La celebración del gol realista. |
Efectivamente, David Moyes repitió la alineación que ganó al Espanyol hace una semana. El mensaje parece evidente, y es que la confianza del escocés en estos once hombres es total. No importa que la Real siga sin encontrar un patrón de juego claro, que no domine del todo los partidos y que haya fases de excesivo sufrimiento sobre el césped, dando igual que el rival tenga el nivel del Getafe o el del Real Madrid. O incluso que el banquillo se queden caros fichajes extranjeros como Finnbogason y jugadores hasta hace poco intocables como Markel o De la Bella. Estos son sus jugadores y quien quiera entrar en el once va a tener que sudar tinta. Viendo que el mensaje de Moyes también se dirige hacia la próxima temporada, hay muchas interpretaciones que hacer. La primera la hizo la afición realista que se congregó en el Coliseum getafense, cuyo primer cántico tuvo un destinatario claro: "Rulli, quédate". La frase cobró aún más significado con el brutal partido del argentino y teniendo en cuenta que el palco del estadio estaban Loren y el mismísimo Luis Arconada. Más señales.
Y eso que el partido no empezó nada bien para los intereses realistas. De hecho, la primera parte fue bastante mala, y lo sorprendente es que el Getafe no se marchara al descanso con ventaja en el marcador. Rulli se empezó en que la Real no perdiera el partido y comenzó a lucirse en el minuto 12, cuando despejó con la pierna un disparo casi a bocajarro que Alvaro conectó ante la pasividad de toda la Real, que le dejó internarse en el área con facilidad. La parsimonia fue un mal síntoma del juego de la Real, que dejó tocar al Getafe con mucha facilidad. Ocho minutos después, Pedro León conectó un zapatazo desde fuera del área que rebotó en el larguero, con el guardameta realista ya batido. En la jugada siguiente, minuto 21 ya, la Real dio las primeras señales de vida, con un disparo fuera de Granero. La conexión entre este, Canales y Prieto parecía la mejor arma realista, pero se daba con cuentagotas y a muy poca velocidad. Rondando la media hora, Sarabia cruzó un balón peligrosísimo que no encontró rematador. Juan Rodríguez la tuvo a continuación, pero su disparo se marchó a córner. Y ahí empezó el recital de Rulli.
Minuto 37. El argentino sacó a córner un disparo de Pedro León, al que llegó incluso aunque dio la impresión de resbalarse ligeramente. Minuto 45, Rulli volvió a impedir el gol de Pedro León tras una fantástica volea, con una de esas paradas grandes, abajo y a su izquierda, que hablan de la categoría de un portero, también por el momento del partido en el que llegó, justo antes del descanso. Y minuto 46, el guardameta protagonizó una maravillosa intervención doble ya desde el suelo, la segunda acción con la cara, en la última jugada del primer tiempo. Por mucho que antes de esas memorables apariciones finales Agirretxe tuviera un clarísimo cabezazo cruzado que se marchó fuera y que pudo significar el 0-1, si la Real volvió de los vestuarios con posibilidades de ganar el partido fue la extraordinaria actuación de su portero. Aún no se sabe si Loren seguirá o no en la Real, pero su trabajo más inmediato antes de que expire su contrato es sin dudar lograr que el arquero siga en San Sebastián por lo menos una temporada más. Fue Rulli el que sostuvo al equipo y Moyes no quiso desaprovechar la oportunidad que le brindó su número 1.
Por eso, la Real que saltó al césped en la segunda mitad no tuvo nada que ver con la de la primera. Si la lentitud excesiva a la hora de conectar pases marcó los primeros 45 minutos, Moyes debió de leerles la cartilla en el descanso porque el ritmo fue muy diferente. Y habiendo al menos una intensidad igual en los dos contendientes, la Real tiene que ser mejor que el Getafe, por mucho que la clasificación no lo mostrara con claridad antes de este partido. Y lo demostró en unos veinte minutos bastante buenos. A los cinco minutos de la reanudación, Canales disparó contra Guaita, que por fin tuvo que emplearse para evitar un ataque realista. A los nueve, Agirretxe probó una tijera desde la frontal del área, pero no encontró el premio del gol. Chory, que pareció resucitar tras el descanso, probó fortuna desde una posición algo escorada hacia la izquierda, pero el balón se marchó fuera. Y el uruguayo protagonizó una espléndida galopada por su banda que, tras una pared con Canales, finalizó en un centro a Xabi Prieto, que hizo una dejada de nuevo a Canales para que este estrellara el balón en la defensa. Una ocasión clarísima que no fue gol precisamente porque a la Real le falta velocidad a la hora de ejecutar el que estaba siendo un buen fútbol de toque.
