lunes, agosto 04, 2008

Hasta el final

Algunos medios de comunicación es probable que no se hagan eco mañana de la noticia (como han decidido delibera y sorprendentemente ignorar cualquier novedad sobre el tema), pero hoy Iñaki Badiola ha dado una rueda de prensa conjunta con el agente FIFA José González, el que presentó la denuncia por el presunto intento de compra del partido que jugaron Sevilla Atlético y Málaga. Dos son las principales conclusiones que puede sacar el aficionado de la Real de esta comparecencia pública. En primer lugar, que el equipo txuri urdin no va a jugar en Primera División el año que viene. Los plazos y la desidia federativa lo impiden. En segundo lugar, que la Real, mientras siga presidida por Badiola, irá hasta el final con esta denuncia. Ambas cosas tienen una importancia capital.

Si la Real no va a conseguir el ascenso de esta forma, se elimina desde ya la parte más interesada de esta desagradable cuestión. No se podrá acusar a la Real de perseguir el ascenso en los despachos (concepto que, de todos modos, me hace mucha gracia; en caso de que se demostrara la compra, ¿no habría sido el Consejo, el presidente y el hombre que puso el dinero en el Málaga quienes hubieran intentado conseguir ese ascenso en los despachos...?), porque tal ascenso es una quimera. Badiola ha reconocido que si Competición hubiera atendido la denuncia habría cabido la posibilidad de una Primera División de 21 equipos. Una aberración, por cierto, una huída hacia adelante más de este vergonzoso fútbol en el que nos movemos. Un intento de contentar a todos, incluso a los que cometen irregularidades.

Esto tendría que haberse resuelto enseguida, pero no ha habido interés. Además de las novelescas excusas de Competición, Apelación tiene el recurso de la Real desde hace nada menos que doce días y todavía no ha movido ficha. Delirante, como lo es el hecho de que este asunto esté vivo desde comienzos de junio y apenas haya dado un primer paso en dicho Comité. E indignante por encima de todo. ¿Es realmente cierto que a nadie le interesa en el fútbol español, incluso en las instancias deportivas superiores, esclarecer una denuncia por compra de un partido? ¿Tan difícil es investigar y, en su caso, probar que algo así se ha producido? Duele pensar que si los protagonistas fueran otros, el tratamiento habría sido también muy diferente.

Y como el ascenso es prácticamente imposible (y pongo el prácticamente sin convencimiento alguno de que aún haya alguna rendija abierta que permita pensar en ello), se me antoja todavía más importante aquello de seguir hasta el final. Esta cruzada, porque ya no hay otra forma de calificar el clamar en el desierto que protagonizamos por este asunto ante la indiferencia más absoluta de quienes deben velar por la limpieza de la competición, debe servir para sentar un precedente. Es la primera vez que se muestran pruebas de un intento de compra. Es la primera vez que hay una denuncia de alguien que se mueve dentro del fútbol. Y eso tiene que contar para algo. Si hay normas, que se cumplan. Y si no gustan, que se cambien. Pero que se acabe ya esta pantomina de mirar hacia otro lado.

Además, ha habido muchos interesados en pintar a la Real como la mala de la función. Decían que la Real primaba a todo el mundo, a los rivales de Sporting y Málaga por ganar a sus rivales por el ascenso y a los equipos que luchaban contra el conjunto de Lillo directamente por dejarse perder. No se acusaba, se daba por hecho. Sin pruebas, claro, pero eso a quién le importa. Y, aunque muchos que se autoproclaman realistas no vean nada grave en ello, e incluso se sirven de este asunto para mofarse de Badiola, a mí no me hace gracia que me acuse de tramposo quien precisamente se vale de trampas para ganar. Es una cuestión de orgullo, de honra y de espíritu deportivo. Badiola ya ha aclarado que piensa lo mismo. Y me alegro muchísimo de que así sea, de que este asunto no muera por la desidia (¿interés?) federativa y periodística que tenemos. Me alegro que el silencio que se ha guardado hasta ahora desde el club no suponga agachar las orejas ante una injusticia y pasar página.

Yo me sumo al carro de Badiola. Seguiré hablando de este tema, sin pedir el ascenso para la Real, entre otras cosas porque ya no va a llegar. Pensaré en el partido contra Las Palmas del día 31, pero sin olvidarme de la denuncia. Yo no voy a desistir de este asunto porque me parece de una gravedad suprema. Lo hermoso del fútbol es ver 90 minutos de lucha deportiva entre dos equipos y eso ha sido violentado. Esa es su razón de ser. Lo que nos lleva a un estadio cada domingo. No será ni la primera ni la última vez que pase. Pero hay que hacer lo imposible por poner freno a esta desvergüenza. La Real ya no va a sacar nada de esto, pero hay que arrojar luz sobre el pozo negro que es el fútbol en estos momentos. Caiga quien caiga. Y yo, desde luego, tengo pocas dudas de que entre los que acabarán cayendo tienen asientos garantizados Lorenzo Sanz y compañía.

2 comentarios:

Edu dijo...

Juan, ya sabes cuál es mi opinión sobre este tema y no tiene nada que ver con la tuya. Creo que la Real tiene problemas muchos mas graves que andar "limpiando" el fútbol español. Las cortinas de humo a la larga terminan perjudicando a quien las coloca.
Un saludo.

Juan Rodríguez Millán dijo...

Estoy de acuerdo contigo en que, una vez olvidada la posibilidad de subir, la Real tiene problemas más graves. Estoy también de acuerdo en que las cortinas de humo a la larga terminan perjudicando a quien las coloca.

Pero te vuelvo a preguntar lo mismo que te pregunté hace tiempo. Si la situación fuera al revés, ¿tú no entenderías lo que hace tu equipo...?

Eso sí, si esto es un bulo, no te preocupes que no dudaré en admitírtelo. Yo lo que quiero es que se investigue, pero no al Málaga por ser el Málaga o por haber perjudicado supuestamente a la Real. Quiero que el fútbol se limpie, de verdad, y eso va por todos, por los míos, por los tuyos y por los demás.

Ya sabes que, de acuerdo o no, me encanta conocer tu opinión porque siempre la expresas con todo el respeto del mundo. Y eso, en un mundo permanentemente enfrentado como el del fútbol, no tiene precio.