lunes, noviembre 30, 2009

"Oye, ¿qué partido decías que se jugaba hoy...?"

Termina el partido y decenas de aficionados realistas se dirigen hacia la puerta de los vestuarios. Uno de ellos pregunta en voz alta. "Oye, ¿qué partido decías que se jugaba hoy...?". Quizá las cervezas de antes, y eso que el encuentro fue a las doce de la mañana, le hicieron perderse al menos parte de lo que aconteció en Vallecas, pero seguro que no fue eso. Seguro que estaba pensando en que no mucha gente recordará el 29 de noviembre de 2009 por aquel Rayo - Real Sociedad que acababa de ver, sino por el Barcelona - Real Madrid que se iba a jugar cinco horas más tarde. Para los que vestíamos camiseta txuri urdin, el verdadero espectáculo de fútbol, el auténtico acontecimiento deportivo, el más hermoso hermanamiento de gente tan dispar tuvo lugar en otro sitio. En Vallecas. Donde estuvimos. Lo que recordaremos.

Que al final del partido el equipo al completo, los jugadores que estaban sobre el campo en el minuto 90 y todos los que estaban en el banquillo, se acercaran al lugar de la grada donde estuvimos varios centenares de realistas fue sólo el colofón perfecto a una jornada maravillosa. Más valor habría que darle incluso a que el primero en llegar hasta aquella esquina del Teresa Rivero fuera el entrenador txuri urdin. Martín Lasarte parece tener una especie de ritual que le lleva a abandonar el césped a toda prisa en cuanto el árbitro señala el final. Eso le costó un pequeño encontronazo con un periodista de Canal + hace una semana en Anoeta. Ayer, en Vallecas, tuvo tiempo antes de irse para agradecer nuestra presencia. Y eso es digno de elogio. Como los ánimos de Mikel González en el descuento viendo que se podía ganar el partido. O las miradas cómplices de Xabi Prieto y Zurutuza al marcar sus goles. O tantos otros gestos.

Porque, sí, eran cientos de realistas los que estaban en la grada. Venidos desde tierras guipuzcoanas, pero también desde otros muchos puntos de la geografía española. Desde Guadalajara, Salamanca, Extremadura y otros muchos sitios. Y desde Madrid, sí. Porque en Madrid hay más aficionado txuri urdin de lo que a muchos les puede parecer. Y todos, sin excepción, nos dejamos la garganta. Cada vez que el Rayo marcaba, "Real, Real", "Erreala, Erreala", "Agirretxe, alé", "A por ellos, oe", "Goazen Erreala, goazen txapueldun", "Bravo, Bravo" y "Zuru, Zuru". Lo que hiciera falta, hasta llegar a ese bonito colofón, ese sueño en el que todos queremos creer, ese anhelo que tiene cada txuri urdin que estaba allí, en su casa o en los bares frente al televisor: "Que sí, joder, que vamos a ascender". Sólo se cantó una vez. Con el partido acabado. Cuando, a pesar de no ganar, se plasmó que esa sensación era real.
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La comunión entre el equipo y la afición es enorme. Siempre lo ha sido. Quizá cada día lo es un poco más. Por eso es especialmente gratificante ver que los jugadores, al acabar el partido, van a saludar a los suyos. Desde el césped con lejanos aplausos, y al pie del autocar antes de marcharse del estadio con cercanas palabras. Con fotos. Con sonrisas. Así da gusto. Porque eso también es la Real y ser de la Real. Por eso emociona que el Rayo tuviera el precioso gesto de saludar a la numerosa hinchada txuri urdin por megafonía antes de que comenzara el partido, que nos diera la bienvenida a su estadio, que nos deseara lo mejor para el futuro. Vallecas siempre ha sido un paraíso, un oasis. No para la Real, no para su gente. Para el fútbol. Para el deporte. Para la vida. Porque esto, exactamente esto, es lo que tendría que ser un partido de fútbol. Cualquier partido de fútbol.

En pocos campos se puede ver a las aficiones de los dos equipos coreando lo mismo. ¿Que los hinchas de Vallecas lanzan consignas contra la presidenta de la Comunidad de Madrid? Los realistas nos sumamos. La respuesta? Un cálido aplauso entre las dos aficiones. El mismo de la bienvenida, el mismo de la despedida. "Rayo, Rayo", se oía en la grada teñida de txuri urdin cuando el partido tocó a su fin. Hermanamiento hasta el final. En la puerta de vestuarios, mientras esperábamos la salida de la Real, vimos a Néstor Susaeta, salido de nuestra cantera. "Néstor, esas cosas no se hacen", le dijo un aficionado txuri urdin recordando el golazo que nos marcó. "Es que me he equivocado de portería", le contestó. Y todos sonreímos. Qué buen rollo, qué gozada.
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Y, sí, el partido que se jugó el 29 de noviembre de 2009 fue un Rayo - Real Sociedad. Después también jugaron el Barcelona y el Real Madrid. Pero nuestro mundo se paralizó de doce a dos. Ese era el partido. Nuestro partido. ¿De Segunda? Nunca. Si la Real juega, es el partido que interesa.

2 comentarios:

cityground dijo...

Que gran relato, el ambiente de la afición de la Real viendo la tele era espectacular.

Ahora a por el Real Unión que hay que ganar como sea, no tengo nada contra ellos pero tengo muchas ganas de ganar ese partido por el mal sabor de boca que me dejaron los derbis la temporada pasada.

Juan Rodríguez Millán dijo...

Cityground, muchas gracias. Fue increíble el ambiente, siempre recomendaré a todos los realistas que vengan a Vallecas. Ojalá que el año que viene estemos los dos en Primera. Y, sí, ahora hay que sacarse la espina de los derbis.