Lo que a Olabe no se le puede negar es capacidad de reacción. Hay siempre respuestas a los contratiempos. A la Real no le pillan por sorpresa circunstancias tan complicadas de resolver como las lesiones de larga duración, ya sea en verano, como la de Silva, o durante el curso, como la de Aihen. Hay también otro elemento que habla de ese nivel de autoexigencia que se ha instalado en el club, y es que no hay más que ver los clubes de procedencia de los jugadores que llegan a Donostia. Ya no sorprende conseguir cesiones del Arsenal; como la de Tierney, negociaciones de tú a tú con el Real Madrid, la que permitió el regreso de Odriozola; o encontrar soluciones en equipos como el Atlético de Madrid, con Javi Galán. Esto habla del proyecto, y es la misma razón por la que los cracks deciden quedarse en la Real, empezando por la renovación de Kubo conseguida por el club entre cantos de sirena del exterior.
¿Pero cómo medir la labor de un directivo deportivo cuando los fichajes veraniegos no han aportado lo que se esperaba de ellos? Ese es el gran punto de conflicto, y hay poca discusión al respecto, empezando por el hecho de que los ecos del fichaje más caro de la historia del club, el de Sadiq, han afectado directamente a esta temporada por la grave lesión que sufrió el nigeriano en su segundo partido con la camiseta txuri urdin. Y volvemos así al punto inicial. ¿Afrontó la Real esta temporada de Champions con mejor o peor plantilla? Vemos los movimientos que se fraguaron en el despacho de Olabe.
La Real tuvo que decir adiós a David Silva, no consiguió (o no quiso) recuperar a Sorloth, Illarramendi se buscó la vida en las Américas, dio salidas como cedidos a Rico, Sola, Navarro, nuevamente Roberto López y Karrikaburu, y permitió las bajas por muy poco dinero de Gorosabel y Guevara. A cambio, llegaron tres laterales para compensar la posición peor defendida la pasada temporada, dos veteranos, Traoré y Tierney, este cedido, y un canterano recuperado cuyo nivel era una incógnita por años sin jugar, Odriozola; el joven Zakharyan vino para apuntalar el centro del campo; y en la delantera se trajo, también cedido, a Silva, que llegó lesionado. El resto de plazas las debían cubrir jugadores del Sanse incorporados al primer equipo: Olasagasti y Urko González de Zárate.
La idea era evidente, una plantilla en la que todos los jugadores pudieran tener un protagonismo activo. Pero si nos fijamos en las incorporaciones, por supuesto con muchos matices, solo Traoré parece haber cumplido con las expectativas. Al margen de valoraciones más o menos subjetivas, hay un dato evidente: sólo el lateral de Malí está entre los once jugadores a los que más minutos ha dado Imanol a lo largo de la temporada. Para ser justos en este sentido, Zhakaryan es el duodécimo, aunque no se colaría en el once ideal si nos atenemos al esquema más habitual del equipo de Imanol. Y en cuanto a goles, a Silva le han adelantado cinco futbolistas, ha marcado los mismos tantos que el mediocentro defensivo del equipo, Zubimendi, y solo cinco de los 63 goles marcados por la Real en las distintas competiciones y cinco de las 47 asistencias han llevado la firma de una de las incorporaciones.
Las expectativas, por tanto, no se cubrieron, eso parece evidente, pero las razones son distintas. Las lesiones han sacado a Silva u Odriozola del equipo durante demasiado tiempo, y en el caso del delantero ha dejado dudas incluso sobre el césped. Zakharyan tardó meses en aclimatarse y empezar a mostrar su calidad, algo que en todo caso hemos visto con cuentagotas. Y los dos laterales extranjeros han sufrido muchos altibajos que les han impedido tener la regularidad que se espera de ellos, por su ausencia para jugar la Copa África en el caso de Traoré y por cuestiones físicas en el de Tierney.Todo lo discutible que es la gestión de los fichajes veraniegos, se diluye en los movimientos del mercado de invierno. Momo Cho decidió marcharse, tampoco quedaron muy claras las razones, y Olabe acertó en el cambio, porque Sheraldo Becker ha sido uno de los mejores del tramo final de temporada y ha dejado tres goles y dos asistencias sin llegar a los 1.000 minutos de juego. Además de que su coste fue bastante reducido para lo que se mueve en el mercado. Y Javi Galán, que vino cedido, se tuvo que hacer cargo de una racha muy prolongada como el único lateral izquierdo disponible, jugándolo todo, y a buen nivel. Buenos, bonitos y baratos fueron los fichajes invernales, en clara contraposición a los veraniegos, que si bien no tuvieron demasiado coste tampoco dieron el rendimiento que se esperaba.
Olabe siempre tiene trabajo y siempre da la sensación de estar haciéndolo, acierte más o menos. La ventana de enero ha enderezado la gestión de la Dirección Deportiva, pero este año ha dejado dudas precisamente por la importancia que tenía acertar por el calendario al que había que hacer frente. Y por una confrontación con David Silva que no se ha entendido, de la que Olabe ha asumido la responsabilidad, y que retrasó el homenaje de Anoeta al futbolista hasta el final de la temporada. Con todo esto, Olabe está en una encrucijada. ¿Pero cuándo no...?
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