Illarramendi no pudo celebrar su regreso con victoria. |
No parecía probable que Moyes fuera a introducir muchos cambios en el once inicial, y así fue. Illarramendi, como ya se podía intuir, entró en el equipo por Markel, y Aritz sustituyendo al indispuesto Zaldua. Los demás, los mismos que jugaron en La Coruña. Y el resultado, bastante parecido, un encuentro que dejó sensaciones casi de pretemporada, no sólo por el lento ritmo de juego que sólo rompía para bien un Illarra que parecía no haber estado dos años sin vestir la camiseta txuri urdin, sino también por una falta de precisión alarmante con el balón en los pies, algo que se vio especialmente en una colección de controles defectuosos por parte de Bruma y en que casi todos los balones al área se quedaron por el camino, siendo incapaces todos los jugadores realistas de colocar uno que fuera mínimamente rematable para Jonathas. Y el Sporting supo interpretar las dificultades de la Real, con lo que el peligro se repartió de forma más o menos igualada.
En el minuto tres, Illarra se coló entre Iñigo Martínez y Reyes para que Rulli le sacara el balón en corto y el juego de la Real empezará, por fin, desde abajo y por el centro. Abelardo debió verlo tan claramente como Anoeta, que descubrió así la posibilidad de ver una Real diferente, y entonces el técnico sportinguista intensificó y adelantó la presión de los suyos. Aún así, puede que en este partido el público realista haya visto más jugadas iniciadas desde la posición del mediocentro que en toda la temporada anterior. Eso fue el primer detalle esperanzador del partido, pero lo preocupante fue algo más intenso. Sobre todo porque la Real mantiene un problema fundamental, y es que no es capaz de generar ocasiones de peligro. Cuéllar no tuvo que intervenir en todo el partido, y las pocas opciones de los realistas a lo largo de los 90 minutos se marcharon fuera. Eso sí, fue el Sporting el equipo que más peligro generó al principio, aunque sin que Rulli tampoco tuviera que intervenir demasiado.
Así, en el minuto 8 Guerrero y Carmona buscaron un paso desde la banda izquierda del ataque sportinguista que sólo De la Bella podría haber cerrado. Afortunadamente para la Real, ese desajuste defensivo no tuvo consecuencias. Al filo del cuarto de hora, Jonathas bajó un balón dentro del área y a la media vuelta desaprovechó una buena opción de tiro. Pasada la media hora, Vela tuvo la más clara, un centro de Bruma desde la izquierda, un envío extraordinario, que remató a medias con el hombro y a medias con algo de miedo, cuando estaba completamente solo y Cuéllar sólo podía oponer una salida desesperada. Jonathas mantuvo una pelea titánica con los centrales del Sporting, pero casi nunca salió victorioso ni encontró balones que le dieran ventaja. Y la primera parte terminó con un disparo lejano de Guerrero que atrapó Rulli con seguridad.
Si el Sporting había plantado cara a la Real y le había metido algo de miedo en sus despliegues en ataque es porque los jugadores realistas más adelantados no colaboraron en ningún momento en tareas defensivas. Ni Elustondo ni De la Bella recibieron ayuda de Vela, Xabi Prieto o Bruma, y, de hecho, quien más se asomó por campo propio fue Jonathas. De esta manera, cada vez que la Real perdía un balón en ataque y el Sporting buscaba una contra, los laterales realistas vivían situaciones de uno contra uno. Afortunadamente sí funcionaron las ayudas de un Pardo gris y de un Illarra que acabó desfondado y al que le va a venir de fábula la semana sin Liga, y eso evitó problemas mayores. Pero en ataque el fútbol de la Real era, sigue siendo, de lo más previsible. Con un Prieto desaparecido, un Bruma acelerado y un Vela muy desacertado, los balones no llegaban a Jonathas. Y así, complicado que el partido no finalice con el 0-0 con el que empezó.
Efectivamente, en la segunda mitad tampoco se movió el marcador. Y eso que el arranque tras el descanso pareció prometedor. Bruma solventó las dudas que había generado con sus malos controles y su escasa valentía con un par de jugadas en las que sí se atisbó al jugador desquilibrante que se dice haber fichado. Eso sí, muy individualista casi siempre, pero animó el partido durante algunos minutos. Rulli respondió con seguridad a un disparo flojo de Sergio Álvarez, y a renglón seguido Prieto pidió penalti con la misma escasa convicción con la que jugó todo el encuentro. Para entonces, Sánchez Martínez ya se había convertido en cómplice de las pérdidas de tiempo del Sporting, que se conformaba claramente con el empate, y castigaba con mucha más severidad las faltas de la Real, llegando a amonestar a Illarra en la primera mitad, y después a Elustondo, De la Bella y, ya al final y de forma merecida a Markel. Pero no tuvo dudas en perdonar la segunda amarilla a Álvarez, al que Abelardo sustituyó para evitar males mayores, algo que se suele ver mucho en Anoeta.
