Reyes abrió el marcador con un autogol. |
Empezando por el principio, el once de Eusebio era un galimatías que no había por donde coger. Lo era viendo que dejaba en el banquillo a su mejor centrocampista, Rubén Pardo, a su estrella ofensiva, Vela, al jugador más enchufado, Oyarzabal, y hasta a su ahora mismo lateral más en forma, Yuri. Demasiadas ventajas para el rival teniendo en cuenta el enorme número de bajas que ya tenía la Real para afrontar el encuentro. Pero cuando comenzó el partido y los jugadores se colocaron en sus puestos, el galimatías se convirtió en una irresponsabilidad. De la Bella jugó como central junto a Mikel González. ¿Quién tomó la decisión de dejar libre a Ansotegi si ante una sola ausencia de un central del primer equipo, Iñigo Martínez, tiene que ser un lateral izquierdo, y además uno que habitualmente no juega, quien le supla? ¿Quién fichó a Babic, en teoría pensando en el primer equipo, si ante esta emergencia autoinducida, no está para subir al primer equipo? ¿Y cómo se le ocurre a Eusebio realizar esta probatura de verano en un partido en un estadio como el Vicente Calderón y en una semana de tres partidos?
Por supuesto, la Real pagó muy pronto el precio de semejante temeridad. Y a pesar de que el 1-0 llegó con muy poquitos minutos disputados, algo que ya se empieza a convertir en una costumbre en las visitas realistas a este estadio (no olvidemos que hace unos meses ya perdía 2-0 a los diez minutos), bien pudo haber llegado antes. Primero Saúl probó suerte y el balón se le fue arriba. Barruntando ya la catastrófica noche que se esperaba, Jonathas no tardó más que tres minutos en ver una amarilla absurda, temeraria e inútil. Unos segundos después, Mikel González estuvo a punto de repetir autogol en el Calderón, como ya firmara la pasada campaña, al intentar interceptar un pase desde el flanco izquierdo del ataque rojiblanco, que Rulli consiguió despejar para que De la Bella enviara el balón a córner. Y en el fatídico minuto 7, un saque de banda defendido paupérrimamente por la improvisada parte izquierda de la defensa realista, con De la Bella de central y Héctor de la lateral, permitió a Koke centrar al área para que Reyes, en unas las muchísimas ocasiones en las que tuvo que incrustarse entre los centrales, introdujera el balón en su propia portería.
Siendo benévolos, el partido acabó ahí. En realidad, la Real claudicó desde el vestuario, con lo que el hecho de que el gol llegara tan pronto fue en realidad un alivio. Un 0-0 habría alimentado falsas esperanzas de sacar algo del Vicente Calderón durante algunos minutos más, algo inútil cuando fue tan evidente que la Real no tenía plan alguno para lograr algo positivo. ¿Balones largos a Jonathas? No sólo no los olió durante todo el partido, sino que además él mismo se limitó la pelea con esa tempranera tarjeta amarilla que vio. ¿Subidas de los laterales? Más bien pocas, bastante tenían con paliar la improvisación defensiva de Eusebio para que el Atlético no sacara partido de semejante regalo. Tan catastrófico era todo, que se veían situaciones impropias de esta Real que nos venía ilusionando durante el último mes. De la Bella echaba fuera balones fáciles que buscaban a Héctor, Reyes estrellaba el balón en el árbitro permitiendo una contra del Atlético, Bruma se atribulaba con decisiones equivocadas y cayéndose al pisar el balón, como un Granero torpe y superado, y Prieto vagaba cual alma en pena por el césped del Calderón.
Así, viendo que la jugada más peligrosa de la Real fue un estéril centro de Bruma al segundo palo que Oblak atajó con seguridad o incluso una contra tan mal llevada que acabó con un disparo de Illarramendi que se marchó por la línea de banda, todo lo poquito que pasó en la primera mitad fue en interés del Atlético. Godín pudo hacer el 2-0, pero no llegó a remachar en el segundo palo, Griezmann tuvo su primera oportunidad en un disparo desde dentro del área que Rulli despejó con firmeza, y el francés, el ex realista, volvió a probar fortuna con una volea que no encontró portería. Rullí, el único realista que parecía tener clara su misión en el partido, evitó también un uno contra uno con Vieto, y Goidín volvió a perdonar el segundo. La primera mitad terminó con ese penalti reclamado por Jonathas que no existió más que en su imaginación, y que fue casi una temeridad viendo que Hernández Hernández hasta estaba enfadando a la grada del Calderón por alguna que otra falta que no señaló a favor de los suyos.
