Markel fue la única novedad de Moyes en Málaga. |
Moyes tiene claro que no va a introducir muchas variaciones en su once tipo, y que eso, también, una idea ya para la próxima temporada, cuando la confección de la plantilla sea a su gusto. La ausencia final de Vela, que no se sentó ni en el banquillo, era una invitación a pensar en que repetirían los mismos jugadores de las últimas semanas, pero el técnico escocés se reservó una sorpresa: sentó a Pardo y colocó en el centro del campo al hasta ahora gran damnificado de la confianza que ha depositado en el riojano, Markel Bergara. El resultado no fue especialmente alentador. Que el Málaga quisiera unos primeros minutos arrolladores tampoco ayudó a que el centro del campo realista se asentara. Pero, en realidad, esa sensación fue más bien un espejismo, ya que el equipo local no consiguió traducir su dominio en momentos de verdadera inquietud para Rulli, por mucho que el balón sí rondara el área realista con frecuencia. Las únicas excepciones fueron dos goles anulados, el primero a Juanmi por un claro fuera de juego, en una jugada que se inició por una mala salida de Markel, y el segundo a Amrabat por una igualmente evidente falta a Ansotegi.
Esa situación de partido se extendió hasta el primer cuarto de hora, y después despertó la Real. Zaldua, que cada vez parece más cerca de su mejor versión, fue su animador con una buena galopada por la banda derecha, aunque se le apagara la luz cuando ya había entrado en el área del Málaga. Justo a continuación, un sensacional centro con rosca de Chory Castro desde la banda derecha estuvo a punto de alcanzarlo Agirretxe en el segundo palo. Esa fue la fase más abierta del partido, en la que los dos equipos gozaron de ocasiones claras. Pero más en cantidad y en claridad fueron para la Real, aunque primero intentara golpear el Málaga, con Samu buscando marcar de tacón en un córner pero enviando el balón a las manos de Rulli. Mala defensa realista en esa estrategia, por cierto, y ese es un problema que no termina de atajarse. Pero a continuación Canales puso a prueba a Kameni con un disparo desde la frontal que el guardameta malaguista atajó con seguridad y al filo de la media hora Granero malogró una ocasión clarísima con un disparo defectuoso, tras llegarle el balón rebotado de un defensa.
Aunque se jugó con mucho ritmo, la pugna entre los dos equipos se parecía a una tablas técnicas porque ninguno se imponía con claridad. Con un Granero muy acertado en el centro, a pesar de ese gol cantado que desparovechó, la salida de la Real era más que notable, y la conexión entre Chory, Canales y Xabi Prieto, el más desaparecido de los tres, siempre provocaba dolores de cabeza para el Málaga. Los andaluces, que sí conseguían sobrepasar la primera línea de presión txuri urdin, no conseguían que eso supusiera inquietud alguna para Rulli. Del Cerro Grande pareció perdido, pero en el desconcierto momentáneo del centro del campo realista en las salidas locales sí dejó una factura importante, una amarilla para Markel. En ese último cuarto de hora de la primera mitad, sólo la Real pudo mover el marcador. Justo al filo del descanso, Chory gozó de una espléndida ocasión, un muy buen zurdazo que de nuevo detuvo Kameni, mostrando unos reflejos impresionantes. A pesar de que la Real sufrió en el primer cuarto de hora, casi se puede afirmar sin problemas que hizo más méritos que su rival para marcar en estos 45 minutos iniciales.
La segunda mitad comenzó como la primera, sólo que en el primer cuarto de hora el Málaga esta vez sí fue capaz de traducir su dominio de posesión y territorio en ocasiones claras de gol. La primera jugada tras volver de los vestuarios fue un cabezazo de Juanmi que Zaldua envió a córner también con la testa. Rosales provocaba problemas por la banda, Darder buscaba el disparo desde lejos y Amrabat se había convertido oficialmente en un dolor de cabeza para todo el entramado defensivo de Moyes, ya que acabó forzando tarjetas para amarillas para Iñigo Martínez y Ansotegi (los dos se perderán el partido del Calderón por acumulación de amonestaciones), además de la que ya había conseguido que viera Markel en la primera mitad. Y llegó el gol porque ahora el Málaga sí estaba mandando como para ganar. La forma en la que llegó fue algo sorprendente, porque un Rulli habitualmente seguro por alto no intentó imponerse en su área pequeña para impedir el remate de Recio a tres metros de la línea de gol, tras una falta eso sí muy bien botada por Castillejo.
