sábado, junio 18, 2011

La Real femenina hizo historia... y hará más en el futuro

Soñar es importante en el mundo del fútbol. Y soñar con lo insospechado, aún más. Hace apenas siete años, alguien soñó con que una Real Sociedad en categoría femenina era necesaria. Y se puso en marcha, sobreviviendo hasta hoy a pesar de la precariedad económica que ha vivido y sigue viviendo el club. Hace algunos años menos, el sueño era ascender a la Superliga. Y se consiguió. Este año, el sueño fue entrar en Europa. Y no se consiguió pero después de empatar a puntos con el Athletic en la primera fase de la Superliga, ya falta poco para conseguirlo. Mientras tanto, el sueño fue la Copa de la Reina. La Real llegó hasta la final four de la competición. Le tocó en suerte como rival el Fútbol Club Barcelona. Y como el equipo blaugrana sólo había sido capaz de empatar los dos partidos de la temporada liguera contra el txuri urdin, el sueño era pasar a la final. No fue posible. El Barça ganó por 2-0. Pero los sueños siguen vivos, como mostraron las jugadoras con una actitud intachable bajo un calor muy intenso y sus aficionados, que dieron una lección de lo que es animar a un equipo en cualquier condición, ganando o perdiendo, en casa o a cientos de kilómetros, a los chicos o a las chicas.

Me tienen que perdonar nuestras chicas y los asiduos a sus partidos. Es la primera vez que acudía a uno de ellos (siguiendo esa máxima de que siempre intentaré estar donde la Real se juegue algo, y ayer había un título en disputa) y todavía no tengo sobre ellas el mismo conocimiento que de Bravo, Xabi Prieto, Griezmann o Aranburu. Todavía no sé cómo juega esta Real, cuáles son sus puntos fuertes, de qué jugadoras hay que estar pendiente (aunque, obviamente, las noticias sobre la internacionalidad de Marina Agoues ya hacen de ella una futbolista a seguir). A eso contribuímos todos, los que no prestamos a este equipo la atención que merece. Y cuando digo todos, hablo de la Real (que tendría que dar más protagonismo en su web a este conjunto) y de los medios de comunicación (¿por qué no se da más difusión a esta categoría futbolística? Al menos Teledeporte sí ofreció en directo los partidos de semifinales de esta Copa de la Reina), pero también me incluyo. En la distancia, no tengo un fácil seguimiento de los avatares de la Real femenina, pero me han conquistado. A partir de ahora, las citas en Madrid serán tan importante para mí como las del primer equipo. Allí estaré cuando jueguen. Y lo contaré en este pequeño rincón txuri urdin.

Fueron titulares Sokoa Azkarate, Ainara Herrero, Irene Paredes, Sandra Ramajo, Evelyn Santos, Maite Lizado, Larraitz Lucas, Aintzane Encinas, Maialen Zelaia, Marina Agoues, a Itziar Gastearena, y en la segunda parte entraron Ana Magaña, Idoia Agirre y Gurutze del Ama. Poco a poco iré aprendiendo los nombres futbolísticos, imposible no hacerlos con la gran afición que arrastran las chicas. E imposible no tener esa deferencia cuando ellas lo ponen todo en el campo. Absolutamente todo. Luchan desde el primer minuto hasta el último, y lo hacen desde unas condiciones precarias. El suyo no es un fútbol profesional. Tienen sus trabajos, sus estudios. Se ven obligadas a dejan el equipo cuando se marchan a estudiar de Erasmus. Tienen que acoplar sus calendarios de exámenes con los partidos. Le dedican horas al deporte aún después de sus jornadas laborales. Y no sólo las jugadoras, también el equipo técnico. Su esfuerzo por la camiseta que tanto queremos se merece un reconocimiento por parte de todos nosotros. Vaya, desde aquí, el mío. Sólo el primero. El año que viene ahí seguiré.

Porque, en el fondo, no me importa que ayer la Real perdiera. En absoluto. La historia de la Real no se escribe sólo con sus grandes triunfos. Pero, ojo, no perdamos de vista que el de ayer fue también un triunfo. Era la primera vez que la Real, en su todavía corta historia, jugaba esta fase final de la Copa de la Reina. Y plantó cara a todo un Barça. No fue un partido demasiado vistoso ni tuvo grandes ocasiones de gol, pero en la primera parte ese sueño de ganar y acceder a la final no estuvo tan lejano. En absoluto. La Real no llegó a tirar a puerta, y ahí estuvo su principal carencia en el partido, pero supo maniatar en los primeros 45 minutos el juego de toque del Barça. El balón se movió mucho por la franja central del terreno de juego, y apenas llegó a las áreas. A la Real le costó mucho, pero tuvo sus pequeñas opciones de adelantarse en el marcador, sobre todo a balón parado, momentos en los que el Barça sufrió. Atrás, la defensa realista y su centro del campo se bastaban, con mucha superioridad, para cortar todos los centros que las jugadoras blaugranas querían meter hacia las bandas. El partido parecía bastante controlado y el peor enemigo que tenían las nuestras era el calor.

