sábado, marzo 12, 2016

CELTA 1 - REAL SOCIEDAD 0 Otra temporada desperdiciada

Illarra, en el partido de Balaídos.
Se acabó. Otra temporada a la basura, otra Liga desperdiciada, otra Real con aspiraciones, y esta vez además con una importante inversión económica de por medio, que se queda en tierra de nadie, Y cuando son ya tres consecutivas, igual hay que pensar que el problema es de calado. La Real perdió en Balaídos ante un Celta bastante escaso, que marcó un gol al cuarto de hora y con eso le bastó para aguantar a una Real primero desastrosa y después impotente. Ni sin Vela ni con él. Se acabó la temporada, porque la séptima plaza estará al final de esta jornada a una distancia que hay que considerar como imposible, a un mínimo de nueve puntos y a un máximo de diez, ya más lejos que las posiciones de descenso que tampoco serán un problema en cuanto el equipo de Eusebio vuelva a ganar algún partido, después de acumular ya cuatro sin vencer. La tristeza se ha instalado en el equipo txuri urdin y ya sólo queda languidecer otros dos meses más para llegar a las vacaciones.

Puede que esto también sea consciencia de lo poco en serio que se toma a sí misma la Real. Una hora antes del partido, y al mismo tiempo que se confirmó que Reyes estaría en el centro del campo, Elustondo en el centro de la defensa y Zaldua en el lateral diestro, Eusebio desveló la gran incógnita: Vela comenzaba el encuentro en el banquillo. Antes de que el balón echara a rodar, resultaba difícil evaluar la idoneidad de la decisión, puesto que si el castigo estaba levantado es casi imposible de entender la suplencia del teórico mejor realista, como fue imposible entenderla en el Vicente Calderón pero con el añadido de que la Real llegó a Balaídos con la necesidad de ganar para no quemar la última bala europea ante un equipo que sería rival directo en esa pelea. Y si la Real de verdad creía en esa posibilidad, que parece que no, su puesta en escena en el campo del Celta sólo puede calificarse de mediocre. Si esto era una final, nadie en la Real pareció darse por enterado.

No hay más que ver cuál fue el primer disparo de la Real, un lanzamiento desviadísimo de Illarramendi que llegó en el minuto 43 de la primera mitad. Antes de eso, Sergio apenas tuvo que levantar los brazos para cazar un centro chut de Pardo, ese fue todo su trabajo en una primera mitad lamentable del equipo de Eusebio, que siempre estuvo a merced de un Celta que ni siquiera tuvo que hacer nada del otro mundo para imponerse al equipo txuri urdin. Con llevar el balón a zonas cercanas al área de Rulli, la Real temblaba. Temblaba por el centro, donde Reyes no era capaz de anticiparse, temblaba por las bandas, donde sobre todo Zaldua pero también Yuri sufrían bastante. Temblaba hasta en la portería, porque Rulli estuvo a punto de patear muy tarde ante la presión celtiña. Y temblaba incluso en la salida desde el campo del Celta, porque tanto Illarramendi como Pardo parecían tener orden de presionar muy arriba y, una vez superados, se quedaban sin presencia activa en el partido. Coronando eso con un nuevamente desafortunadísimo Jonathas, el desastre era total.

Sólo hay una pequeña salvedad a ese desastre, y es el entusiasmo de Oyarzabal, el único que intentó alguna cosa razonable por mucho que esta no fuera su tarde. El resto, muy por debajo del nivel que se esperaba de ellos, con menciones de honor para el capitán, Xabi Prieto, incapaz de regatear a nadie o de que uno de sus centros llega a zona de remate, y para un Jonathas que no aporta absolutamente nada al juego del equipo y que sin goles se muestra como un jugador limitadósimo, Así, perder por la mínima al descanso, como sucedió en el Calderón, era la mejor de las noticias. Y eso que el gol del Celta fue, en realidad, su primer disparo ente los tres palos, en realidad el único del partido, y llegó después de quince minutos en los que no había sucedido prácticamente nada en el encuentro. Pero cuando un balón largo cogió la espalda de Yuri, parecía evidente que había peligro. Iago Aspas controló bien y ejecutó una bonita vaselina que evitó a Rulli. Tampoco es que el Celta tuviera mucho más peligro, aunque en el último minuto de la primera mitad sí tuvo que sacar una buena mano abajo el argentino para evitar que un centro de Wass tuviera más peligro dentro del área pequeña.

Para entones, la Real había dejado un absoluto ejercicio de mediocridad, que tampoco es nuevo, que pudo haberse maquillado si Martínez Munuera, un árbitro tremendamente permisivo con los de casa (con el triple de faltas cometidas, el Celta sólo vio una tarjeta más que la Real, y fue por perder tiempo), hubiera señalado lo que pareció un claro penalti a Oyarzabal tras una falta lateral botada por Pardo hacia el segundo palo. Como el carácter tampoco sobra en la Real, el chaval de 18 años se quedó solo en la protesta, como hace unas semanas el de 20 se quedó tirado en el césped tras una entrada criminal sin que a sus compañeros pareciera importarles demasiado. Tan mala había sido la primera mitad, que cualquier cosa que se viera en la segunda mejoraría sin duda la triste imagen que había dejado la Real. De esa manera, no empezaron mal los de Eusebio, que con muy poquito consiguieron encerrar al Celta en su área. Los de Berizzo apenas salieron dos veces con peligro de su campo, y no llegaron a provocar que Rulli tuviera que intervenir. Un balón de Aspas que se paseó por la línea de gol fue su única opción clara de hacer el 2-0, y eso que la Real se volcó.