La Real había dejado pasar sus mejores ocasiones en la primera mitad y se veía por debajo en el marcador, algo que tampoco es extraño en esta temporada. Rulli incluso tuvo que evitar el 2-0 en un mano a mano con Darder. Justo después llegó la jugada que tendría que haber servido para revitalizar al equipo, de la misma manera que la internada de Zaldua hizo esa función en la primera mitad. El equipo txuri urdin gozó de un clarísimo contragolpe de tres para tres. Markel lo condujo, quizá demasiado viendo la posibilidad de meter un balón en profundidad a Chory para que su velocidad hiciera el resto. Cuando metió el balón, y aunque lo hizo de manera ventajosa, el control del uruguayo fue malo y ya no tuvo terreno para reaccionar. Kameni recogió un balón manso cuando seguro que temía, como poco, una ocasión clarísima. Quizá por el exiguo 1-0 o quizá por esa jugada, Moyes reaccionó en busca del empate con un doble cambio. Fue raro que Granero fuera el primer sustituido, no que entrara Pardo, y Hervías suplió a un Canales más apagado que de costumbre.
Pardo sí se hizo con el mando del centro del campo y empezó a mover al equipo, pero la ausencia de Granero a su lado hizo que los cambios no fueran del todo efectivos y que el partido pareciera todavía más roto. Y fue extraño el movimiento de Moyes pensando sobre todo en que Markel, a su mal partido, tenía que añadir la tarjeta amarilla que amenazaba con dejar al equipo con uno menos si el Málaga conectaba alguna contra, y que su expulsión impediría que le alineara en el Calderón como central de urgencia. El caso es que el partido se detuvo en la zona de trascendencia, se enredó en el centro del campo y ninguno de los dos equipos llegaba con claridad. Moyes se jugó su última baza y puso sobre el césped a Finnbogason en lugar de Chory. Y el islandés, quién sabe si por la confianza del gol logrado la semana pasada, se mostró con mucha más decisión de la que había enseñado hasta ahora. No es que tuviera demasiadas ocasiones de demostrar nada, pero sus dos primeros balones los tocó con mucho acierto y visión de juego. El segundo, de hecho fue la dejada a la frontal del área para que Pardo enganchara un precioso disparo ante el que nada pudo hacer Kameni.
No eran los mejores minutos de la Real y el empate no se veía con claridad, pero sí que la Real lo estaba intentando. Eso dio cierta justicia al empate, porque ese espíritu es el que permite sacar puntos de campos complicados como La Rosaleda. Y eso, aunque para esta temporada seguramente llegará demasiado tarde por el lamentable inicio de competición que protagonizó el equipo y que incluso hizo pensar en que la temporada sería una lucha por la superviviencia, hace tener esperanza en el futuro. La Real no concedió gran cosa de ahí al final, y lo más claro que tuvo el Málaga fue un córner en el que todo el equipo local pidió con tanta vehemencia un penalti que ni ellos mismos se creían que el errático Del Cerro Grande tendría que haber reaccionado con una amarilla. A eso sumó la falta que tuvo ya con el tiempo de añadido prácticamente cumplido, una falta que le costó la amarilla a Rubén Pardo por adelantarse en la barrera y que Rulli atrapó con seguridad. La Real, por su parte, gozó de una ocasión en los pies de Zaldua, que disparó arriba desde la frontal después de que Finnbogason, sí, Finnbogason, le dejara el balón de tacón.
El equipo txuri urdin no pudo ganar y el milagro europeo con el que se podía soñar después de las tres últimas victorias parece esfumarse de forma ya casi definitiva (a la desventaja de ocho puntos hay que sumar el average perdido con los malacitanos), a la espera de una última brizna de ilusión si favorece lo que pueda suceder en el Vicente Calderón el martes y la moral que eso pueda insuflar al equipo si el Málaga pincha en Eibar y esa séptima plaza vuelve a acercarse. Pero el empate es, en sí mismo, bueno. Permite a la Real demostrarse a sí misma que tendría que haber estado peleando con un escalón superior en la Liga, y sobre todo confirma unos números francamente buenos, con sólo una derrota en los últimos ocho partidos. El equipo, con sus malos momentos en los encuentros, ya es capaz de plantar cara de una forma más evidente a casi cualquier rival, y eso que ni el físico ni un patrón claro de juego le permiten mantener sus puntos fuertes durante periodos que se acerquen a los 90 minutos de partido. Pero hay cosas que invitan a pensar en un buen futuro. A falta de objetivos claros esta temporada, toca afianzar eso con trabajo para el futuro.
2 comentarios:
No se gana fuera de casa, pero sí se nota cierta mejoría en el equipo, que por lo menos no se fue de vacío. Qué tome nota Moyes para ilusionarnos en el futuro porque esta temporada se puede dar por perdida aunque habrá que quedar lo mejor posible.
Antonio, efectivamente, y esa mejoría es para valorarla. Yo aún creo que hay una bala para soñar con algo más, pero si del Calderón no salimos recortando puntos a la octava plaza sí que lo veo ya imposible y hay que empezar a ir pensando en la próxima temporada sin dejar de competir en cada partido.
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