Cuando el argentino Gerónimo Rulli debute con la Real se convertirá en el cuarto portero extranjero en vestir la camiseta txuri rurdin. Y eso es algo notable, si tenemos en cuenta que el primero llegó hace catorce años y que la portería ha sido el rincón más sagrado de su tradición de cantera, pues es probablemente el puesto en el que más y mejores futbolistas ha sido capaz de formar. Para comprender este aspecto ni siquiera es necesario recurrir al mayor mito de la historia realista, Luis Miguel Arconada, que defendió la portería del equipo en 551 partidos, más que ningún otro. También se puede recordar a Agustín Eizaguirre, su hijo Ignacio, Juan Bagur, José Araquistian, Jesús María Zubiarraín o José Ramón Esnaola. O aquella mítica coincidencia de hasta cinco arqueros guipuzcoanos formados en la Real en porterías de Primera División (Arconada en la Real, Artola en el Barcelona, Urruti en el Español, Esnaola en el Betis y Cendoya en el Almería).
Quizá en parte por esa alargada sombra de tantos mitos, el primer guardameta extranjero de la Real fue un sonoro fracaso. El sueco Mattias Asper llegó al club en el verano del año 2000 procedente del AIK Solna, siendo una petición expresa de Javier Clemente, a quien Alberto nunca le gustó demasiado (Bernd Krauss llegó a recriminar públicamente al de Barkaldo que no le llevara como tercer portero al Mundial de 1998 tras su espléndida temporada en la Real). Fue un fichaje ya polémico desde su origen. Asper, a pesar de su espigado aspecto, no llegó a destacar en nada en concreto, ni siquiera por alto. Su comienzo en la Real, con el 13 a la espalda y un poco habitual pantalón largo, fue catastrófico. Encajó 18 goles en las seis primeras jornadas, las que duró Clemente como entrenador, incluyendo el histórico 0-6 del Barcelona en Anoeta. Toschak le dio cuatro partidos más, hasta un total de diez como realista, cuando los resultados fueron adversos. En la siguiente temporada jugó cedido en el Besiktas hasta que fue traspasado al Malmö.
Asper salió de la Real precisamente por el fichaje del segundo guardameta extranjero de su historia, el holandés Sander Westerveld, que llegó a jugar 84 partidos. John Toshack le trajo en el mercado invernal de la temporada 2001-2002 y sus primeros meses fueron muy complicados porque no terminó de demostrar por qué había sido dos años titular en la portería del Liverpool, siendo clave en la consecución de tres títulos en el año 2001 (Supercopa, Copa de la Liga y Copa de la UEFA). Pero todo cambió en la 2002-2003. Westerveld hizo una temporada excepcional en la Real subcampeona de Liga. Ágil bajo palos y en los lanzamientos de penaltis, su altura le daba un enorme poder aéreo y se convirtió el primer jugador de campo con sus precisos pases al pie. Sólo las lesiones le apartaron de la portería realista con Raynald Denoueix en el banquillo, pero la llegada de José María Amorrortu coincidió con una apuesta por una generación de jóvenes canteranos que incluía al portero Asier Riesgo. Westerveld fue cedido al Mallorca en el mercado invernal de la temporada 2004-2005 y finalmente traspasado al Porsmouth para la siguiente campaña.
Como ya es sabido, el guardameta que cerraba hasta ahora esta lista de guardametas extranjeros es Claudio Bravo. El chileno, capitán de su selección y el realista que más partidos ha jugado en la Copa del Mundo superando precisamente a Arconada, es el segundo jugador foráneo que más partidos ha disputado en la Real, 237, sólo superado por los 286 de Darko Kovacevic, al que a ritmo normal habría superado en dos temporadas para inscribir su nombre en la historia realista con letras aún más doradas. Llegó en la temporada 2006-2007 procedente de Colo-Colo, fichado por José Mari Bakero como director deportivo y entrenador. Le hizo debutar en su último partido como técnico. Fue titular en la campaña del descenso y suplente de Asier Riesgo en el primer año en Segunda. Desde entonces se convirtió en induscutible tanto para Juanma Lillo como para Martín Lasarte. Paradas imposibles, mucha seguridad por alto y un formidable juego con el pie son sus mejores virtudes. Las faltas directas, su mayor calvario. Y al hilo de este punto sigue siendo asombroso que él fuera el último jugador de la Real en anotar de libre directo, en 2010.
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