|
Decepción ante el Granada. Una de muchas. |
Después del impresionante juego que desplegó la Real en la temporada 2012-2013, el que le llevó a la cuarta plaza y a disputar la Champions League, había muchas expectativas puestas en la que acaba de terminar. El resultado es bueno, porque la Real se mantiene en la élite del fútbol español, repitiendo clasificación para las competiciones europeas, y logrando además unas históricas semifinales de Copa, que bien pudieron colocar a la Real en una nueva final. Pero no se puede perder de vista que el lamentable final de temporada ha terminado por afear la actuación del equipo y deja algo preocupante: la Real sigue en la élite, sí, pero en la última plaza. Y vuelve a Europa, sí, pero porque otros hicieron los deberes, porque se lleva la plaza que se trasvasa por la Copa por estar en la Champions sus dos finalistas. La irregularidad ha sido el mayor enemigo del equipo txuri urdin. Vivió durísima Champions en las que apenas logró sumar un punto y anotar un gol y su final de temporada fue decepcionante. Se esperaba una mayor batalla por el cuarto puesto y al final se descendió hasta la séptima.
La temporada comenzó con dos grandes incertidumbres y un reto. Las dudas circulaban en torno a cómo superaría la Real la marcha de Illarramendi y cuál sería el resultado de apostar por un entrenador sin experiencia real, Jagoba Arrasate. El reto, la previa de la Champions League, se saldó con dos exhibiciones ante el Olympique de Lyon y esta espléndida reentrada europea disipó en buena medida esas dudas iniciales. Pero esa mencionada irregularidad que ha marcado la campaña no tardó en aparecer y las malas noticias se multiplicaron en el arranque. En primer lugar, en forma de lesiones. Ifrán y Granero sufrieron gravísimas dolencias en sus rodillas, el primero no llegó a jugar y el segundo, que era el fichaje estrella de la temporada, apenas lo hizo en siete encuentros. Muchas lesiones menos graves también afectaron a pilares básicos del equipo y el trabajo de Arrasate se convirtió, más que en implantar un nuevo estilo, en ir apagando los fuegos que provocó una preparación física que dejó enormes lagunas.
|
El gol de Griezmann en Lyon, momento europeo feliz. |
A pesar del espléndido inicio de Liga ante el Getafe, sumado a la euforia de la Champions, la Real pronto entró en un bache de difícil explicación. El primer tramo en el que había que hacer un esfuerzo para jugar dos partidos por semana pasó una factura elevada, que en realidad no pareció deberse a esa acumulación de partidos sino a las sensaciones. La Champions se convirtió en un ejercicio de impotencia. Dos primeros partidos a gran nivel se saldaron con injustas derrotas, en Anoeta ante el Shakhtar Donestk y fuera ante el Bayer Leverkusen, y a partir de ahí el sufrimiento fue absoluto. En Alemanía, Vela marcó el único gol de la Real en la competición y ante el Manchester United en Anoeta se sumó el único punto. El equipo txuri urdin fue trigésimo en una competición de 32, muy lejos de su nivel real. Y en la Liga los de Arrasate sumaron siete jornadas sin conocer la victoria entre las jornadas segunda y octava,. acumulando sólo cuatro puntos de 21 posibles y bordeando los puestos de descenso tras una descorazonadora derrota en Vallecas, el partido que terminó de poner en duda todo el proyecto y la forma en la que se había encarado.
Pero a partir de ahí, la Real reaccionó e inició una brillante trayectoria que recordó la categoría del equipo. En los siguientes diez partidos, el equipo txuri urdin sólo encajó una derrota, un nuevo ejercicio de impotencia en el Santiago Bernabéu, pero desde que venció de nuevo en Mestalla por tercera temporada consecutiva, esta vez por 1-2, sumó 25 de los 30 siguientes puntos en juego, anotando 29 goles en ese tramo. La Real había vuelto, quizá dando un nivel de juego que no alcanzó el virtuosismo de la temporada anterior, pero con tardes memorables, como la gloriosa remontada al Celta para el 4-3 final con los cuatro tantos de Vela, la mayor goleada a Osasuna en Donostia de toda la historia (5-0) o la victoria en un nuevo derbi ante el Athletic, el tercero consecutivo en el que el conjunto bilbaíno caía ante la Real, esta vez por 2-0. La Real se había metido de lleno en la lucha europea, superando al Villarreal y precisamente aspirando a la cuarta plaza que ya tenía el Athletic, sólo con cuatro puntos más que el conjunto realista.
