Chory Cstro fue titular en Almería. |
Aunque perder el average con el Almería ya es una mala noticia que debería preocupar más, pudo ser peor, porque el arranque del partido invitó a pensar en el escenario más negro posible. Al final da un poco igual lo que decida un entrenador antes de un partido si su equipo salta al campo como si la cosa no fuera con ellos, y eso es lo que hicieron los once jugadores de la Real en Almería. Sin medias tintas, sin cortapisas. Porque en los seis primeros minutos de partido, y habiéndose detenido el juego dos de ellos para atender a Rulli, el equipo txuri urdin ya iba perdiendo, ya había cometido un penalti y ya había cedido dos córners. Sencillamente impresionante el despropósito, aunque sólo era un avance de lo que estaba por venir. Entrando así en un partido da igual que Moyes apostara por Ansotegi antes que por Elustondo, que mantuviera a Yuri o que diera la titularidad a Zurutuza para sentar a Xabi Prieto, y sobre todo da igual que mantuviera la apuesta por ese doble pivote que forman Pardo y Granero. Todo da igual porque lo que la Real parece necesitar es un psicólogo. O dos.
No hay otra forma de explicar que un equipo como este, que sigue sin saber lo que es ganar fuera de casa en toda la Liga y estando ya a mediados de febrero, no saliera a comerse a un equipo como el Almería, que hasta hace dos semanas no sabía lo que era ganar en casa y que no enseñó nada que hiciera temblar a la Real. El peor local contra el peor visitante. Y como el segundo era la Real, casi cualquiera habría podido adivinar cuál no iba a ser el resultado del partido en ningún caso, algo que finalmente se confirmó. Esa es la triste realidad de este equipo. Por eso, simplemente con un poquito de velocidad, que ni siquiera calidad, cualquier equipo desborda a la Real con una facilidad incalificable. Aún asumiendo que se entre peor que el rival a un partido, es difícil explicar la jugada que acaba en el penalti que pone en desventaja al equipo txuri urdin nada más comenzar el encuentro. Un balón centrado desde el flanco derecho del ataque almeriense cruzó toda el área, encontró dos despejes defectuosos hasta que cayó en pies de Thievy. Su mal control y la salida desesperada de Rulli acabó como tenía que acabar, en penalti.
El argentino, que no estuvo tan seguro como en otras tardes, estuvo cerca de detener el disparo de Verza, el mismo que hace un año ya convirtió dos penas máximas ante la Real, pero estaba muy bien tirado, abajo y cerca del palo, con lo que pararlo habría sido una heroicidad. Apenas un par de minutos de partido y la Real ya se enfrentaba al peor de los escenarios posibles. Los problemas del equipo txuri urdin eran globales, pero sobre todo motivados por algo esencial: la velocidad. Cada vez que el Almería tenía el balón, simplemente buscaba el área de Rulli. Lo lógico. Cada vez que lo tenía la Real, después de un par de toques estériles y al ralentí, a una velocidad cansina e impropia de Primera, acababa en algún defensor para que pegara el voleón arriba. Así da igual que se ponga el centro del campo más técnico posible, el que formaban Pardo, Granero y Zurutuza, porque no se le busca para salir con el balón jugado. Aún así, Pardo, que ni siquiera hizo un partido brillante, demostró que ha de ser el eje sobre el que se monte este equipo. Por muchos errores que cometa en la salida de balón, uno de los aspectos que debe pulir, sus buenos pases hacen fútbol siempre. Y roba, haciéndolo desde el minuto 1, mucho más de lo que ha robado Markel o cualquier otro.
Dado que el Almería no gozó de grandes ocasiones de gol, Yuri y Zaldua, sobre todo el segundo, fueron los que más sufrieron en esos minutos, abandonados a su suerte con demasiada frecuencia por Chory Castro y Canales. Mientras tanto, lo poquito bueno que hacía la Real era suficiente para que, después del gol y de los habituales minutos de desconcierto, el partido se fuera decantando hacia su lado. Sin alardes, sin florituras, simplemente porque la Real tiene más que el Almería, al margen de lo que demostrara sobre el césped del Estadio de los Juegos del Mediterráneo. Aún así, la primera ocasión de gol de la Real fue la que acabó en el empate. Y era ya el minuto 27 de partido. Una falta botada por Granero desde la banda izquierda, desde una posición relativamente alejada del área, fue peinada por Agirretxe, lo suficiente para despistar a un Julián que, la verdad, pudo hacer algo más. La jugada tendría que haber demostrado a la Real que tiene mucho que ganar a balón parado, pero la estrategia en Almería volvió a ser un sinsentido, con balones imposibles de rematar en demasiadas ocasiones. Uno cayó en condiciones de ser dirigido a la portería y Agirretxe lo envió dentro. Tiene más mérito del que se le da, incluso cuando las cosas no salen como le gustaría.
Lo malo es que siempre que la Real hace lo que parece más difícil, acaba empeorando su situación. Con el empate, el Almería se desmoralizó. Lógico, teniendo en cuenta que ha ganado uno de los once partidos que ha jugado en casa. ¿Qué hace la Real en ese caso? Jugar al mismo ritmo cansino y seguir dando facilidades para que sus bandas sean autopistas. No se nota hambre como para alejarse definitivamente de las posiciones de abajo, y eso es una realidad. Sin que hubiera ocasiones de gol en ninguna de las dos porterías, Thievy aprovechó una de esas oportunidades en las que se jugó un uno contra uno con Zaldua para dejarle sentado y echar atrás un pase perfecto desde la línea de fondo para que Hemed enviara el balón al fondo de la red sin que Rulli tuviera la más mínima oportunidad de sacarlo. Como todo puede empeorar, después del 2-1 y antes del final de la primera mitad Zurutuza se marchó lesionado. Su situación empieza a ser compleja, porque un jugador en el que se no se puede confiar físicamente es un jugador que roza la inutilidad. En Almería volvía a ser titular después de muchos meses y ni siquiera llegó sano al descanso, lesionándose además en una carrera normal, ni siquiera en un gran esfuerzo. El físico es un tema ya muy serio en la Real.
