Zurutuza, lamentándose. No es para menos. |
La patética y deplorable actuación de la Real hace que el 1-2 final sea lógico, por mucho que los acontecimientos se precipitaran en el tramo final del encuentro. Por supuesto, no por el rival. El Getafe no tuvo que hacer gran cosa para ganar por primera vez en su historia en Anoeta, pero se marchó con los tres puntos porque salió a disputar el partido con su nivel, por bajo que pueda ser. Y la Real no quiso jugar al fútbol. Saber, sabe. Un equipo que le remonta un 0-2 al Real Madrid, ese que se pasea por los campos de la Liga con goleadas de los años 40, algo tiene que saber hacer. Pero por lo que sea no quiere. Y en eso tiene una parte sustancial el entrenador, por supuesto, pero probablemente no sólo la que normalmente se utiliza para criticarle, también de forma justificada. Aunque haya sistemas que le vengan mejor por jugadores y costumbres, esta Real está por encima de todo eso porque sus jugadores tienen calidad. Da igual el rombo, el 4-4-2, el 4-2-3-1, el esfuerzo de los laterales e incluso jugar con 9 o sin él. De cualquier manera, esta Real tendría que tener fútbol. Pero no hay motivación ni actitud. ¿Por qué? Eso es un misterio que sólo quienes estén en el vestuario sabrán responder, pero esa es la única realidad palpable.
No puede ser admisible que un equipo en el que aparecen en el once titular tres jugadores que no son titulares habituales y que tendrían que contribuir a que todos se comieran la hierba (Ansotegi, Yuri y Chory Castro), en el que figuran los pesos pesados del vestuario (todos los capitanes salvo Mikel González) o los dos fichajes más caros de su historia (Vela y Finnbogason), por citar sólo algunas de las características que reunió el once titular y sin señalar culpables individuales como tan fácil se suele hacer, se pasee como lo hizo en un partido que todos, desde el vestuario hasta la afición pasando por supuesto por la prensa, habían marcado como decisivo. El naufragio, especialmente en la primera mitad, fue épico. Esos primeros 45 minutos pueden haber sido, sin mucho margen a la discusión, los peores que ha jugado la Real desde que volvió a Primera División. Desde luego, está entre las tres peores primeras partes de estos algo más de cuatro años. ¿Por qué? Nuevamente ha de quedarse sin respuesta esa pregunta porque sólo los jugadores pueden responder a eso. Arrasate ya no puede. Sus futbolistas no le han dejado ya margen para hacerlo, y probablemente hayan dado el empujón definitivo para que la Real tenga que cambiar de entrenador, si no como resultado de esta derrota probablemente sí con la próxima. Porque jugando así habrá muchas más.
Roza lo patético lo que mostró la Real en esa primera mitad. Se puede hablar del disparo al palo de Chory Castro a la media hora o del lanzamiento que a continuación efectuó Zurutuza rozando la escuadra como ocasiones que pudieron significar el 1-0, ¿pero es admisible que un equipo en la situación de la del txuri urdin no sea capaz de disparar ni una sola vez entre los tres palos a un equipo como el Getafe? La respuesta es obvia y la desilusión inmensa. Pero es el resultado lógico de una zozobra tanto táctica como técnica. Lo segundo se explica con el error continuo de los jugadores en su posicionamiento, en pases fáciles o en soluciones que tendrían que ser ejecutadas casi con los ojos cerrados por jugadores de Primera División. Lo primero, en cambio, sí es la responsabilidad directa de Arrasate. Es evidente para cualquier que el equipo no saca el balón jugado por el centro. Markel no cuenta en esa labor y los rivales lo saben, y aún así es inamovible del equipo. La marca férrea siempre es para Zurutuza. Y si Zurutuza no carbura sólo quedan dos opciones: que se la juegue uno de los dos laterales o el balón largo. De esta manera, el juego de la Real queda reducido a la inspiración personal. Sobra decir que esa no ha aparecido hoy.
Pero eso es sólo la mitad del problema. La otra mitad es defensiva y lleva a entender que la Real haya encajado goles en todos los partidos ligueros que ha jugado esta temporada. A Iñigo Martínez le ha venido de maravilla el justificado debate sobre Elustondo, porque así está pasando más desapercibida su nefasta temporada. Desde que su nombre sonó para los grandes y llegó a debutar en la selección no es ni la sombra del defensa que tanto nos ilusionó a todos desde su irrupción en el primer equipo. Hoy, una muestra más. Pero el problema llega antes. No puede ser que el mediocentro defensivo sea siempre el centrocampista que menos balones roba, o que haya tantos errores de colocación en todo el entramado defensivo que no deberían necesitar siquiera de un entrenador para ser advertidos. En Primera División, no. Pero el caso es que el Getafe llegaba a la frontal del área con una facilidad terrorífica y por eso, aún sin plantearse siquiera un vendaval ofensivo para aprovechar la fragilidad de la Real, sumó un puñado de ocasiones claras. Y ahí apareció Zubikarai. Sigue teniendo sus defectos, pero sus reflejos bajo palos no forman parte de ellos. La parada que le hace a Sarabia nada más comenzar el partido es digna de elogio. En el resto de llegadas getafenses estuvo bastante seguro.
