El frío balance, el que quedará en los libros de Historia es que la Real fue sexta en Liga con 60 puntos, semifinalista de Copa y octavofinalista de Champions League. Es difícil pensar que no se reconozca a un equipo con estos números un rendimiento excepcional. Pero en lo emocional pesará para siempre lo suyo que se escapara la final de Copa, que habría sido de nuevo contra el Athletic, en una eliminatoria a doble partido contra el Mallorca, el más accesible de los tres semifinalistas, y con dudosas intervenciones arbitrales en los dos partidos. Y también que la eliminación europea llegara a manos de un PSG que nuevamente volvió a quedarse lejos del título, en semifinales, y que a tenor de los primeros 45 minutos en el Parque de los Príncipes y los últimos en Anoeta parecía más eliminable de lo que el contundente marcador final señaló.
Es muy complicado sobrevivir a la exigencia de la Champions, y eso es seguramente lo que más marca este curso. Se recordará sin problemas la Liga 2003-2004, en la que la Real deambuló por la mitad baja de la tabla a pesar de meterse entre los 16 mejores equipos de Europa, en una campaña en la que un Celta también de Champions se fue a Segunda. Han pasado los años, la preparación para retos como este es teóricamente mejor, pero no olvidemos que la Real llevaba una década sin asomarse a la máxima competición continental y solo la costumbre de estar en Europa le da. Una costumbre que podía ayudar. Lo que Imanol ha conseguido en cambio es que ir a Europa parezca algo rutinario, y no lo es. Obviando comparaciones que no llevan a ningún lado, esta Real es la primera que se ha clasificado para competiciones europeas durante cinco campañas consecutivas, y eso es algo que en la Liga solo han hecho en este lustro Real Madrid, Barcelona y Atlético. Es un dato brutal, que da una idea de la dimensión que ha alcanzado esta Real.
Este es seguramente el factor más determinante por el que la Real no ha peleado realmente por volver a la Champions, aunque por momentos eso no ha Estado tan lejos, y su pelea ha sido la de asegurar el puesto que finalmente logró en la Europa League. Vamos de nuevo a los datos fríos. El equipo txuri urdin accedió por primera vez a la sexta plaza en la jornada séptima, ganando en Mestalla, y ha ocupado esa posición en 17 jornadas. Su techo fue la quinta plaza, a la que se aupó en la jornada octava con la victoria en Anoeta contra el Athletic. La Real ocupó esa primera plaza de Europa League en cinco jornadas, la última de ellas la decimosexta después de ganar en Villarreal, y la perdió para no volver a recuperarla más en la siguiente jornada, empatando en Anoeta ante el Betis.Y ahora vamos con los condicionantes. El primero, seguramente el fundamental, el estado físico de la plantilla. Arrancar la temporada con la inesperada retirada de David Silva por lesión fue un mazazo del que fue difícil recuperarse. A partir de ahí, las dolencias se han sucedido, las de Aihen Muñoz y otra más de Carlos Fernández para perderse toda la segunda vuelta, con la intermitencia de un André Silva que no se incorporó realmente hasta casi el ecuador, con lesiones en el mejor momento de la temporada para jugadores como Barrenetxea o un Brais Méndez que arriesgó en las dos lesiones que tuvo para volver y triunfar, acabando la temporada sin dos pilares como Zubimendi o Zubeldia para afrontar los partidos decisivos... En el club parece asumirse este nivel de bajas como algo normal, pero es algo que inquieta en la grada.
El calendario tampoco fue amigo de la Real. Lo fundamental, porque perdió a dos titulares, Traoré y Kubo, para disputar la Copa África el primero y la Copa Asia el segundo, en las fechas en las que más se aprieta el calendario en España por la Copa. Para complicar aún más esa fase decisiva de inicio del año 2024, la Real tuvo que disputar nada menos que once partidos entre el 7 de enero y el 18 de febrero, de los nueve fueron como visitante. Nueve desplazamientos, hasta cinco seguidos para empezar esa racha, en menos de mes y medio y a las puertas de una semifinal de Copa y una eliminatoria de octavos de Champions. Y por si faltaba el remate, la absurda asimetría del calendario liguero coloca en el camino de la Real en las siete últimas jornadas ligueras a tres de los cuatro primeros equipos de la tabla, Real Madrid, Barcelona y Atlético, y a sus dos grandes rivales finales por la sexta plaza, Betis y Valencia. Casi nada. El hecho de que la Real, eliminada de las competiciones por eliminatorias, sumara 20 de los últimos 33 puntos en juego (la práctica incomparecencia en la jornada final ante el Atlético habla casi de un 20 de 30) dice mucho de esta dificultad.
Y por supuesto, hay que hablar del gol. Mientras Sorloth (ojo, fue él quien escogió la oferta económica del Villarreal) dejaba atrás su pasado txuri urdin y peleaba por ser el Pichichi de la Liga con 23 goles, los tres delanteros con los que contaba la Real, los mencionados Silva y Carlos Fernández y el recuperado Sadiq presentaron unos números bajísimos. Entre los tres, sumaron 10 goles en las tres competiciones, una media que no llega a un tanto cada seis partidos. Insistimos entre los tres. Que la Real haya sobrevivido a eso es una proeza y explica que en toda la segunda vuelta apenas haya un partido en el que marcara más de dos goles, el 2-3 con el que logró la victoria en Granada. En Anoeta, otro calvario de la temporada, se vieron cinco goles contra el Granda (5-3), cuatro contra el Getafe (4-3) y tres contra el Athletic (3-0), todo en la primera vuelra. A partir de ahí, y con la excepción europea del 3-1 al Benfica, nunca más de dos goles.Son muchos condicionantes como para no entender el cansancio del equipo, incluso la impotencia, podríamos decir. Y aun así, el equipo ha actuado unido y comprometido. Recibió el palo de caer a la séptima plaza a falta de tres jornadas para el final y al final le ha sobrado hasta una jornada para certificar el pase a la Europa League después de una espléndida racha final de 20 de 30 puntos posibles y de ganar a sus dos rivales más directos por la sexta plaza, el Valencia y el Betis. La temporada podría haber ofrecido un saldo mejor, quedan las espinas de la Copa y de la Champions, pero el mérito ha sido gigantesco. Certificar la quinta clasificación europea consecutiva es algo muy grande, porque demuestra que, con Imanol, la Real se ha instalado en la élite. No está un año arriba y tres abajo, no lucha un año por la Liga y al siguiente por no descender. El de la Real es un proyecto consolidado, el de un equipo que siempre da la cara. Con una segunda vuelta de menor brillantez formal en este curso, pero con un espíritu competitivo encomiable, algo que honra el escudo y la camiseta de la misma manera.
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