Con todo, la reacción txuri urdin tuvo el mismo lento y cansino ritmo de tantas otras ocasiones. El partido, de hecho, se parecía bastante al de la temporada pasada, aunque esta vez no estaban ni Chory ni Agirretxe para revolucionarlo. El primer disparo a puerta, y con escaso peligro, no llegó hasta el minuto 55, cuando Xabi Prieto cabeceó a las manos de Sergio otra falta lateral botada por Pardo, que sigue mostrando una buena mejoría en esa suerte. Cuando se produjo esa jugada, Eusebio ya había decidido meter a Vela en el campo, cosa que hizo tras la siguiente jugada. Diez minutos más tarde de lo que lo hizo en el Calderón, el técnico realista reordenó al equipo con más lógica. Sentó a Zaldua, acribillado a faltas por la defensa del Celta cada vez que osaba cruzar la línea del centro del campo, con lo que Elustondo pasó al lateral, Reyes al centro de la zaga, e Illarra y Pardo retrasaron su posición para organizar el juego. Haríamos bien en pensar que, incluso jugando mal, de esta manera la Real al menos dominó el partido, la posesión, el balón y hasta las ocasiones jugando en el campo de un equipo que sí va a luchar hasta el final de la temporada por estar en Europa.

A pesar de las críticas que merece el partido de la Real, cuando la segunda mitad llegaba a su ecuador la derrota ya era bastante injusta oponiendo sus méritos a los del Celta. Oyarzabal metió un espléndido balón a Vela entrando por la derecha y su disparo, después de rebotar en un defensa, se estrelló en el lateral de la red. En ese córner, Oyarzabal, con el cuerpo mal colocado, lanzó el balón muy arriba desde una posición interesante. Y apenas dos minutos después de esas dos jugadas fue Jonathas, otra vez desaforunadísimo en todas las facetas del juego, quien envió el balón arriba desde el interior del área, en teoría la zona en la que tendría que tener un porcentaje de acierto mucho más elevado. El segundo cambio de Eusebio quiso mantener el dibujo y las pretensiones, pero dando más mordiente ofensiva. Xabi Prieto dejó el campo después de otra triste actuación y entró Bruma. El guineano con nacionalidad portuguesa tuvo una buena opción de marcar en el minuto 84, después de un buen caracoleo en el área y un disparo junto al palo que detuvo Sergio con seguridad.

Antes, Jonathas quiso desviar un envío desde la izquierda que no le generó muchos problemas al guardameta del Celta. Y Eusebio quemó sus naves con uno de esos cambios inofensivos que, semana tras semana, nos recuerdan los muchos desequilibrios no sólo ya de la plantilla realista sino también de las convocatorias de Eusebio, que no se sabe muy bien por qué no echa mano del Sanse cuando las bajas afectan con tanta severidad a sus hombres de ataque. Buscando una victoria, al menos un empate que tampoco habría servido para mucho, un cambio de Héctor por Yuri a cinco minutos del final no va a aportar demasiado. Y aún así la Real volvió a merecer el empate en esos minutos finales, Illarra estuvo cerca de lograrlo primero con un disparo franco y después con un barullo final en el área. El partido, eso sí, murió en el área del Celta, reflejo de la superioridad realista en la posesión, pero lo hizo sin que Sergio tuviera que erigirse en héroe de la tarde, muestra de que a la Real le sigue costando una barbaridad generar peligro claro y de que echa muchísimo de menos a Agirretxe.

El empate habría sido un mal menor, un consuelo que hubiera podido mantener aún alguna esperanza en el caso de que se vuelvan a conectar un par de victorias seguidas, pero la derrota obliga a poner los pies en el suelo y asumir que esto se ha acabado. A la Real ya sólo le resta conseguir un par de victorias más cuanto antes para certificar ya la permanencia y no ver cómo los puestos de descenso puedan acercarse algo en las próximas jornadas, porque Europa es ya una quimera. La derrota en Balaídos no sólo se ha llevado por delante todas las reservas de ilusión que pudieran quedar en esta temporada, sino que también ha puesto en entredicho la calidad del equipo. El vestuario dio la cara por Vela y pidió que entrara en la convocatoria. Si después de mostrar semejante compromiso de puertas hacia dentro, lo que opusieron al Celta es todo lo que pueden hacer en el césped, muy mal van las cosas en la Real. Y así no es de extrañar que otra temporada más pase al olvido de una manera tan temprana, cuando quedan todavía nueve jornadas por jugarse.

1 comentario:

Tartarus dijo...

Con la buena pinta que tenía la Real, otra temporada más, y se queda fuera de la lucha por Europa.

Un saludo