El descanso cambió ligeramente el panorama. Peor, desde luego, no se podía hacer. Pero ese cambio fue únicamente porque la actitud de la Real se modificó, aunque fuera levemente. El partido comenzó a jugarse cerca del área del Getafe. ¿La explicación? La diferencia de calidad que hay en uno y otro equipo. Sin más. Eso es lo que provoca correr un poquito más y mejor y tener una mínima ambición por ganar. Finnbogason dispuso de su única ocasión medianamente clara provocando la buena intervención de Guaita. Era el minuto 53 y este era el primer disparo de la Real entre los tres palos, hay que insistir en ello, en un partido a vida o muerte. En realidad, esa fue la única gran ocasión realista en este tramo del partido, antes de que los cambios sembraran cierto desconcierto. Arrasate decidió sustituir a Finnbogason para introducir a Canales y colocar a Vela en punta. Después introdujo a Hervías en lugar de Chory Castro. Ni el islandés ni el uruguayo estaban siendo de los peores en la Real. Y finalmente recuperó la idea inicial con un nueve puro sacando a Agirretxe por un Xabi Prieto desafortunadísimo que debió haber sido el primer cambio y que se marchó escuchando silbidos de la grada.
Lo cierto es que con el tercer cambio el equipo encontró una chispa de entusiasmo, además con nombre propio. Hervías es un jugador que lleva tiempo pidiendo a gritos más confianza en el primer equipo, aunque sólo sea porque puede aportar la ilusión que al parecer muchos de los mayores no saben cómo aportar. La primera muestra fue de esas que no son muy advertidas. En un córner a favor del Getafe, el único jugador que tuvo la ambición de salir corriendo para presionar a los jugadores visitantes fue él. Y no fue la única muestra de esa chispa. La mejor, obviamente, fue la del gol, su primer tanto en la élite. Ese tanto, además, fue producto de lo único que podía decantar el partido del lado de la Real, su calidad, aunque con unas gotas de esa ambición que no había tenido antes. Zaldua sacó con presteza de banda, a un Canales que rompía así el fuera de juego. Primer detalle de pillo, de esos que la Real ya no suele tener desde hace demasiado tiempo. Como no había jugada clara, Canales retrocedió. Pero ahí entra la calidad: un taconazo soberbio dejó solo a Vela en su carrera a la línea de fondo. Su pase de la muerte al segundo palo lo impulsó Hervías al fondo de la red no se sabe ni con qué parte de su cuerpo. Pero daba igual. Que el balón llegue ahí es tres cuartas partes de gol.
Y gol fue, para alborozo sobre todo del potrillo. Era el minuto 82. Por primera vez, la Real inauguraba el marcador en un partido, por primera vez no encajaba, por primera vez no tenía que remontar. Pero dio igual. Su actitud durante todo el partido fue tan deplorable que la derrota acabó llegando de una forma inimaginable, en ocho minutos o, en realidad, en apenas tres. Que el Getafe le marque dos goles en un intervalo de tres minutos para remontarle el partido es algo que, por sí solo, tendría que invitar a la reflexión. El primero es un disparo cruzado de Yoda desde la frontal, en una jugada en la que le da tiempo a intentar el tiro en dos ocasiones, y darse la vuelta en ambas sin oposición alguna. Si eso es defender una ventaja que tanto ha costado conseguir, que venga el dios del fútbol y lo vea. Pero es que la jugada del 1-2, en el último de los tres minutos de añadido y de nuevo con Yoda como finalizador, es sencillamente vergonzosa, con una defensa mal posicionada, mal basculada e incapaz de asemejarse a lo que uno espera de un equipo de Primera. Y ojo al nivel de Primera División si un equipo como la Real, que sólo ha sido capaz de sumar una victoria en nueve partidos, no está siquiera en puestos de descenso.
La Real de Jagoba Arrasate ha sido herida de muerte. Para muchos seguramente ya lo estaba. Otros, especialmente el mismo vestuario, se aferraba al techo de calidad que sí ha mostrado el equipo esta misma temporada, con un buen partido ante el Valencia, con la épica remontada ante el Real Madrid y buenas fases ante el Almería pese a la derrota, incluso la remontada en Vigo. Pero Arrasate no es el motivador que al parecer necesitan ya con urgencia estos acomodados jugadores. Los buenos y los no tan buenos, los de casa y los de fuera. La displicencia con la que se ejecutan las jugadas de estrategia, da igual que sean córners, faltas laterales o en la frontal del área, es digna de una bronca de carácter épico en el vestuario, una que no llega y que, probablemente, no pueda llegar. Y eso es sólo una pincelada de los profundos males que arrastra el equipo. Que sabe jugar mejor de lo que lo ha hecho hoy es una obviedad. Pero si ya ni siquiera es capaz de demostrar que puede levantarse tras los golpes más duros, algo que hasta ahora sí parecía tener, lo mejor será hacer borrón y cuenta nueva. Si hoy ante el Getafe el equipo hubiera demostrado el coraje que mostró el Sanse en la víspera precisamente ante el filial del equipo madrileño, el resultado no habría sido de 1-2. Y si a la Real le fata garra, fe, espíritu o entrega, le falta casi todo.
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