Granero, que había cogido el mando del partido después de una primera parte en la que dejó bastante solo a Pardo en la labor de tratar de jugar desde atrás, fue quien inició la jugada del gol. Con mucha picardía, y soliviantando al público local, adelantó ligeramente la posición desde la que debía botar una falta lateral, desde el lado derecho del ataque realista. Su centro encontró el certero cabezazo de Iñigo Martínez, pero fue necesaria la involuntaria colaboración de Guaita para que el balón acabara entrando. Como en las dos últimas temporadas, la Real se puso por delante en el Coliseum, pero esta vez sí iba a conseguir el premio de los tres puntos. Y eso que el gol marcó un antes y un después en su forma de jugar el partido. La Real dominante de los primeros minutos se convirtió en una sufridora, que buscaba más el contragolpe que el dominio, por mucho que el Getafe ya no tuviera ocasiones tan claras como las que salvó Rulli en la primera mitad. La más clara, de hecho, fue un disparo de Velázquez tras un córner que se marchó fuera, a la izquierda del argentino.
Es indiscutible, eso sí, el penalti que Melero López debió señalar justo después del 0-1, un derribo a Sarabia al alimón entre Iñigo Martínez y Granero que provocó que saltara al unísono todo el banquillo del Getafe, que protestaran todos sus jugadores sobre el césped y que la grada se cogiera un monumental y lógico cabreo. Lo cierto es que el arbitraje fue una ruleta rusa en la que nadie sabía qué iba a pitar el colegiado y para qué lado, pero el premio gordo le tocó a la Real con esa jugada. Moyes trató de enfriar el partido cuando el Getafe tenía la pelota y colocó a Markel en lugar de un Granero que se marchó ovacionado del estadio en el que jugó dos temporadas. Y, sin embargo, trató de dinamizar el ataque con Hervías por Chory Castro. El canterano, como siempre, dio mucha movilidad y la chispa que siempre suele faltarle a la Real, aunque seguro que enfadó a Moyes cuando, con el tiempo cumplido, decidió meter un balón en el área en lugar de irse al córner. Eso fue en el minuto 33. Después, poca cosa. Los cambios pararon el partido y el Getafe ya no supo llegar a la portería de Rulli.
La Real ganó por la mínima porque supo sufrir en Getafe, mostró el carácter necesario para superar sus peores minutos del partido y después para aguantar la ventaja mínima con la que Moyes ya se ha mostrado convencido de que se va a manejar su equipo con frecuencia. La buena noticia es que, una vez por delante, el sufrimiento fue mínimo, más allá de la bronca que montó el colegiado con el penalti no señalado, y que se enlazan dos jornadas consecutivas sin encajar ningún tanto. Obviamente la ausencia de Vela es crítica para este equipo, pero los resultados sin el mexicano han sido bastante buenos, y eso hay que valorarlo como algo más que un ejercicio de supervivencia. Por momentos incluso se ve el juego que parece que quiere implantar Moyes, aunque la primera parte se pareciera mucho más a demasiados partidos decepcionantes que ha jugado la Real esta temporada fuera de casa. Y por fin se ganó fuera de casa. Por fin. Al menos este nefasto registro no alcanzó el año que ya amenazaba con cumplirse sin esa ansiada victoria. Con estos tres puntos, el descenso ya es un fantasma que no acecha a la Real. Ahora toca pelear por lo máximo que se puede alcanzar, el octavo puesto.
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