miércoles, marzo 28, 2012

Que acabe de una vez esta maldita campaña

Hace ya algunos meses escribí que estaba empezando a dar la temporada por perdida. Eso no tenía que ver tanto con los resultados, porque entonces estábamos todavía a tiempo de conseguir metas importantes, sino con las sensaciones. Eso es lo que marca para mí el éxito de una temporada, mucho más que una salvación holgada, un éxito en forma de ascenso o clasificación europea o incluso un título. El año del subcampeonato fue maravilloso, pero yo casi lo di por amortizado con un partido que muchos ni siquiera recordarán, el empate a tres en Anoeta ante el Betis de la tercera jornada de Liga. ¡Qué forma de jugar al fútbol, que torrente de ocasiones y jugadas ofensivas, qué delicia de encuentro! Y no ganamos, no. Lo merecimos, pero faltó esa pizca de suerte necesaria (¡y que entrara el cabezazo de Llorente que se fue al larguero en el último minuto!). Pero ahí ya estaba satisfecho con el equipo, porque me había devuelto la ilusión.

La Real de este año está siendo lo contrario de aquella. Casi todo lo que acontece, merma mi ilusión y aumenta las ganas de que acabe de una vez esta maldita campaña 2011-2012, en la que los sinsabores son ya incontables. La polémica de Griezmann y el Atlético de Madrid, el fichaje y el rendimiento de Mariga, la situación de Pardo, los cinco defensas en los dos partidos ante el Real Madrid, el contrato de televisión que tenemos que reclamar en los juzgados, la incomparable debacle copera en Mallorca, ocupar el farolillo rojo, las ocho jornadas sin ganar, los cambios en el minuto 70 de Montanier, tener sustituto para el entrenador sin llegar a cesarle, las dos derrotas en los derbis, los continuos y nunca reclamados perjuicios arbitrales, la agresión a aficionados realistas en San Mamés, la desproporcionada e inaudita sanción a Illarramendi... y, por supuesto, la polémica por lo que aconteció en estos dos días de fiesta que Montanier dio al equipo tras caer en el Bernabéu.

Con la rueda de prensa conjunta de Mikel Aranburu y Montanier se ha demostrado que el tema tiene mucha más importancia de lo que se ha querido admitir. ¿Cuándo ha sido la última vez que capitán y entrenador tenían que comparecer juntos para dar explicaciones? Ni siquiera sé si eso ha sucedido alguna vez. Si ahora han aparecido, insisto, es porque lo sucedido no es tan normal como se quiere aparentar, en contra de los cientos de comentarios que han hecho los realistas en las redes sociales. Es verdad, y en eso estoy de acuerdo con Montanier, que si los jugadores tienen dos días libres pueden hacer lo que les venga en gana, siempre y cuando eso no vaya en contra del régimen interno del club ni perjudique su posterior rendimiento en entrenamientos o partidos. Montanier dijo que el martes entrenaron todos bien y no voy a dudar de su palabra, así que por ese lado reconozco que me da igual que estuvieran en una discoteca, en el partido del Rayo, con la familia de picnic o encerrados en el hotel. Sí, dos días libres son dos días libres, por mucho que a los aficionados nos pueda parecer una insensibilidad por parte de los jugadores que tantas ganas de fiesta tienen tras una derrota que a nosotros nos duele.

Lo que no entiendo es la gestión del entrenador en torno a esos dos días libres. Lo más importante está en aquello de las sensaciones que decía al principio. No hay que ser muy inteligente para asumir que se iba a armar una buena si la gente se enteraba de que varios jugadores de la Real estaban de juerga tras perder 5-1 en el Bernabéu el tercer partido consecutivo. Ha trascendido y, efectivamente, el asunto ha mosqueado mucho a la afición realista, esa a la que todos los estamentos del club tendrían que cuidar con mimo porque sigue siendo su mejor activo. Un deportista de élite tiene muchos privilegios, pero también algunos inconvenientes. Uno de ellos es que, a pesar de ser jóvenes, ricos y famosos, sus noches de juerga están limitadas. Otro, que su comportamiento es un activo del club. Lo que hacen ellos perjudica o beneficia al equipo en el que juegan. Y que una decena de jugadores de la Real estén de juerga con permiso del entrenador tras perder 5-1 deja a la Real en un lugar bastante triste. No se habla de "los jugadores". Se habla de "los jugadores de la Real".

Dicen que el presidente Aperribay estaba muy molesto con el tema. Si es así, creo que hubiera sido aconsejable que él también hubiera explicado qué piensa el club de todo esto. Lo que es evidente es que demuestra una alarmante falta de comunicación, entre otras cosas porque Aperribay estuvo en Madrid con el equipo. Que sea responsabilidad del entrenador gestionar el programa de entrenamientos me parece bien. Que en un club como la Real eso parezca un secreto para con el club, no. No olvidemos que el club fletó un vuelo charter para regresar desde Madrid el mismo sábado por la noche. Eso cuesta dinero. Que sea mucho o poco dinero no importa. Si no se va a utilizar, se pueden plantear otras alternativas. Seguimos siendo un club con una economía de guerra y a mí me disgusta dilapidar el dinero en cuestiones inútiles, sea en un vuelo charter para diez personas o en el sueldo de un jugador como Mariga. Si el cuerpo técnico ya conocía antes del partido del Bernabéu ese plan, y hay que asumir que sí, ¿por qué no lo comunicó al club?

Con todo, y asumiendo que la celebración en estas circunstancias me molesta como al que más, lo que me parece inconcebible es la actitud de Montanier en la ya famosa rueda de prensa para explicar este asunto. Su enfrentamiento directo con un periodista que le hizo una pregunta de forma respetuosa me parece gravísimo, mucho más que todo este asunto de la juerga en una discoteca madrileña. Si tanto he criticado a entrenadores como Mourinho, que tratan a los profesionales de la información como despojos que tienen que estar a su servicio, no puedo más que censurar al técnico de la Real, que decide cuestionar con muy malas formas el trabajo de un informador sólo porque lo que le dice no le interesa, no le conviene o no quiere creerle. Eso es problema de Montanier, que dejó una imagen lamentable. Como decía antes, lo que Montanier hace lo hace ahora mismo en nombre de la Real. Y por ese motivo la Real tendría que exigirle mucho más. Que aprenda de Aranburu. Creo que la rueda de prensa era un marrón para él, pero mantuvo el tipo. Incluso tuvo que hablar por iniciativa propia después de la andadana de Montanier para tratar de rebajar los ánimos.

Ayer pensaba que con esto igual Montanier, al que no veo capaz de sacar el rendimiento que podría dar la plantilla que tiene, había perdido todo el crédito que le quedaba. Ni aún así me siento satisfecho con todo lo que está pasando en torno a la Real esta temporada, porque para mí este escudo y esta camiseta están por encima de todo. Y son ya demasiados momentos de desilusión como para que me puedan satisfacer las explicaciones que escucho. Ojalá ganemos tres partidos cuanto antes y podamos dar por cerrada esta temporada. Ojalá. Pero visto lo visto en el terreno de juego, añadido a polémicas como ésta, yo tampoco apuesto mucho por ello. Muchos dan por sentado que al Rayo se le gana sí o sí y yo no lo veo tan claro. Me acuerdo todavía de la primera vuelta y de aquellos ocho partidos sin vencer. Y nada de lo que me llega me invita a confiar en este entrenador o en que sepa cómo hacernos llegar a esa salvación tan tranquila que ya parece ser el único progreso posible para la Real esta campaña.

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