado Imanol.Sin eso, es imposible explicar que un equipo que hace trece años estaba subiendo a Primera División después de tres durísimos años en Segunda, celebre ahora el regreso a la máxima competición continental y corone cuatro años seguidos en Europa. El éxito de la temporada es indiscutible, y no sólo por lo que refleja la clasificación, sino por la forma en la que se está consiguiendo todo. Esta es nuestra Real, es reconocible y es grande, vive un momento dulce. Algún día llegarán las vacas flacas, de eso no hay duda, pero ahora mismo la Real está en la cresta de la ola. Y nos estamos acostumbrado a ello. Que no nos ciegue el brillo de los éxitos, porque esto no es lo habitual. 71 puntos es una burrada, la segunda mejor marca de la Historia tras los 76 que se lograron con el subcampeonato de la 2002-2203. Esto es, sencillamente, lo que corona las eras grandes, y esta es una de ellas. Honor para la Real después de un curso sobresaliente.
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