Cuando allá por el día 31 de agosto se sorteó la fase de grupos, la Real, un año más, podía lamentar su mala suerte. El equipo txuri urdin, que partía del cuarto bombo, el de los conjuntos de menor coeficiente europeo que se asomaron a la más grande de sus competiciones, quedó encuadrada en el grupo D con tres rivales de notable entidad. No era el grupo de la muerte (eso se lo quedó el grupo F, con PSG, Dortmund, Milan y Newcastle), y esquivaba a ex jugadores de pasado reciente como Odegaard o Isak, pero enfrentarse al Benfica portugués, el Inter italiano y el Salzburgo austriaco no era poca cosa, ni mucho menos. El calendario tampoco era demasiado propicio, con el Inter como primer y último rival, y dos partidos fuera de casa en la primera vuelta.
La respuesta de la Real a ese escenario fue espectacular a todos los niveles. Su presentación en la Champions fue extraordinaria. Los de Imanol se marcaron en Anoeta un partido espectacular ante el Inter, entonces vigente subcampeón de la competición tras perder la final de 2023 por la mínima contra el Manchester City. Nada más empezar el partido, Brais marcó, poniendo en ventaja a una Real que jugó 75 minutos de un altísimo nivel, de los que, firmados por equipos de los siempre mal llamados grandes, se habrían considerado como una candidatura al título desde las primeras de cambio. El Inter no conseguía meter mano al equipo de Imanol, pero el partido se le hizo largo y la categoría de los italianos les hizo recuperar un punto a tres minutos del final con un gol de Lautaro.
A pesar de que no se logró la victoria, algo que en Anoeta está siendo la tónica en las últimas presencias europeas y que además ha sido algo general en esta temporada y ha afectado a los resultados en la Liga y en la Copa, la Real siguió apostando por la competición europea y terminó la primera vuelta como líder de su grupo, merced a las dos victorias que logró a domicilio, 0-2 en Salzburgo con goles de Oyarzabal y Brais y 0-1 en Lisboa con otro gol del gallego, que había marcado en los tres partidos. Con el gol que hizo para certificar la victoria un año antes en Old Trafford y estos tres, Brais desde luego se ha ganado un hueco en la memoria europea reciente del aficionado txuri urdin.Y así llegó el que podemos considerar como el mejor partido que ha jugado la Real en Anoeta en una competición europea, al menos en unas cuantas décadas. La primera media hora que los de Imanol ejecutaron ante el Benfica fue para enmarcar, una oda futbolística que disparó los sueños más optimistas. En apenas 21 minutos, el equipo txuri urdin destrozó al lisboeta con tres goles anotados por Brais, Oyarzabal y Barrenetxea, jugando además con siete canteranos en el once inicial y dos más con los cuatro cambios que hizo Imanol aquel día. Aunque los meses y las dificultades de la competición hayan hecho que muchos lo olviden, la Real estaba tocando el cielo de Europa.
El Inter aguantaba el tirón, y el empate que ambos equipos protagonizaron en la penúltima jornada, a cero la Real en Anoeta ante el Salzburgo y a tres el Inter en Lisboa ante el Benfica dejaba a los dos equipos ya clasificados para los octavos de final y con un partido final en Milán para disputarse el liderato del grupo. Y ahí la Real volvió a ser mejor que el Inter. De otra manera, porque los de Imanol supieron jugar con la necesidad de un Inter que era segundo por average si no conseguía ganar en ese partido final. Y la Real, en un escenario mítico y ante 70.000 espectadores, no solo aguantó el 0-0 inicial sino que estaba presentándose como una seria alternativa para ser protagonista también en los octavos. No hubo muchos equipos mejores en esta fase de grupos de la Champions.
Pero aún así, siendo primera, ganándose el derecho a jugar contra un segundo de grupo y con el partido de vuelta de los octavos en casa, el sorteo volvió a ser muy poco amable con la Real. El multimillonario PSG, el peor de los rivales que le podían tocar en suerte, fue su rival en el primer cruce eliminatorio. En París lo celebraron sin esconderse lo más mínimo. En Donostia muchos vieron una eliminatoria imposible. Y el momento en que le llegó a la Real, con el equipo visiblemente cansado y esperando casi en la pista del aeropuerto a un Kubo recién aterrizado de la Copa Asia, tampoco ayudó. La misión era muy complicada.
La Real se presentó en el Parque de los Príncipes, en todo caso, dispuesta a plantar cara. Lo hizo durante casi una hora. Tuvo alguna ocasión de peligro para adelantarse, pero sobre todo consiguió que el PSG apenas inquietara a Remiro. Y cuando las ilusiones seguían vivas, una jugada muy desafortunada se llevó casi todas las opciones de pasar de ronda antes del cuarto de hora de la reanudación. Traoré salió del campo para ser atendido cuando no daba la sensación de estar pasándolo mal. Y en el córner provocado en esa jugada, Mbappé marcó el 1-0. Traoré era la marca de la estrella gala, y ese papel, para sorpresa de todos, recayó en un Kubo que erró al tirar el fuera de juego y dejó al francés rematar a placer. El 1-0 supuso un bajón anímico espectacular, y eso permitió que el PSG estuviera cerca de liquidar la eliminatoria con el 2-0 que anotó Barcola en el minuto 70.
El partido de vuelta era un sueño muy complicado que se sustentaba en un único escenario: marcar el 1-0 y hacer que el PSG pensara en las remontadas vividas en años anteriores en esta competición. Pero al cuarto de hora de partido, Mbappé liquidó las escasas ilusiones que quedaban en la eliminatoria, haciendo el 3-0 global, el 0-1 en Anoeta. En el 56 hizo el 0-2 y ahí ya sí todo el mundo dio la eliminatoria definitivamente por cerrada. La Real, al menos, reaccionó con mucho orgullo, y Anoeta lo entendió. Se lanzó a por el gol del honor como si en realidad fuera un tanto decisivo en la eliminatoria y lo encontró en el último minuto del partido,. Merino cerraba así la participación de la Real en la Champions con un sabor de boca agridulce.
Que la Real esté entre los dieciséis mejores equipos de Europa es algo a tener en cuenta u que no debemos menospreciar. Es obvio que duele que otros tantos equipos españoles hayan tenido ya su momento de gloria en competiciones continentales, pero todavía no haya llegado el momento para el conjunto txuri urdin. La presencia continua entre las estrellas hará que el coeficiente txuri urdin mejore, de hecho para la próxima edición de la Europa League ya tendrá una bola de un bombo superior en la remozada Europa League, además de los enormes beneficios económicos que depara jugar al máximo nivel. Pero lo que importa está en el césped y ahí todavía esperamos un paso más dentro de este lento crecimiento que está experimentando la Real de Imanol.San Mamés, escenario de la final de la Europa League 2024-2025, es un aliciente más para que ese salto hacia adelante llegue de inmediato. ¿Por qué no soñar que la experiencia adquirida cristalice en un gran éxito en un escenario más que propicio para un desembarco de aficionados sin precedentes en la Historia de la Real?
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