
Lillo lo tiene claro: ha pedido al público tolerancia frente al error. Sabe que en Tenerife la Real no jugó bien a pesar de la victoria, pero también sabe, como todos nosotros, que ahora lo importante son los tres puntos. No quiere que Anoeta deje de animar a la Real ni un solo instante. El Salamanca debe notar que cerca de 30.000 almas desean con todo su corazón que este equipo vuelva a la élite de la que nunca debió salir. Más que nunca, Anoeta debe rozar lo imposible y recordar a Atotxa. Más que nunca, un pase errado, un balón atrás o incluso un gol del contrario deben espolear los cánticos, los gritos, las bufandas blanquiazules al aire. Más que nunca, la Real debe tener doce jugadores, y que el añadido no sea precisamente el árbitro (Del Cerro Grande, el mismo que permitió al Sporting vencer a la Real en El Molinón con un gol en fuera de juego). Es la hora de que la afición empuje más incluso de lo que ya lo ha hecho durante estos últimos tristes años. Es la hora de la Real. Y la Real somos todos.
El técnico realista, que no conoce la derrota desde que asumió las riendas del equipo hace un par de meses (y que dure la racha hasta el final), no ha dado muchas pistas sobre sus planes, aunque, a falta de conocer la convocatoria, se va a ver obligado a hacer cambios. Aranburu, tras un nuevo atropello de los comités y además por molestias físicas, no estará en la convocatoria. Y eso abre todo un abanico de posibilidades para Lillo en el centro del campo. Elustondo y Mérida (que ha vuelto entre semana de una concentración con la selección sub-19) se juegan ese puesto junto a Garitano y Martí. La defensa y la portería no sufrirán variación alguna. En ataque, es muy dudoso que Díaz de Cerio pueda jugar, con lo que Delibasic estará en punto y Gari Uranga y Nacho ocuparían las bandas. Xabi Prieto ya ha recibido el alta y podría estar entre los 18 escogidos. Lillo podría sorprender y colocarle de entrada, aunque el riesgo que supone y el buen rendimiento de Nacho en Tenerife y de Gari en las últimas semanas invita a pensar en la continuidad de ambos.
A la misma hora que Real y Salamanca empiecen a jugar en Anoeta, el Sporting comenzará su encuentro frente al Córdoba en El Molinón. A pesar de no estar matemáticamente salvados, los charros parecen estar en una cómoda situación, con 50 puntos, cinco por encima del descenso con sólo nueve por jugar. Los andaluces, por contra, están sólo un punto por encima de la barrera de la debacle en dirección a Segunda B y a priori no pueden permitirse el lujo de pinchar en Gijón. El Málaga jugará el domingo a las 20.30 horas (Canal +) contra otro equipo con el agua al cuello, el Cádiz, que tiene 46 puntos, los mismos que el Córdoba. La jornada promete emociones fuertes y quién sabe si un nuevo vuelco en la clasificación. Ganar al Córdoba y el pinchazo de cualquiera de los dos rivales colocará a la Real en ascenso. Con el empate en Anoeta, sólo una derrota de Sporting o Málaga situaría al equipo txuri urdin entre los tres primeros.
Si la historia fijara un ganador para este partido, no habría dudas: la victoria se quedaría en San Sebastián. De las 16 veces que el Salamanca ha jugado en el campo de la Real, 13 acabaron con victoria txuri urdin y el conjunto charro nunca se ha llevado el triunfo. En los cuatro partidos que se jugaron en Segunda se impuso la Real, el último de ellos en la temporada 63-64. En Primera, la estadística es casi igual de demoledora: nueve victorias y tres empates. La última visita del Salamanca a Anoeta fue en la temporada 1998-1999 y el triunfo realista fue contundente pero extraño. El marcador final, 4-0. Pero en el minuto 74 la Real sólo ganaba 1-0 y Rekarte era expulsado. Pero en tres minutos de locura, el equipo de Krauss sentenció. Darko Kovacevic en dos ocasiones y Gracia redondearon la cuenta. "Igual el próximo partido empezamos con diez", ironizó el técnico alemán al final.
El partido de la primera vuelta de esta temporada en Segunda que ya se acerca a su fin es uno de los de peor recuerdo para los realistas. Derrota de penalti injusto en el último minuto. La Real exhibió dos caras muy distintas. En la primera parte, incidió en todos los errores de la primera vuelta: falta de ocasiones de gol, errores puntuales en defensa que cuestan goles y una incapacidad para llevar el mando del partido y generar fútbol. Pero en la segunda parte hubo reacción y mucho coraje. Hasta dos veces empató el conjunto de Chris Coleman el partido (Gari Uranga hizo el primero y Aranburu fabricó un golazo en el segundo), hasta llegar al fatídico minuto 94 en el que un árbitro llamado Rodado Rodríguez decidió que el esfuerzo de los jugadores no bastaba para decidir el ganador del partido. E intervino inventándose un penalti (en la imagen, las protestas y la decepción posteriores). Un 3-2 y mucha impotencia es lo que se trajo la Real de Salamanca.
(Nota: La crónica del partido llegará el lunes. Con todo lo que hay en juego, no hay sitio donde pueda estar que no sea en la grada de Anoeta)