La muerte de un personaje querido siempre hace que el día en el que nos enteramos sea horrible. Hoy el nombre que ha saltado a los titulares es el de Michael Robinson. Llevaba tiempo enfermo y con un pronóstico desalentador desde el primer momento, pero eso no elimina tristeza al hecho de conocer su fallecimiento. Michael Robinson, que no perdió nunca la sonrisa ni el buen humor, ni siquiera cuando peor debía encontrarse, no era de la Real, pero se ganó nuestra simpatía. Él fue quien nos dio la sorpresa de poner ante nosotros una maqueta de Atotxa para hablar de táctica en El día después una vez que nuestro viejo estadio pasó a mejor vida. ¿Quién no veía cada lunes el programa con una sonrisa y esperando ese momento? ¿Quién no soñaba que esa maqueta estuviera en su casa para poder jugar con ella como lo hacía el bueno de Michael?
Daba igual que la lengua española y él fueran auténticos e intrincados enemigos, y que en los más de treinta años que estuvo en España apenas cambiara su forma de hablar, como si fuera ya una característica más de un personaje de ficción. Pero no, Michael Robinson era de carne y hueso. Era alguien que no pasó por la Real, pero nos trató con cariño. Lo de la maqueta de Atotxa, algo que perdura en nuestro recuerdo, fue su mayor acierto, pero en Informe Robinson, de largo el mejor programa deportivo que ha tenido en las últimas décadas la televisión española porque es de los pocos que se toman en serio tanto el deporte como la forma de informar sobre él, también ha hablado de la Real y de los nuestros. Y siempre así, con cariño. En el programa que dedicó a Juanito, por ejemplo cuando tocó hablar del gol de Zamora y la Liga que le arrebatamos. O cuando hizo que Arconada repasara su momento de mayor gloria y caída internacional, la Eurocopa de 1984.
Así, con cariño, hizo el gol que nunca marcó en Atotxa. Porque, paradojas de la vida, este tipo tan inglés jamás jugó en nuestro entrañable y viejo estadio de estilo inglés. Llegó a Osasuna en la temporada 1986-1987 y en enero de 1989 dejó el equipo. Tuvo que abandonar la práctica del fútbol con solo 30 años por su maltrecha rodilla derecha. Por eso no jugó en San Sebastián el 6 de septiembre de 1987, dejando que Sammy Lee, al que él mismo convenció de que fichara por Osasuna, fuera el británico estrella del equipo rojillo en su presentación en Atotxa. Por eso tampoco estuvo el 8 de enero de 1989, perdiendo así la posibilidad de jugar en ninguno de los partidos que Osasuna jugó en Donostia en el tiempo que pasó en la Liga española.
Michael Robinson solo jugó dos veces contra la Real, y las dos fueron en Pamplona. La primera fue el 15 de marzo de 1987, ganó la Real por 1-3 en El Sadar. El gol osasunista lo marcó Rípodas. La segunda fue el 6 de febrero de 1988 y el equipo txuri urdin, esa Real imponente que fue subcampeona de Liga y Copa, se llevó el triunfo por 1-2. Michael no brilló aquel día porque Osasuna se vio obligado a jugar al contragolpe y eso dejó a su único delantero en uno de esos partidos ásperos y difíciles. El gol de Osasuna, de hecho, lo hizo Jon Andoni Goikoetxea, que jugaría la siguiente temporada en la Real cedido por el Fútbol Club Barcelona.
Hace pocos días decía John Aldridge que le encantaría ver un Liverpool - Real Sociedad en un futuro próximo. Seguro que el día que eso llegue más de uno recordará también a Michael Robinson, que seguro que también habría disfrutado mucho con ese choque. You'll Never Walk Alone, Michael.
1 comentario:
Buen articulo,siempre recordaremos al bueno de Michael,un crack dentro pero sobretodo fuera del terreno de juego,persona maravillosa siempre con una sonrisa en la boca,una grandisima perdida.DEP Michael te echaremos mucho de menos.
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