|
El penalti de Mascherano a Vela en el Camp Nou. |
Cuando el entorno realistas se las prometía muy felices, volvió la irregularidad realista. Un descalabro inexplicable en Villarreal, 5-1, dio paso a una nueva racha negativa en la Liga. En cinco partidos, sólo una victoria, ante el Elche y en Anoeta, y apenas cinco puntos de quince posibles. Como una goma, la Real se había acercado a la Champions para después alejarse. Casualidad o no, esta racha coincidió con una trayectoria en la Copa del Rey por fin exitosa. La Real se aprovechó de las bondades de un camino relativamente sencillo para llegar a las semifinales. Apeó al Algeciras no sin ciertos apuros en el partido de ida y después al propio Villarreal en una eliminatoria muy cerrada que se decidió por un único gol anotado en el choque de vuelta por Ros. En cuartos de final se topó con un Racing de Santander que cayó en Anoeta y que, para llamar la atención sobre su crisis, decidió no jugar el partido de vuelta. Y así, 26 años después la Real llegó a una semifinal. El rival, el Barcelona. Una negligente e injusta actuación arbitral, que omitió un escandaloso penalti a Vela en el Camp Nou convirtió el pase a la final en algo imposible, pero la Real dio la cara y cayó con un honroso 3-1 global.
La eliminación copera podría haber afectado mucho, pero el grupo se levantó con grandeza y tras caer ante el Barcelona en un Anoeta que respondió al carácter histórico del choque encadenó dos victorias más en Liga, en La Rosaleda (como Mestalla, otro campo talismán desde el regreso a Primera) y precisamente ante el Barcelona en Anoeta. El campeón cayó esta vez con más claridad que en duelos precedentes y perdió ante la Real su único partido por más de un gol de toda la temporada en una noche memorable. El equipo txuri urdin llegaba crecido al final de la temporada, a cuatro puntos del Athletic y la cuarta plaza, a pesar de los tropiezos y con fútbol de sobra como para pensar en que el final de campaña de la pasada temporada se podía repetir. Pero no fue así. Un algo triste 1-0 en el Sánchez Pizjuán al que no se dio la trascendencia que tenía dio paso a la primera derrota en Anoeta desde la tercera jornada. La Real se dejó remontar por el Rayo y acabó sucumbiendo por 2-3. Pero tampoco mantuvo un marcador a favor en Almería para caer por 4-3. Lo mismo sucedió en Vigo para el 2-2 final e incluso ante el Granada, que sacó un empate de Anoeta en el último minuto.
|
El empate en San Mamés, una alegría a medias. |
La irregularidad presidió ese final de campaña, en el que se hizo especialmente evidente el bajón de algunos de sus jugadores. Griezmann, brutal en los dos primeros tercios de la temporada, desapareció. Zurutuza o Xabi Prieto no llegaron a aparecer. Y las mejores noticias llegaron en forma de irrupciones. La de Canales, el único y fantástico fichaje del mercado invernal, y la de Zaldua, potrillo del Sanse que adelantó claramente a Carlos Martínez como lateral derecho titular. Aún así, la Real certificó su clasificación para la Europa League ganando en la jornada 35 al ya descendido Betis por 0-1. Se despidió de la Champions en la jornada siguiente y antes de jugar, por la victoria del Athletic en Vallecas, y al menos cerró la temporada empatando en el primer partido en el nuevo San Mamés. Pero la derrota ante el Villarreal y la séptima plaza final dejan un mal sabor de boca. Luces y sombras, irregularidad continua, un juego por debajo del que se vio con el mando de Illarra pero con momentos buenos a lo largo de la temporada. Lo descorazonador es que todo lo malo parece surgir de errores propios, no porque los rivales hayan sido mejores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario