La Real alcanzó las semifinales de Copa. Entender eso como un mal resultado es un juicio bastante injusto con el equipo. Cierto es que prolonga la frustración de la temporada 2023-24, donde también se alcanzó la última ronda eliminatoria, y eso hace que la afición haya rozado con los dedos vivir esa final con público que tanto merece una hinchada como la txuri urdin y que nos fue esquiva en 2020 y 2021, cuando se logró el título ante el Athletic. Las sensaciones, no obstante, no fueron las mismas, porque hace un año con el Mallorca como rival la expectativa de pasar era evidente y hasta lógica, mientras que con el Real Madrid nunca se puede plantear un triunfo como algo fácil.
Es indudable que la Copa ha cambiado para la Real en la era Imanol, pese a quien pese. Dos semifinales y una final en un plazo de seis años es algo que no solo no es frecuente en la historia del club. Quizá lo más parecido puedan ser las dos finales consecutivas de 1987 y 1988, aunque flanqueadas por eliminaciones anterior y posterior ante equipos de Segunda, Oviedo y Deportivo; o las dos semifinales consecutivas de las temporadas 1982-83 y 1983-84, aunque el precedente eran los octavos ante el Sevilla y la continuación esa misma ronda ante el Athletic. Imanol ha transformado la Copa del calvario que vivió el club desde 1993 hasta que alcanzó las semifinales con Jagoba Arrasate en la campaña 2013-14 en una oportunidad, casi una exigencia, de pelear por lo más alto.
Cierto es que el recorrido de esta temporada ha sido mucho más sufrido de lo necesario. En primera ronda no, porque se superó al Jove Español por un claro 0-5 que además se logró por la vía rápida, con cuatro goles antes del descanso y con un equipo inicial plagado de suplentes y con tres jugadores con número del filial, pero sí en la segunda, donde hizo falta una prórroga para superar al Conquense. Eso sí, la agonía no fue demasiado dura puesto que el gol de Brais Méndez que dio la clasificación con ese exiguo 0-1 se logró en el minuto 92. La Real disfrutó de una eliminatoria más ante un equipo de inferior categoría, en este caso la Ponferradina, a la que se ganó 0-2, sí, pero con dos goles, de Oyarzabal y de nuevo Brais, que llegaron en la segunda mitad.A partir de ahí, el equipo txuri urdin sí jugó una Copa notable. En octavos, a partido único, la Real superó con solvencia, buen juego y los goles que se esperaban, a un Rayo Vallecano que, no lo olvidemos, en Liga quedó por encima del equipo de Imanol. Oyarzabal marcó un gol de 9 tras pase de la muerte de Kubo para certificar la superioridad y Olasagasti, con un buen gol desde fuera del área y en el descuento, parecía alumbrar una eliminatoria sencilla. Pero el árbitro, Hernández Maeso, el mismo que no quiso señalar un claro empujón a Kubo dentro del área, sí quiso pitar el enésimo penaltito en contra de la Real, en este caso por infracción de Zubeldia. Trejo lo marcó y dio la emoción justa, hasta que Sergio Gómez selló la clasificación en el minuto 79, con una falta muy lejana que nadie acertó a rematar y que se coló directamente en la portería rayista, en la misma jugada en que los visitantes, además, se quedaron con diez jugadores por un claro plantillazo de Espino sobre Oyarzabal.
En cuartos de final, el rival fue Osasuna, y de nuevo sonrió la suerte en el sorteo, jugándose ese partido único otra vez en Anoeta. El partido se jugó pocos días después de que ambos equipos se vieran en El Sadar, y entonces ganó Osasuna por 2-1, pero en la Copa la historia fue bien distinta. La Real jugó una muy buena primera parte, que fue cuando sentenció la eliminatoria. Barrenetxea marcó uno de los mejores goles de la temporada tras una gran asistencia de Oyarzabal batallando en el área. Poco después, un error de Sergio que permitió a Marín robar el balón en la presión alta de la Real lo convirtió Brais, tras asistencia de Oyarzabal, en el 2-0 que acabó resultando definitivo. Aunque quedaban 60 minutos, la Real minimizó la capacidad de reacción de Osasuna, que quedó en poca cosa después de que Brais recibiera una salvaje patada en la espalda por parte de Catena que el árbitro, Melero López, dejó sorprendentemente en manos del VAR. La segunda parte fue un trámite para llegar a las semifinales.
Ahí es cuando se evidenció que, pese a la buena fortuna en sorteos anteriores, esta no era la edición de Copa más propia para llegar lejos. Los otros tres semifinales, Real Madrid, Barcelona y Atlético de Madrid. Y tocó el primero de ellos, jugando primero en Anoeta. Ahí es donde, en realidad, se fue la eliminatoria. Sucedió lo que peor le venía la Real, que el Real Madrid se adelantara, en el minuto 19 por medio de Endrick. Fue un duro golpe después de una buena salida del equipo. El gol pareció evitable, por el centro, por la defensa y por un Remiro que no encontró un balón nada esquinado. Aun así, en un mal partido, la Real tuvo opciones de empatar, convirtiendo a Lunin en el mejor jugador visitante. Sufrió el equipo en defensa con las contras del Real Madrid y Remiro también paró lo suyo, pero consiguió dejar la eliminatoria, al menos, con un solo gol de desventaja. En el último instante, un penalti a Kubo levemente revisado pudo haber cambiado las tornas.La vuelta fue un partido del que sentirse orgullosos, sí, a pesar de que también se haya usado esa sensación, manifestada por Imanol, como un motivo más de mofa. La Real estuvo muy cerca de hacer una gesta. Nadie daba un duro por la Real, y sin embargo se adelantó en el marcador con un gol de Barrene. Nadie creía en el equipo cuando el Real Madrid empató a la media hora y, sin embargo, en el minuto 80 tenía un 1-3 a su favor que daba el pase a la final. Nadie pensaba que los de Imanol se levantarían después de que el influjo del Santiago Bernabéu llevara al Real Madrid a empatar a tres en el minuto 86, y sin embargo Oyarzabal logró en el 93 el gol que mandaba la eliminatoria a la prórroga. Pero la Real, que siempre dio la impresión de estar haciendo un esfuerzo que estaba por encima de sus posibilidades en ese momento de la temporada, y las razones se habrán analizado de puertas hacia dentro, acabó sucumbiendo en la prórroga.
La Real cayó con honor en un escenario en el que ha sido goleada tantas veces y en el que un 4-4 no le valía para superar la ronda. Ahí se fue la eliminatoria. Ahí y, en la facilidad con la que el Real Madrid supo llevar al partido al empate a tres que provocó la heroica y tener que jugar media hora más sin gasolina en el depósito. Del honor no se come, cierto y nadie se acuerda de quien ni siquiera llega a la final, pero es indudable que la Copa en la Real de Imanol se ha encarado siempre con la intención de levantar el trofeo. Y no, no hay muchos precedentes de que este club jugara la Copa de esta manera. Veremos si el legado se mantiene.
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