Como tantas otras veces, el equipo txuri urdin tuvo algún momento de lucidez en el partido, y este llego con el comienzo de la segunda mitad. Nada más reanudarse el partido, Xabi Prieto, en una de las poquísimas acciones en las que intervino en otro partido para olvidar, forzó una falta al borde del área. Quien recordara el dato pensaría en ese aniversario que se cumple este sábado, el quinto año sin marcar un gol de falta directa después del mítico de Bravo. Canales lanzó, y aunque la altura del balón era perfecta, el balón se le marchó ligeramente desviado a la izquierda de la portería de Julián. Ahí se fue la última ocasión para no celebrar ese tristísimo aniversario. Por fortuna, el propio Canales fue quien empató el partido en la jugada siguiente. Un gran pase en profundidad de Chory Castro, quizá su única acción destacada del partido, lo recogió el ex valencianista, que tuvo la sangre fría suficiente para regatear al guardameta almeriense y colocar el balón en la portería lejos del alcance de los defensas que intentaron evitar el gol. La tremendamente fría celebración de Canales es una de las muchas muestras de que el equipo no está para tirar cohetes.
A partir de ahí, dio la impresión de que el partido podía caer para cualquiera de los dos equipos, aunque ninguno estuvo realmente cerca de marcar. En las mejores opciones de cada equipo, Xabi Prieto provocó con un disparo lejano y no demasiado potente una parada en dos tiempos de Julián y Rulli tuvo que sacar un buen tiro de Hemed, al que todo el equipo realista dio demasiadas facilidades para controlar, girarse y buscar la portería realista. Ambos entrenadores, en todo caso, fueron ambiciosos con sus cambios. Moyes con los suyos dio entrada a Hervías por Canales y a Finnbogason por Chory Castro. El canterano se colocó de nuevo entre lo mejor de la Real aunque sólo sea por entusiasmo. Pero cuando estaba convirtiéndose en un problema para Macedo, sorprendentemente la Real dejó de buscarle, con lo que su chispa se acabó diluyendo en el partido. Del islandés casi es mejor ya ni hablar. Otro cuarto de hora más en el que sigue sin verse por ningún lado al máximo goleador de la liga holandesa. Incluso con él en el campo las soluciones que aporta Agirretxe acabaron desapareciendo.
El tramo final del partido, de hecho, fue claramente del Almería, aunque de nuevo sin ocasiones de gol claras. Como el fútbol brilló por su ausencia, Velasco Carballo encontró terreno abonado para hacer lo que ningún árbitro tendría que hacer, convertirse en protagonista, y de la forma más absurda. Es asombroso que en un partido en el que no hay piques, trifulcas ni jugadas polémicas acabe mostrando cuatro de las ocho tarjetas amarillas que enseñó por protestar, incluyendo una a un integrante del banquillo del Almería. Una de ellas, la de Yuri, le impedirá jugar la próxima semana ante el Sevilla. Dentro de las áreas, el colegiado no quiso saber nada, aunque tanto Agirretxe como Ansotegi le reclamaron penalti en alguna acción. No lo parecieron, pero como el nivel arbitral es tan paupérrimo como el futbolísitco en la Liga española, cualquier cosa habría sido posible. De hecho, viendo el penalti de Rulli, aún pareciendo claro, queda la duda por la forma en la que cae Thievy, que parece totalmente antinatural ante la forma en que es entrado por el guardameta argentino.
La Real no despega, y ya no puede haber muchas esperanzas de que lo haga. Si a estas alturas no ha ganado fuera de casa, ya no se puede esperar con ilusión que lo haga de aquí a que se acabe la Liga, aunque probablemente algún día sumará los tres puntos. Si aún no ha marcado un gol de falta cinco años después, no se puede tener confianza en que rompa pronto esa nefasta estadística. Si marcando dos goles lejos de Anoeta por primera vez en la era Moyes no logra más que sumar un punto, es que algo va rematadamente mal. Lo único que queda es llegar al final de la temporada salvándola, llegando cuanto antes, y aunque sea de forma agónica y sin disfrutar a los puntos necesarios para que el descenso no sea cosa de la Real y pensar ya en una revolución absoluta. Punto a punto no se salva nadie, pero al menos el colchón sobre los tres últimos sigue ahí, sin reducirse a pesar de que la Real sólo ha ganado uno de los últimos cinco partidos. Pero que nadie deje de mirar hacia atrás por si acaso. Y más teniendo en cuenta que ahora llega el Sevilla y se viaja a Valencia. Vienen curvas.
2 comentarios:
Como siempre, muy buena crónica; se ha probado de todo, y ya no sabemos a quién echar la culpa; y encima un calendario de aupa; como no cambiemos, al hoyo.......SALUDOS.
Karpov, muchas gracias, con lo que me gustaría a mí que alguien me pudiera decir eso de una crónica elogiosa al equipo... Pero no llega. Efectivamente, se amplía en un punto la distancia con respecto al descenso, pero esa es la pelea y hay que asumirlo.
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