Lo único en lo que mejoró la Real en la segunda mitad, aparte de ese entusiasmo de Bruma, fue en las jugadas a balón parado. En la primera mitad, la impotencia en estas acciones fue digna de mención. Resulta increíble que en una plantilla en la que se supone tanta calidad individual no haya un buen lanzador que provoque algo en esta suerte futbolística, y mucho más en partidos cerrados como este. En este terreno, quien más está decepcionando es Pardo, que podría estar sumando asistencias de esta forma y que al final lo único que hace es colgar balones como si tal cosa. Menos mal que en la segunda parte mejoró la cosa. La Real generó ahí sus dos ocasiones más claras, aunque ambas fueron bien anuladas por fuera de juego. Primero fue Xabi Prieto el que estuvo a punto de llegar a un buen envío de Pardo y después fue Reyes el que conectó un sensacional cabezazo que, en todo caso, había detenido con brillantez Cuellar. Poco después, Jonathas cabeceó arriba en el primer palo otro buen envío de Pardo, que en esos segundos 45 minutos se redimió ligeramente de lo que había mostrado en los primeros.
Que la impotencia iba a ser la nota predominante hasta el final quedó meridianamente claro cuando Vela, en una posición inmejorable para conectar una de sus roscas, envió el balón desviado, muy, muy desviado. Quizá tuvo que ser el mexicano el atacante que dejara el partido, porque obviamente está pagando la ausencia total de pretemporada que ha vuelto a vivir, y a pesar de su buena conexión con Jonathas en Riazor todavía necesito un rodaje mayor. Moyes vio a su equipo atascado, normal, y sus cambios miraron hacia la zona ofensiva. De forma simultánea, colocó en el campo a Chory Castro y Canales, los mismos a los que dio entrada en Riazor, retirando a un cada vez más desaparecido Prieto y a un Bruma que no parecía el peor de los once como para salir del partido. Los cambios no produjeron demasiado efecto en el juego, y las constantes fueron las mismas de ahí hasta el final. Tampoco cambió mucho el panorama que Markel tuviera que entrar por Illarra.
Con la inoperancia realista para generar fútbol, la desesperación de Jonathas fue en aumento y se jugó dos disparos absurdos desde la frontal, decisiones incomprensibles viendo las opciones que tenía a su alrededor. El ariete brasileño pagó su ímpetu en una jugada en la que el balón quedó suelto dentro del área de Cuéllar y él ya estaba en el suelo, sin posibilidad de alcanzarlo. El gol, en realidad, sólo pudo llegar con un impresionante zurdazo de De la Bella, ya en el descuento, que se marchó rozando la escuadra. El Sporting, por su parte, sí generó cierta inquietud en algunas jugadas, pero tuvo incluso menos ocasiones claras de gol que la Real. Con lo que se vio en Anoeta, no sorprende que ninguno de los dos equipos haya estrenado todavía su casillero. El equipo astuariano tuvo una última opción con la falta que le costó la amarilla a Markel, una jugada que Sánchez Martínez se arrepintió de haber colaborado a las pérdidas de tiempo del Sporting con un añadido sólo de tres minutos y dejó seguir hasta los cuatro, hasta que pasó la posibilidad de que marcara el equipo visitante.
Segundo partido, segundo 0-0 y segunda jornada de impotencia ofensiva. Pasan por la Real delanteros y extremos y no hay manera de que cambie la dinámica. Es obvio que Moyes ha hecho de la firmeza defensiva la base de su Real, y en ese sentido es una gran noticia la llegada de Reyes, que hoy culminó un gran partido junto a un todavía mejor Iñigo Martínez. Y como comienzo de un equipo eso es fantástico. Pero si la Real quiere aspirar a luchar por algo más que el trofeo Zamora para Rulli, tiene que pensar en encontrar soluciones a su inoperancia ofensiva cuanto antes. Porque el problema es de base. No es que la pelota no entre, es que los porteros de Deportivo y Sporting han sido los jugadores más tranquilos en los dos partidos disputados. Y eso, cuando se ha cambiado la mitad del cuarteto ofensivo y cuando otro de sus integrantes es la estrella del equipo, es algo que la Real no se puede permitir. El parón tiene que servir para que se asiente lo bueno y, de una vez por todos, se ponga remedio a lo que no funciona.
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