Finnbogason, autor de los dos goles. |
Moyes volvió a prescindir nuevamente de la columna vertebral del once tipo, pero no de una forma tan rotunda como en Oviedo. En este partido de vuelta jugaron los mismos centrales que ante el Athletic, Iñigo Martínez y Ansotegi (Mikel González no entró en la lista, sin que el club explicara claramente si está lesionado o si fue una decisión técnica), y el centro del campo tuvo a dos pesos pesados de momento sin un puesto ganado, Pardo y Zurutuza. Además, Finnbogason repitió arriba. Las oportunidades para los jóvenes se personificaron en Aritz Elustondo, debutante en el primer equipo, Gaztañaga, si todavía se le puede dar esa consideración al ser miembro de pleno derecho de la primera plantilla, y Hervías. Con esos mimbres, este partido fue el que más claramente demostró hasta la fecha cómo quiere Moyes que sea su equipo: presión arriba, mucho toque en el centro del campo y continuas subidas de los laterales. Claro está, es una prueba condicionada por el nivel del rival, no hay que olvidar que milita en Segunda B.
Aún así, el partido fue bastante completo a todos los niveles y la victoria no sólo fue incuestionable sino que además fue por bastantes menos goles de los que debió marcar la Real. La posesión del balón fue casi por completo txuri urdin (rondando el 80 por ciento en la primera mitad), la movilidad de los seis hombres del centro del campo y del ataque fue constante y tuvo el apoyo ofrensivo continuo de los dos laterales (e incluso de la buena salida de balón de Iñigo Martínez), el toque de balón fue variado y preciso, y la intensidad en la presión alta ya desde el área oviedista, aunque fue penalizada en exceso por un quisquilloso Undiano Mallenco, que pitó incontables faltitas en contra del equipo realista. Hay que insistir en que el rival milita dos categorías por debajo, y eso se tradujo primero en una presión mucho menor sobre sus líneas que la que impone un equipo de Primera y, por tanto, en unos espacios multiplicados para que los realistas pudieran maniobrar prácticamente a su antojo. Por eso, el partido arrancó siendo casi un monólogo realista.
El Oviedo, que ofreció un espejismo con la jugada que siguió al saque de centro, apenas inquietó en la primera mitad con un disparo lejano de Señé a los 23 minutos que se encontró con una espléndida reacción de Rulli, en su única intervención de ese primer acto. La comodidad del arquero argentino estuvo propiciada por el buen trabajo de la Real en ese periodo, que además añadió muchos robos de balón, mucha verticalidad y buenas opciones de gol. Finnbogason estuvo en casi todo, aunque las sensaciones no fueron del todo buenas. La primera ocasión fue un pase de Canales que ni siquiera llegó a conectar y que atrapó con facilidad Magunazelaia. Sí llegó a disparar en las dos siguientes jugadas. En la primera conectó con el balón sin demasiada fuerza, mostrando que no tiene una confianza suficiente para ser el delantero que prometían sus datos en Holanda, y en la segunda le costó un mundo controlar la pelota y su disparo llegó ya con el portero encima. Los pases de Zurutuza y Pardo en ambas ocasiones, brillantes.
Después fue Pardo el que probó fortuna para encontrarse con el guardameta oviedista en un lanzamiento de falta (el riojano gozó de esta ocasión y de otra en la segunda mitad que se marchó rozando el palo derecho de Magunazelaia para romper la maldición de los libres directos, todavía vigente y acercándose a los cinco años de vida), justo antes de que Finnbogason, por fin, hiciera su primer gol con la camiseta de la Real. Fue el propio Pardo quien inició la jugada con un magnífico pase profundo hacia la carrera de Hervías, que pinchó la pelota con calidad para dejarla al primer toque en los pies de Finnbogason, que simplemente tuvo que empujar el balón al interior de la portería rival. La Real se ponía en ventaja con ese gol, y subía al marcador una superioridad bastante evidente sobre el terreno de juego. Los de Moyes estaban haciendo bien las cosas, Zurutuza y Pardo servían buenos balones, ambos laterales pero sobre todo Yuri eran puñales por las bandas incluso sin tener demasiado acierto en los centros y el gol de Finnbogason era una noticia largamente añorada.
