lunes, noviembre 16, 2009

Memoria

La inmediatez que prima en el fútbol moderno ha devorado la importancia de la memoria. Y para mí es obligado recordar, lo bueno y lo malo. Con motivo del centenario de la Real, hemos recuperado muchos recuerdos, y sería bueno que mantuviéramos la costumbre. De lo contrario, corremos el riesgo de que se pierda el valor de lo mucho que ha hecho de la Real un club tan grande o que se pierdan en el olvido las afrentas que hemos sufrido. Puede que para muchos no signifique demasiado la camiseta que Casillas estrenó el pasado sábado en el partido de la selección española frente a la argentina, pero para quienes hemos visto jugar a Arconada es un hermoso detalle.

Esta camiseta es muy similar a la que Arconada lució en la Eurocopa de 1984. La original fue la que se puso Palop cuando España ganó el Campeonato de Europa del año pasado. "Arconada no es sólo mi ídolo, sino el de todos los porteros españoles", dijo Casillas en una entrevista que concedió al diario AS el pasado sábado. Y es verdad. Por eso, quienes tenemos el corazón txuri urdin tenemos que agradecer, sin que nos duelan prendas por ello, cualquier detalle, gesto o reconocimiento que se tenga hacia el más grande portero que jamás ha vestido la camiseta de la Real. Ojalá Casillas tenga mucha suerte con esa equipación, ojalá le guíe el espíritu de Arconada, y ojalá si comete algún fallo con ella no salga el cafre de turno a recordarnos el gol de Platini. Porque a veces la memoria sólo actúa con fines perversos.

Tan emocionante como ver a Casillas con esa camiseta fue celebrar los dos goles que marcó Xabi Alonso, goles que dieron el triunfo frente a Argentina. Cada vez que veo a Xabi hacer algo grande, no dejo de recordar que este chaval jugaba en Zubieta, pasó por el Sanse, debutó en la Real y contribuyó a colocar al equipo al borde de la gloria con el subcameonato de 2003. Cuando le veo jugar pienso en el pasado, pero también en el futuro. Pienso que de Zubieta pueden volver a salir jugadores de talla mundial como Xabi. Y quizá tengamos que venderlos, como sugirió Lasarte que puede pasar con Griezmann, pero hasta que llegue ese momento podremos disfrutarlos. Y después consolidarán la economía del club, porque, hay que asumirlo, la Real tiene que ser un club vendedor en cierta medida. De hecho, lo es desde que desapareció el derecho de retención a mediados de los 80. Pero Zubieta es grande y sigue teniendo capacidad de sacar talentos. Eso es lo importante.

La memoria también nos tiene que servir, decía, para que las afrentas no se olviden. Cuando uno lee que Lorenzo Sanz ha sido detenido de nuevo, es inevitable recordar que su figura estuvo muy presente en los motivos por los que la Real no subió a Primera hace dos años. Y cuando uno lee que ahora se reforma la Ley para que la compra de partidos sea penada con la cárcel, no puede evitar una sonrisa. Cínica, pero sonrisa. Me atrevería a asegurar que jamás se va a probar públicamente con tanta claridad la compra de partidos como se hizo hace dos años con el Málaga. Badiola, entonces presidente de la Real, aportó dos grabaciones que en cualquier país normal hubieran provocado que se removieran los cimientos de la competición. Aquí no pasó nada. Bueno, sí pasó. Que a Badiola se le colgó una etiqueta de tramposo y que quedó demostrado que ni a la Liga ni a la Federación le importa la limpieza de la competición. El mundo al revés. Ya que nunca conseguiremos justicia, tengamos al menos memoria.

Y tengamos más memoria todavía. Hace no demasiadas fechas, se confirmó que el Real Madrid fichaba para su organigrama a Megía Dávila, ya ex árbitro. No tengo nada en contra de este tipo de fichajes. Nada en absoluto. Pero cuando leo sus palabras para rechazar las críticas (siempre interesadas) que se lanzaron contra dicho fichaje (sobre todo desde medios catalanes, claro), me surgen dudas, tan humanas y lógicas como su afición al Madrid. "Es lógico que por una cuestión de formas no puedas significarte, pero si llevo 40 años viviendo en Bilbao, ¿de qué equipo voy a ser? ¿Qué hay de malo si no voy a pitar nunca al Athletic? El que piense que vamos a ayudar indirectamente a un equipo perjudicando a sus rivales no conoce nada del colectivo arbitral ni de los árbitros", dice.
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Y por lo que dice y cómo lo dice, me pongo a pensar. Resulta que Megía Dávila fue el árbitro que dirigió el Celta - Real Sociedad en el que se le escapó la Liga 2002-2003 al conjunto txuri urdin. Es totalmente cierto que en aquel partido no hubo nada que achacar al árbitro. Pero me parece algo perverso que alguien que afirma "soy del Madrid desde pequeño" acepte sin problemas dirigir el partido en el que el rival de su equipo se juega la Liga, cuando además existe la imposibilidad reglamentaria (¿por qué?) de que arbitre al conjunto de su comunidad autónoma. Mira que hay árbitros en Primera División y justo tuvo que pitar él. Imaginad lo que se habría dicho si el árbitro hubiera sido catalán y hubiera señalado un penalti a favor de la Real. Si los árbitros fueran auténticos profesionales, estas situaciones no se darían jamás, pero por su forma de ser, por su manera de comportarse en el campo y por el oscurantismo que preside su labor, siempre habrá suspicacias razonadas como ésta.
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Porque, decía, nada sucedió en aquel partido entre el Celta y la Real. Pero Megía Dávila pitó al conjunto txuri urdin en dos ocasiones más aquella temporada. En la primera, en Vitoria, señaló libre indirecto dentro del área porque Westerveld retuvo el balón ocho segundos. Creo que es la única vez que se pitó esa infracción, ahora sistemáticamente violada, en Primera División. El Alavés anotó gol en esa jugada y le quitó dos puntos a la Real, que a pesar de todo alcanzó aquel día el liderato en solitario. En la segunda, ante el Celta en Anoeta, la Real ganó 1-0. Pero Megía Dávila pitó un más que discutible penalti a favor de los vigueses a diez minutos del final. Westerveld lo paró.
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Aquella temporada fueron muchos los arbitrajes perjudiciales para la Real. Muchísimos. No me cuesta decir que fue una de las causas por las que se escapó aquella Liga, y con ello no resto un ápice de mérito al campeón, al Real Madrid. ¿Manos negras? Yo no proclamaré su existencia en este caso, porque no hay elementos públicos de juicio, como sí los hubo en cambio en la compra de partidos de hace dos años. Pero, y más después de recordar hechos como los arriba apuntados, la sospecha es libre. Tan libre como Megía Dávila de declarar que es seguidor del equipo que aquel año ganó la Liga.

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