Desconcertante. Ese es el adjetivo que se puede aplicar al partido que ha hecho hoy la Real en el estadio del Levante. En el peor encuentro de lo que llevamos de temporada, en el que ni siquiera se vio la reacción que sí hubo en Elche o ante el Atlético, el equipo txuri urdin no supo llevar el ritmo del partido, apenas generó ocasiones de peligro y no dominó un centro del campo en el que tenía clara superioridad, no sólo técnica sino numérica, ya que Jagoba Arrasate apostó por jugar sin delantero para dar descanso a Seferovic y recuperó lo peor de Montanier, con unos cambios muy tardíos. Viene a ser curioso que ante un partido plomizo, el técnico realista haya tardado tanto en reaccionar. Y es también curioso que en una de las peores actuaciones de la Real en este estadio haya sido capaz de puntuar, cuando en otras ocasiones, jugando mejor, se fue de vacío. La buena noticia es que al menos se consiguió un punto, pero esta actuación deja una sensación de desconcierto que no se esperaba en la víspera del debut en Champions.
Decía Jagoba Arrasate antes de viajar a Valencia que la Real tenía que llevar el partido a su terreno e impedir que eso mismo lo hiciera el Levante. No lo consiguió. Y eso que su apuesta en el centro del campo parecía clara, con la titularidad de Elustondo, Zurutuza y Granero por primera vez, y dejando a Xabi Prieto en punta, alternando en alguna ocasión con Griezmann, sin un delantero sobre el césped. Pero falló la intensidad. La Real no le puso al partido el ritmo que implica llevarlo a su terreno. ¿Con la Champions en la cabeza? Los jugadores sabrán. Pero más allá de la firmeza defensiva y con la excepción de un Dani Estrada que obviamente no ha comenzado la temporada a buen nivel con el oasis del partido contra el Olympique, no funcionó nada en la primera mitad, ni los pases en corto ni la calidad de sus jugadores en punta, a pesar de que el Levante se planteó un partido con el tópico esperable y se encontró con que no iba a tener nada que ver con eso. Porque la Real, aún tocando la pelota, no dominó, con lo que los locales decidieron que era absurdo esperar con dos líneas juntas muy cerca de su propia área y trataron de estirarse.
Ni Real ni Levante estuvieron cerca del gol en la primera mitad, aunque la sensación de peligro era mayor en el caso de los granotas. Barral tuvo una ocasión clara en un cabezazo que mandó fuera y Diop puso un buen disparo lejano entre los tres palos, que un Bravo muy bien colocado blocó sin problemas. En la Real nadie cogió la responsabilidad ofensiva. En primer lugar, porque no hubo buena salida de balón desde Elustondo y porque en demasiadas ocasiones se intentó salir en largo sin éxito. Con Prieto perdido en la presión como hombre más adelantado, sólo cuando bajaba un poco a recibir se veía algo de claridad en la salida desde atrás. Griezmann ejemplificó la ausencia de peligro del equipo txuri urdin con dos desviadísimos disparos, y Vela no entró en juego. Si a eso se suma que el Levante de Caparrós sí permaneció fiel al guión en cuanto a la enorme cantidad de faltas con la que cortan el juego en el centro del campo del rival (Granero y Zurutuza recibieron cuatro faltas cada uno, sin ninguna tarjeta amarilla para los rivales), se entiende que el partido fueron terriblemente plomizo en la primera mitad.
