La actualidad es tan vertiginosa y tozuda que ver el alcance real e histórico e de los hechos que vivimos es una tarea ardua y complicada. Sin necesidad de atreverse a soltar un absoluto que, en realidad, es imposible de afirmar, sí podemos decir que la Real Sociedad ha vivido una de las pretemporadas más convulsas y llena de temas y debates en los medios de comunicación y en ese lugar de encuentro tan distinto y todavía incontrolado que son las redes sociales. El nuevo Anoeta, los fichajes que llegan y que no llegan, el equilibrio entre canteranos y foráneos, el patrocinador todavía ausente, la tardanza en las salidas, su nuevo entrenador y los métodos de trabajo y de juego que va a aplicar... Hemos tenido de todo. Pero si algo va a quedar en el recuerdo por su trascendencia es la situación de Mikel Oyarzabal tras el enésimo intento de caza por parte del depredador Athletic en el coto de Zubieta.
Oyarzabal ha renovado con la Real, y eso es una espléndida noticia porque es evidente el carácter de jugador franquicia que tiene desde que dio el salto al primer equipo. Y hay muchas maneras de analizar lo que ha sucedido en estos últimos días. No vamos a entrar en el comportamiento del Athletic, de las singularidades de su filosofía que se ocupen ellos. Lo que nos atañe, lo que nos importa es que Oyarzabal ha decidido quedarse en la Real. Y es una tentación del presente que probablemente corroborará la historia decir que una de las razones ha sido Xabi Prieto. El capitán (que nos perdone Illarramendi, nuevo portador del brazalete, pero todavía no es fácil acostumbrarse a decir el ex capitán) ha dado una lección bestial durante toda su carrera. Su despedida fue la guinda, la visualización para el mundo entero de su mensaje, pero es su carrera lo que importa.
Prieto, por si hace falta recordarlo, es un One Club Men en el que equipo de Primera que más One Club Men ha tenido. Es decir, él ha mamado siempre el cariño por los colores que vistió y la importancia de defenderlos. Él se empezó a hacer hueco en un equipo en el que estaban los integrantes de una plantilla subcampeona de Liga, se asume que no lo tuvo fácil. Supo entender el valor de heredar la posición en el campo de un jugador de tanta categoría como Valeri Karpin. Sufrió con sus colores no solo un descenso, sino dos intentos fallidos de ascenso. Renovó cuando la Real estaba en uno de los momentos más convulsos de la historia, en una situación económica insostenible y con el presidente más polémico que ha tenido. Rechazó ofertas importantes. Y se convirtió en un líder, con el 10 en la espalda y el brazalete de capitán en el brazo.
La foto escogida por Oyarzabal y la Real para anunciar su renovación no es casual, con el escudo y la efigie de su capitán. Xabi Prieto lo ha cambiado todo. Siempre habrá casos como el de Iñigo Martínez, de eso no hay duda. Pero Xabi Prieto ha conseguido que cualquier canterano crea que hay más grandeza en vestir para siempre la camiseta de tu equipo que en hacerte aún más millonario en un lugar que no está en tu corazón. Canteranos de la Real y de cualquier otro equipo, como ha demostrado Hugo Mallo con sus palabras de recuerdo al realista tras renovar con el Celta y rechazar los cantos de sirena económicos de la Premier a la que tantos jugadores de la Liga se han ido este verano. Oyarzabal, con su renovación, con su segunda negativa a los euros que engordan la cuenta bancaria del Athletic, sigue los pasos de Xabi Prieto. Y él mismo comienza a convertirse así en un modelo a seguir para quienes tienen el corazón txuri urdin.
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