Tan desastrosa fue la primera mitad, que la la única noticia positiva era el resultado, apenas un 1-0 que siempre deja a cualquier equipo con posibilidad de conseguir algo positivo, aunque sea de forma inmerecida o de rebote. Eusebio quiso corregir su calamitosa organización inicial y devolvió al equipo al partido con una colocación más normal, con Reyes en el centro de la zaga, De la Bella en el lateral izquierdo y Héctor arriba como extremo. Pero como el pecado era tan grande, la penitencia fue mucho más dura. No tardó más que 35 segundos en hacer el 2-0 el Atlético al regresar de los vestuarios. Y eso que la Real se tomó su tiempo para volver de los vestuarios, cabe pensar que porque Eusebio tenía muchas cosas que decirles. Pero sin llegar al medio minuto de juego, un catastrófico mal entendimiento entre De la Bella y Mikel González desembocó en un regalo a Vietto, que cedió el balón al corazón del área que que Saúl marcara. Si aún con tan paupérrima primera mitad alguien albergaba opciones de puntuar, ese gol las dinamitó por completo. El partido había acabado, esta vez ya sí de forma definitiva.
Tanto fue así, que Simeone empezó a reservar jugadores desde el minuto 54, cuando se permitió el lujo de dar descanso a Godín para que entrara Lucas. El Atlético daba ya el partido por ganado con más de 35 minutos por jugar, algo que a todas luces tendría que ser humillante para cualquier profesional pero que no provocó la reacción de la Real. Con todo, Eusebio no quiso demorar mucho sus cambios, y en el minuto 57 colocó a Pardo y Vela por Granero y Héctor, dando al equipo un aspecto por fin algo más reconocible y a la afición del Atlético una oportunidad de despedir con una sonora pitada al canterano madridista ahora en las filas realistas y que firmó una nueva actuación decepcionante. Si los cambios podrían haber tenido algún efecto, esa opción se diluyó sólo dos minutos después, cuando Griezmann se dejó caer descaradamente ante De la Bella y Hernández Hernández, que en la misma posición y en jugada idéntica no se tragó el pìscinazo de Jonathas, decretó el punto de penalti. Lo fácil, vaya. El ex realista se encargó de completar su obra y firmó el 3-0. Luego no lo celebró. Pues vale.
Con el Atlético ya en modo ahorro de energía de forma descarada, la Real dio algunas muestras de su identidad. Tardísimo, claro, pero al menos sirvió para imaginar cómo habría sido el partido si el equipo txuri urdin hubiera querido disputarlo. Vela pudo marcar tras una buena jugada de Bruma, y el palo evitó que la Real recortara distancias tras una falta que botó Pardo, enorme mejora en las jugadas de estrategia la que ha experimentado el riojano en las últimas jornadas, y a la que una melé de jugadores entró para rematar, y otra buena galopada de Vela por la izquierda encontró un impropio remate de un Jonathas desesperado en otra clara ocasión. Tan mal salió todo en el Calderón, que entre Elustondo y Jonathas se estorbaron para evitar un gol cantado ya en el minuto 87, de nuevo tras un sensacional partido de Pardo. Capilla, que salió en los últimos minutos, lo intentó desde lejos y cerró el catrastrófico partido realista al recibir una dura entrada que no recibió castigo porque el árbitro pitó el final, dejando al canterano dolorido en el suelo sin que sirviera para nada.
En ese momento, Elustondo le pegó un puñetazo al balón, mostrando la frustración de una derrota tan patética, que incluso pudo ser peor si el colegiado no anula en el minuto 89 un gol legal de Correa, resultado de una pérdida de balón lamentable de Mikel González. En todo caso, da igual la cuantía de la derrota, por mucho que duela que la Real sea el primer equipo que pierde por tres goles en el Calderón esta temporada ante un Atlético que sufre para ganar todos sus partidos salvo que sea ante el equipo realista, que se entrega de una forma triste y ramplona con demasiada frecuencia. El despropósito orquestado por Eusebio se ha acabado convirtiendo en un mensaje, y es que la Real no tiene claro que pueda luchar por cotas más elevadas. Su racha de cuatro victorias seguidas lo había hecho pensar, pero si lo único que puede ofrecer ante un reto de este calibre es una rendición incondicional, es imposible soñar con Europa. A Eusebio le ha pasado en esta semana de tres partidos, en la que por ahora suma un punto de seis y gracias a un gol de un cojo, lo mismo que le condujo a la eliminación copera, ver a todos sus jugadores. Y esto no es pretemporada. Como la semana no acabe con triunfo, la factura habrá sido elevadísima.
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