A pesar de todo, la segunda parte despertó temores ya habituales. El Oviedo adelantó su línea de presión y robó algunos balones peligrosos. Gaztañaga fue el centrocampista que más sufrió, y no termina de coger un ritmo de juego que le convierta en claro candidato a quitarle el puesto a Markel. No obstante, las ocasiones visitantes fueron escasas, y sobre todo a balón parado, que sigue siendo uno de los problemas que Moyes tiene pendiente solucionar. Así, Rulli tuvo que hacer una muy buena parada a cabezazo de Vila en una falta botada por Sergio García todavía con el 1-0 en el marcador, y poco después Iñigo Martínez tuvo que interceptar un centro muy peligroso desde la banda derecha tras una pérdida de balón en el centro del campo. Si en defensa había algo más de sufrimiento, la mejor noticia para la Real, la que al menos alejaba el fantasma del bajón físico, es que seguía llegando con asiduidad a la portería rival. Zurutuza conectó un mal cabezazo cuando parecía tener una posición ventajosa y Finnbogason fue incapaz de controlar una mala cesión atrás de Omgba.
Con jugadas como esa, el islandés mantuvo las dudas que hay sobre él, incluso después de su segundo gol, el que definitivamente definió la eliminatoria para la Real. A la hora de juego, Aritz Elustondo (buena aparición la suya, a pesar de que cometió un claro error de colocación en la primera jugada del partido por los nervios del debutante) conectó un potente disparo con un efecto endiablado, que el portero del Oviedo despejó como pudo, no demasiado bien, y Finnbogason, que en realidad se movió bastante bien en sus desmarques en todo el partido aunque no tanto en sus acciones con el balón, conectó un potente disparo ante el que nada pudo hacer la defensa visitante. 2-0 y eliminatoria resuelta, aunque el Oviedo intentó al menos marcar el gol del honor e inquietar a la Real en los últimos minutos. Rulli, sin hacer nada del otro mundo, se mostró muy seguro. Y la Real pudo ampliar su cuenta. Pardo fue el más peligroso de los centrocampistas y pudo marcar, pero su disparo se fue a córner, Finnbogason desperdició otro uno contra uno con el guardameta y Yuri tuvo dos opciones de marcar su primer gol con el equipo realista.
La misión era pasar de eliminatoria. Era el listón mínimo y obligatorio. Además, se ha hecho con cierta solvencia. Sin golear, pero con la portería a cero y sin ningún peligro de eliminación. Además, el partido deja algunas buenas noticias más. La más evidente, el debut goleador de Finnbogason, del que seguramente la mayoría aceptará fallos tan clamorosos como los de hoy si sigue aumentando sus estadísticas anotadoras hasta asemejarse a las de Holanda. Pero tampoco es nada desdeñable que dos canteranos hayan jugado su primer partido con el primer equipo, Aritz e Iker Hernández, aunque este sólo dispusiera de cinco escasos minutos. Y también es importante anotar que la que se vio ante el Oviedo, a pesar de las ausencias y del nivel del rival, es la Real que más se ha parecido hasta ahora a la que quiere ver Moyes. Si la entrada de los titulares y la confianza del propio equipo hace que en Primera se puedan ver actuaciones como esta, el plan no está saliendo mal del todo. Pero, claro, el Oviedo es un Segunda B. Esperanza y cautela. Y ahora, como hace un año, el próximo rival será el Villarreal. Ahí veremos si la Copa tiene auténtico interés para la Real.
1 comentario:
Javi, totalmente de acuerdo, ver algunos detalles de Finnbogason es verdaderamente preocupante. A ver si enchufando goles coge confianza y esto es sólo un espejismo... De Pardo me quedo con un detalle ilusionante: ya que parece que nadie le contempla como un posible 4, es imprescindible que sea más peligroso en el área rival. Y ante el Oviedo tuvo cuatro ocasiones de gol, dos llegando desde atrás y dos faltas directas. Ahí puede estar la clave para recuperar al mejor Pardo.
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