miércoles, agosto 22, 2012

El peligro de Montanier

Philippe Montanier viene siendo discutido desde que aterrizó en la Real. Desde que se convirtió, sin quererlo, en damnificado por las malas formas con las que el club cesó a Martín Lasarte hasta los gritos de "Montanier dimisión" que se escucharon la pasada temporada durante el partido contra el Betis. Con contrato en vigor tuvo que ser ratificado por el Consejo de Administración, eso dice mucho de la situación. Pero, ya pensando en esta su segunda temporada, Montanier contaba con una ventaja, y es que el equipo consiguió la salvación de forma holgada, mejorando lo que se hizo con Lasarte en el banquillo en la primera temporada tras el regreso a la élite. Se habló de borrón y cuenta nueva. De empezar de cero. De aprovechar el conocimiento de los errores cometidos y de la propia plantilla de la Real para que ésta fuera una temporada totalmente diferente a la primera en lo que se refiere a la confianza de los aficionados realistas en su entrenador.

El caso es que sólo ha pasado una jornada de Liga y el propio Montanier se ha ocupado de dilapidar los beneficios de esa situación y la buena voluntad de la afición. Y no tiene nada que ver con perder 5-1 en el Camp Nou o arrancar desde la última posición de la tabla. Eso es circunstancial, pero hay otras cosas que son mucho más definitorias. No es el francés un entrenador especialmente estimulante cuando toma la palabra. No se le recuerdan grandes discursos ni pasará a la historia por sus ruedas de prensa. Pero a veces deja frases molestas, de esas que pueden cabrear a jugadores y aficionados a partes iguales. Y eso es lo que ha hecho Montanier, no sé si inconscientemente o como parte de alguna estrategia que se me antoja ahora mismo ininteligible, cuando el pasado lunes dijo en Teledonosti que la mayoría de quienes piden que Rubén Pardo tenga un hueco en el once de la Real no le han visto jugar.

Antes de entrar en materia, retrocedamos unas semanas. Ya durante la pretemporada, Montanier hizo unas declaraciones que me gustaron muy poco. Dijo que en Anoeta había una mayoría silenciosa que estaba contenta con el equipo y con su trabajo. De esa forma, despreció las críticas que se escuchan entre los aficionados y ninguneó aquella protesta ante el Betis (que tuvo un tibio precedente en la primera vuelta, en Vallecas, cuando la Real llegó a ser colista de Primera; aquel día, no obstante, desde la grada que ocupaba la afición txuri urdin se cargó más contra la labor de Loren en la dirección deportiva que contra la de Montanier en el banquillo). Con esas palabras, Montanier evidenció que no le gustan las voces discrepantes. No las escucha. Nunca le han llevado a hacer autocrítica, porque eso es algo que todavía no ha demostrado en sus análisis posteriores a los encuentros o, ya puesto, a su primera temporada.

Volvamos a Pardo. El problema no está en la confianza que pueda tener el técnico en el chaval. Él es el entrenador, y si cree que no tiene que ponerle en el once, tendrá sus motivos. Yo no los entiendo, entre otras cosas porque no los ha explicado, y tengo derecho a decirlo, pero él manda. Como manda a la hora de defenestrar a Llorente o Ifrán. Puedo estar de acuerdo o no, pero la decisión es suya. Lo que no entiendo es que la defensa de sus decisiones sea siempre echar balones fuera. Que no le hemos visto jugar, dice. Todos pudimos verle antes incluso de que debutara con el primer equipo, comandando a la selección sub-19 que se proclamó campeona de Europa el pasado verano. Y todos le vimos en los pocos minutos que le dio en la Liga, en especial en el partido contra el Sevilla, en el que marcó su primer gol con el primer equipo. Le vimos, no lo soñamos. Y yo dije entonces que estaba seguro de no haber visto el mejor partido posible de Pardo, que tenía margen de mejora. Pero estuvo francamente bien. Por eso es delirante que el entrenador de la Real se escude en que no le hemos visto para argumentar una de sus decisiones.

Frases como ésta evidencian un individualismo por parte del técnico que pone en peligro la estrategia del club, que no comulga con lo que intentan impulsar Aperribay y Loren, y eso a largo plazo puede ser un problema mayor. No es compatible que el presidente trace comparaciones entre este equipo y el campeón de los años 80 para que después llegue el entrenador y diga que no entiende la euforia de la afición. No es lógico que la Real haga una apuesta de futuro por Pardo y rechace una oferta de 10 millones de euros del Real Madrid por un jugador que ni siquiera había debutado en Primera División para que luego llegue el técnico y diga que los que pedimos una oportunidad no le hemos visto jugar. Y no termina de ser normal que, al mismo tiempo que justifica así la ausencia de Pardo, diga que los centrocampistas de la Real en el Camp Nou hicieron un gran trabajo oscuro, porque todos vimos (y sufrimos) el partido y la goleada.

Lo cierto es que Montanier emite señales de no enterarse de lo que sucede en su equipo, y eso es lo preocupante. En la mismo entrevista, dijo también que no deja en el banquillo al goleador de la jornada anterior, que eso no ha sucedido nunca. Curioso. La Real marcó 46 goles en la Liga y diez autores de un tanto se quedaron fuera del once en la siguiente jornada. Le sucedió a Agirretxe tras golear a Barcelona, Mallorca, Zaragoza y Rayo; a Vela, tras marcar al Sevilla y al Levante; a Estrada tras anotar frente al Granada; a Ifrán después de su gol al Málaga; a Zurutuza y Elustondo tras participar en la goleada al Sporting; y al propio Pardo tras su único gol de la temporada ante el Sevilla. Diez de 46 parece un porcentaje demasiado amplio como para que el entrenador o sus ayudantes no lo noten. Para mí, eso es sólo una muestra de las muchas cosas que el técnico no ve. Y si no ve los problemas, no los puede solucionar. Ese es el peligro de Montanier.

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