La primera parte fue en realidad bastante mala, sobre todo por parte de la Real. Y se tiene que decir sin paños calientes. El Levante, una vez que vio que el rival no asustaba tanto en el terreno de juego como por su categoría real, jugó a lo que quería. El equipo txuri urdin no. Y, curiosamente, quien reaccionó para buscar los tres puntos fue Caparrós y no Arrasate. El técnico local introdujo a Ivanschitz y Babá por Barral y El Adoua, movió algo sus fichas y consiguió hacerse, aún con más claridad, con el mando del partido. Ante la absoluta ausencia de velocidad de la Real en la circulación de balón, los locales aprovecharon para acercarse con peligro al área de Bravo, de largo el mejor realista, en consonancia con casi toda su defensa (se nota la vuelta de Iñigo y Mikel como pareja de centrales). Babá gozó de varias ocasiones para adelantar a su equipo, pero el guardameta chileno, sin que se tuviera la sensación de que necesitara una parada imposible, mostró un aplomo y una seguridad aplastantes. No hay ninguna duda de que en los primeros veinte minutos de la reanudación la Real se mantuvo en el partido gracias a su guardameta.
En el minuto 65 Arrasate movió por fin ficha. Sorprendentemente tarde, y más teniendo en cuenta que este detalle es uno de los que hasta ahora había servido para alabarle, en contraste con las siempre tardías decisiones de Montanier, viendo además que el partido estaba lejos de estar controlado. Lo primero que hizo fue recuperar el esquema más reconocible de la Real, colocando a Seferovic en punta, retirando a un apagadísimo Griezmann y retrasando a Xabi Prieto. Y ahí pareció que la Real sí iba, también por fin, a por el partido. Fueron cinco minutos muy buenos, en los que el equipo parecía tocar y buscar lo espacios como en sus mejores momentos de esta temporada y de la pasada. Una ocasión múltiple fue lo más cerca que estuvo el equipo de Arrasate de ganar el partido. Vela con dos disparos y Xabi Prieto, con la ayuda de Seferovic, pudieron marcar, pero Navas y Vyntra lo evitaron con sus despejes. A continuación, el capitán probó fortuna desde lejos con un disparo potentísimo pero que el guardameta local consiguió despejar gracias a su buena colocación.
Pero ahí se acabó la Real. Las incontables interrupciones por esas faltas de los equipos de Caparrós que nadie parece saber cómo detener y por la atención a varios jugadores del Levante (que, además, contaron con la complicidad del árbitro, con sólo tres de descuento de los cuáles él perdió la mitad en el saque de una falta) hicieron que se acabara el ritmo del partido. Y ahí sólo el Levante estuvo cerca del gol, primero con una nueva parada de Bravo ante Babá y después con una falta escorada hacia la banda izquierda de su ataque que Diop estrelló en el palo. De la Real no hubo más noticias, además, porque Arrasate estuvo lento. No parece lógico que en un partido que estaba lejos de controlar esperase hasta el minuto 86 para introducir los cambios que, en teoría, se hacen para buscar la victoria en un partido en el que se mantiene la igualada inicial. En ese minuto entró Chory por un Vela que sólo apareció para forzar un par de tarjetas al Levante. Y en el 88 entró Pardo por granero. Ni Chory ni Pardo entraron en juego, obviamente y el momento en que llegaron, lejos de servir de justificación a Arrasate, justifican aún más la crítica
Hoy la Real ha desaprovechado una buena oportunidad de demostrar que la competición europea no va a distraer en la Liga, y la sensación es ahora mismo justo la contraria. Tenía enfrente a un rival que no es mejor, pero que aún así tuvo ocasiones claras para ganar y debió hacerlo. Pero en realidad fue mejor aprovechando las carencias de la Real. Arrasate sacó un once más que solvente, que impide manejar cualquier tipo de excusas, y el único debate que abría era la ausencia de delantero, que en realidad tiene una explicación en la ausencia de Agirretxe y el descanso de Seferovic. Pero nada funcionó, probablemente por una cuestión de actitud y de ritmo. Sólo Bravo, Iñigo y Mikel a excepción de algún despiste y De la Bella aunque su actuación fuera de más a menos parecieron pensar en los tres puntos. Esta vez, ni siquiera Arrasate. Y la buena noticia, hay que insistir en ello, es sumar cuando casi nada sale bien, ni siquiera jugar con camiseta negra y pantalón blanco. Aunque las similitudes con el partido de Elche obligan a pensar en que algo hay que hacer.
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