lunes, octubre 13, 2008

REAL SOCIEDAD 0 - XEREZ 0 El problema está en el centro

No rompió la Real la mala racha, pero el partido ante el Xerez puede acabar siendo muy útil en el camino de este equipo. Y es que sirvió para algo fundamental: encontrar cuál era el problema de la Real con claridad. Ese problema está en el centro del campo y se llama lentitud. La portería está fuera de toda duda, pues sigue siendo lo mejor que tiene el equipo txuri urdin, sea Bravo o Zubikarai quien la defiende. La defensa muestra una gran solvencia (mayor cuanto mejor es el estado de forma de su mejor integrante, Mikel González; muy buen partido el suyo ante el Xerez). Y el ataque, aunque haya días sin acierto como el del sábado, genera ocasiones de peligro (salvo en los accidentes de Sevilla y Vigo) y enseña buenas cosas, aunque falte cierta regularidad. El problema, pues, está en el centro del campo.

Señalar el problema no significa dar con la solución, algo que está en manos de Lillo y de los jugadores, claro. Pero ni siquiera permita hallar la causa. Porque ahora es fácil acordarse de que las dos ausencias prolongadas por lesión que sufre este equipo, las de Elustondo y Prieto, están precisamente en el centro del campo que tantos quebraderos de cabeza nos está dando y que tan esencial es para el tipo de fútbol que propugna Lillo. Pero, además de recordar las críticas que han tenido que escuchar en el pasado no tan lejano ambos jugadores, me sigo resistiendo a creer que el problema está en la ausencia de estos dos hombres. Elustondo, hasta esta temporada en la que tan poco ha jugado todavía, no se había erigido en ese jugador que pudiera llevar el timón del centro del campo y Prieto, al margen de su indudable y magnífica calidad, se había destacado últimamente más por su intermitencia que por su capacidad resolutiva. ¿Faltan los dos y se desmorona la Real? No lo creo.

Pero lo cierto es que la cosa no termina de funcionar, y la poca ambición que tuvo el Xerez para llevarse este partido, la suave presión en el centro y la escasa exigencia que imprió al encuentro, permitieron que se viera dónde están los problemas. Hace una semana lamenté que la Real no robara balones teniendo a Diego Rivas como pivote. Es una forma de vida con la que hay que cumplir si se tiene a este jugador. Con Markel Bergara se apuesta a priori por un fútbol muy diferente. Y es impensable no tener una buena salida del balón si se cuenta con el canterano. En Sevilla no se robaron balones y en Anoeta ante el Xerez la salida no fue nada fluída. Fallaron los dos modelos cuando se apostó por cada uno de ellos. Y si lo de Rivas es difícil de entender, lo de Markel (al que la prensa dio buena nota tras el partido, la grada parece que no tanto; yo, desde luego, creo que debe dar más de sí) es aún más imperdonable. La Real puede jugar bien al fútbol, pero no lo hace salvo a ráfagas.
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No es, evidentemente, un problema individual de quien ocupe la posición de pivote, primero porque los rivales y sus características van cambiando, al igual que los sistemas que Lillo dispone sobre el campo, y segundo porque la apuesta es por un equipo y una forma de ser. Pero es que, ante el Xerez, ninguno de los mediocampistas dio el nivel deseado. Aranburu parece ser el que más añora a Elustondo, pues con él parecía haber recuperado el fútbol que tiene y no termina de enseñar con regularidad. Sergio sigue algo perdido en el campo, a pesar de los dos goles que lleva en su cuenta. Y los extremos se ven solos en su batalla (lo que no termina de encajar teniendo dos laterales tan ofensivos como Castillo y Carlos Martínez) y no suelen encontrar rematador a sus escarceos por banda. Ni Sergio ni Aranburu mostraron la llegada al área que tienen, algo imprescindible si Díaz de Cerio batalla en solitario en la punta de ataque. ¿Miedo a volver a perder? Si era eso, hay que desterrarlo. Empate a empate no se sube a Primera.

Pese a todo lo anterior, la Real mereció ganar el partido del sábado. El Xerez no hizo demasiado por llevarse los tres puntos (contó, eso sí, con la ocasión final) a pesar de que tuvo una vida plácida en el centro del campo y pudo mover el balón a sus anchas sin la necesaria presión realista. La Real, en cambio, sí tuvo ocasiones claras para ganar. No fue un vendaval, ni mucho menos, pero contabilizó media docena de llegadas muy peligrosas y convirtió al portero del Xerez, que nadie pase por alto este detalle, en el mejor jugador del partido, sobre todo con la espléndida parada que le hizo a Estrada en la primera parte. Necati tuvo la primera gran oportunidad para estrenador como goleador con la camiseta txuri urdin (se le sigue viendo algo pasado de forma, pero tiene buenos movimientos y buenas ideas; yo confío bastante en él cuando tenga ritmo para aguantar cuatro partidos completos de forma consecutiva), pero toda la potencia que imprimió al disparo se comió la necesaria colocación.
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La mejora con respecto a Sevilla y Vigo fue evidente, pero la sequia goleadora (cuatro partidos casi completos sin anotar, desde el gol en el segundo 13 frente al Alavés; la Real no gana desde que De Cerio marcó su último tanto, ante el Murcia) impidió el necesario triunfo. Lillo quiere quedarse con las cosas positivas, y no sólo parece razonable, sino también loable. Lo destacable fue la seguridad y reflejos de Zubikarai, la raza inagotable de Carlos Martínez (que supera en todo menos experiencia a Gerardo y se ha ganado seguir en el once), la entusiasta salida al campo de Sio y las posibilidades de Necati son estos aspectos positivos que dejó el partido ante el Xerez, un encuentro bastante aburrido en líneas generales que nos dejó la decepción de no ganar. Pero también dejó dos buenas noticias: puntuar cuando no se puede vencer y una portería imbatida un partido más.

El diagnóstico es obvio. El problema está en el centro del campo y se llama lentitud. La Real no hace mal las cosas, o falla cuando toma las decisiones acertadas, pero lo hace a cámara lenta. Y así es muy difícil superar defensas, incluso las de Segunda División. El partido pedía velocidad. Necati no podía darla pero aportó mucho. Sio sí la dio. Carlos Martínez y Castillo pueden ser la clave para desatascar partidos así, pero no estuvieron acertados. Y si las cosas no salen salvo en la retaguardia, el 0-0 parece inamovible. Pero pesimismo el justo, que en octubre no sube nadie. El punto no es tan malo como pudo parecer el sábado a la salida de Anoeta, puesto que todo sigue a tiro. Tres puntos nos separan de la tercera plaza y cuatro del liderato. Hay que sumar, preferiblemente de tres en tres, y seguir pensando en lo mismo: el 21 de junio. Pero para recuperar la confianza que aparentemente se ha perdido, quizá sea éste el mejor momento de lograr la primera victoria fuera de casa. Girona espera.

1 comentario:

Unknown dijo...

No me acabó de gustar el partido el sábado, y tampoco hicimos suficiente para ser claros merecedores de los tres puntos.

Veo un problema táctico con las subidas de los laterales, y es que prácticamente nunca combinaban con Marcos o Estrada, con lo que sus subidas morían en un centro al área (mejor o peor). Se echaba de menos combinaciones para conseguir llegadas más francas hasta línea de fondo.

Me gustó el tiempo que estuvo en el campo Sio.