Nadie es culpable de que haga calor y, sin duda, las altas temperaturas las sufren los dos equipos, pero fue evidente que a la Real le afectó más que al Barça. Esto se podría haber solucionado buscando otra hora para el partido, que se jugó a las 18.00 horas (la segunda semifinal, en la que el Espanyol venció al Atlético de Madrid por 1-0, se jugó a las 20.30). Pero la Federación cometió aquí un patinazo que hizo un flaco favor al espectáculo deportivo. En realidad, la organización fue desastrosa. No se permitió el acceso del público hasta quince minutos antes del partido, lo que impidió a los seguidores ver el calentamiento. A los responsables federativos ni siquiera les importó que hubiera niños pequeños aguantando el sol en la explanada de entrada. A los aficionados se les hizo tirar latas y tapones de botellas, cuando junto al campo había una máquina de refrescos que, obviamente, vendía latas y el bar del recinto no tenía orden ni preocupación alguna en quitar los tapones. Todo fue un absurdo. Como que la bandera de la Real le tuviera que traer el equipo, por lo que fue retirada nada más acabar su partido, dejando un solo mastil vacío. Suspenso para la Federación, que debería trabajar más para promocionar el fútbol femenino.

La segunda parte fue un ejercicio de impotencia para todos. La Real se vio pronto en desventaja (el 1-0 llegó en el minuto 51) y no se puede decir que el gol fuera una sopresa, pues el Barça se lanzó a por el partido desde el comienzo de la segunda mitad. El encuentro se acabó en el minuto 73, cuando llegó el 2-0, fruto de una falta directa. No fue, tampoco, una buena jornada para la árbitro, que entre otras perlas no dudó en amonestar a Maite Lizaso en el 92 por protestar, después de tener un buen rato fuera del terreno de juego a Irene Paredes. En el minuto 74, unos minutos antes de anotar el Barça su segundo tanto, se anuló un gol a la Real, por un claro fuera de juego. Ahí se le empezaron a escapar el tiempo y las ilusiones a las jugadoras realistas que, en todo caso, no dejaron de empujar hasta que la colegiada señaló el final. En realidad, en los minutos finales fue el Barcelona el que estuvo más cerca de marcar y pudo ampliar el marcador hasta en varias ocasiones, una de ellas desbaratada espectacularmente por Soko con una buena parada abajo. A pesar de los sangrantes cuatro minutos de descuento (que dilapidó casi en su totalidad la propia árbitro), no hubo mucho más que hacer. Sólo felicitar a los dos equipos. A la Real por su sincero esfuerzo, al Barcelona por el triunfo.

Además de ese esfuerzo de las chicas, los aficionados también lo pusieron todo de su parte. La gente de la Real es una gozada. Lo digo año tras año cuando analizo la temporada de la Real. Y lo tengo que decir también aquí. Porque la afición de la Real no se resume en las 25.000 personas que van a Anoeta cada quince días. No, claro que no. La afición de la Real escribe su historia en días como el de ayer. Cuando toca viajar para animar a quien porta la camiseta txuri urdin, cuando se va a eventos que para la mayoría de la gente no tendrían la menor importancia pero que para nosotros son vitales porque hay alguien defendiendo con su sudor (y ayer también con sus lágrimas) el escudo de la Real, cuando se anima todavía más en la derrota. Lo de ayer, probablemente, no entrará en los libros de historia, de la Historia con mayúsculas de la Real. No se recordará gesta deportiva alguna como el gol de Zamora, pero para los que estuvimos allí fue un momento especial. Por lo vivido durante el partido y por lo de después, cuando el equipo agradeció con creces nuestra presencia. Y no, es al revés. Somos nosotros los que tenemos que agradecer al equipo su dedicación.

Su dedicación y sus detalles para con la gente. Nada más recibir el trofeo que acredita a la Real como finalista de la Copa de la Reina, Larra se acercó a la grada, secundada por todo el equipo. No sé si los seguidores de todos los equipos pueden decir lo mismo, pero en la Real los éxitos siempre son de todos. Siempre. Y estas chicas lo expresaron desde el primer momento, ya desde que saltaron al campo con la mirada agradecida puesta en la grada, en las decenas de camisetas txuri urdin que la poblaron con entusiasmo. Allí, en el lateral del estadio (¿por qué demonios la Ciudad del Fútbol de la Federación Española de Fútbol tiene una pista de atletismo?), la Real ganó por goleada al Barcelona, pero también hubiera ganado al Atlético de Madrid, a pesar de que éste jugó en casa. Y las chicas lo agradecieron. Quizá no se den cuenta, pero elegir el fondo de la afición para su foto posando con el trofeo es un gesto formidable que nos tiene que llenar de orgullo. Porque, sí, todos fuimos parte en el éxito de estas chicas. Éxito, porque la derrota no empaña una trayectoria como la suya en esta temporada 2010-2011 y en los años precedentes.

Quien no esté familiarizado con el fútbol femenino o con este equipo probablemente piense que exagero con estos elogios. Pero quien estuvo allí sabe que no. Quien lo vivió, quien lleva tiempo viviendo el devenir de estas futbolistas, sabe que merece la pena ir a estos modestos campos de fútbol para ver este deporte y a este equipo. No hay enormes y modernas gradas llenas de gente. No hay medios de comunicación, ni portadas, ni minutos de informativos en televisión. Pero lo que tampoco hay es mucho del vicio que ya emponzoña el fútbol profesional. Aquí se juega por amor al deporte, por la camiseta y por la gente. Aquí se juega para ganar, sí, pero también para disfrutar. Y el disfrute se contagia a la grada con mucha facilidad. Allí no hay piques, no hay insultos. Hay una sana convivencia entre las aficiones y muchas ganas de que las jugadoras noten nuestra presencia. Quien me iba a decir a mí que iba a acabar haciendo más de 400 fotografías o que mi garganta se iba a resentir tanto después del primer partido de fútbol femenino que he visto. Y la culpa es de ellas. Porque, para nosotros, aquí está, éste es el equipo txapeldun. Y lo seguirá siendo.


(Ignacio, muchas gracias por tu insistencia y por tu ayer justamente premiado entusiasmo con este equipo)

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