viernes, julio 19, 2013

Cinco jugadores que tienen que dar un paso adelante

En pleno debate sobre la necesidad o no de hacer fichajes, y cuántos, y de la pérdida de potencial o no con respecto al equipo que materializó la clasificación para la previa de la Champions League, cabe recordar que no toda la plantilla alcanzó niveles sublimes la pasada temporada, bien por no haber dispuesto de los minutos para ello o bien porque so alcanzaron su tope futbolístico. Hay jugadores que están obligados a dar un paso adelante en esta campaña 2013-2014, y que se vayan a disputar al menos ocho partidos en el curso dará más oportunidades a todos. Estrada, Zurutuza o Ifrán bien podrían haber entrado en ese grupo, pero los cinco jugadores que tienen un mayor margen de mejora y posibilidades de conseguirlo son Cadamuro, José Ángel, Pardo, Elustondo y Ros. El hecho de que la Real anotase 70 goles en Liga hace que esa mejora sea más probable en algunos efectivos de la defensa y del centro del campo, las líneas que menos gustaba de tocar Philippe Montanier.

· Cadamuro
La pasada fue una temporada prácticamente en blanco para él por las lesiones. Apenas disputó 192 minutos repartidos en cuatro partidos, sólo dos de ellos como titular. Subió al primer equipo como defensa central y ha jugado prácticamente en todas las posiciones menos en esa. Montanier le hizo debutar sustituyendo a Xabi Prieto como extremo derecho en el segundo partido de su primera temporada, ante el Barcelona. Incluso ha pasado por el mediocentro en minutos finales de algún encuentro, pero el puesto en el que más le alineó en aquella primera campaña fue de lateral izquierdo, zona que alternó bastante con De la Bella. Sin apenas jugar con la Real se convirtió en un fijo en las convocatorias de las selección argelina. La lesión de Mikel González le da una oportunidad de oro para empezar la temporada jugando, aunque se disputará con Ansotegi esa plaza en el centro de la defensa junto a Iñigo Martínez. Si las lesiones no se lo impiden, es el momento de averiguar si tiene nivel para estar en el primer equipo de la Real.

· José Ángel
Ante esa alternancia entre De la Bella y Cadamuro en el lateral izquierdo durante la primera temporada de Montanier, y a pesar de que el catalán se salió en la pasada Liga, nadie podía imaginar que José Ángel jugaría tan poco en su primer año como realista. Montanier le concedió 420 minutos en trece partidos, sólo dos de ellos en el once inicial, con una media de 32 minutos por partido. Él fue el primer jugador sustituido por Montanier en el descanso de un encuentro sin mediar lesión, lo que sorprendió dada la habitual tardanza del francés en decidir los relevos, y no jugó como titular ni siquiera cuando De la Bella se perdió un partido por lesión. Casi siempre que jugó con el técnico francés, fue de extremo. Si ha decidido volver a la Real, cabe pensar que Loren y Jagoba Arrasate le han asegurado que, si está en forma, partirá con igualdad de oportunidades con respecto a De la Bella. Y si las rotaciones se convierten en norma en la exigente primera mitad de la temporada, seguro que José Ángel puede convertirse en un jugador importante. Él fue uno de los motivos de la ilusión despertada en la afición hace un año. Parte de cero.

· Pardo
El deseo de Illarramendi de no seguir en la Real le hace ostentar, con todo el derecho, el título de perla de la cantera en el primer equipo. El debate que se instaló la pasada temporada, quizá algo artificialmente, es si está verde o por el contrario preparado para asumir los galones en el equipo. Ya en su primera temporada, también la primera de Montanier, demostró estar más que capacitado para ser el timón de la Real. Que Montanier no quisiera nunca alinear a Illarra de 4 le cerró muchas puertas, pero la salida del ya madridista le pone en perfecta disposición para hacerse con un puesto en el once tipo de Jagoba, del que sólo cabe esperar que corrija la deficiencia de Montanier de no premiarle con las oportunidades que el jugador se ganó en el campo. Tiene calidad de sobra para convertirse en el mejor jugador del equipo. Lo que él tiene que poner de su parte es la superación de los nervios con los que jugó en la segunda mitad de la pasada temporada. Si se parece al jugador que deslumbró en el comienzo del crecimiento futbolístico de la Real, el de las victorias en Málaga y Valencia y la goleada en Anoeta al Rayo, el mando es suyo.

· Elustondo
Después de que la pasada temporada Markel ganara muchos adeptos, Elustondo se ha convertido sin duda en el jugador realista más discutido. Después de seis temporadas y media en el primer equipo, aún no ha explotado. ¿Se puede seguir esperando que lo haga? Para Montanier habría sido un jugador más importante si las lesiones no lo hubieran impedido (sólo ocho partidos y 442 minutos). No hay que olvidar que la pasada temporada arrancó como titular en Barcelona, en un trío de pivotes completado con Illarramendi y Markel, incluso forzando puesto que ya estaba lesionado. Y aunque no se recuerda demasiado, en la primera temporada de Montanier en el banquillo txuri urdin, la mejora del equipo tras caer al farolillo rojo en Vallecas, llegó con un doble pivote formado por Aranburu y Elustondo. Esa fue, en realidad, la segunda ocasión en la que Elustondo mostró brevemente que podía ser una pieza importante. La anterior fue con Juanma Lillo de entrenador, en Segunda, y quedó truncada por una grave lesión en el tobillo. Da la sensación de que Markel y Elus se disputarán el puesto de 4 en el once tipo. Y a pesar de haber renovado su contrato hasta 2015, da la impresión de que esta es la última oportunidad de Elustondo, un jugador que sólo en una temporada ha jugado más de 20 partidos.

· Ros
Javi Ros fue, junto con José Ángel, el más flagrante caso de los problemas de comunicación que protagonizaron la Dirección Deportiva y el entrenador. Loren decidió subirle al primer equipo, pero Montanier contó muy poco con él al principio y fue el señalado con más claridad tras la eliminación copera ante el Córdoba. Lillo le dio la alternativa en el primer equipo en la temporada 2008-2009, haciéndole debutar en Salamanca, y fue un agradecido soplo de aire fresco en un equipo que lo pasó mal en su ya entonces imposible lucha por el ascenso. Sin embargo, esos partidos no encontraron continuidad y no volvió a jugar con la Real ni en las dos temporadas de Martín Lasarte ni en la primera de Montanier. Parecía que el tren se le había escapado pero, como le había sucedido a Agirretxe años antes, pasó de un par de temporadas sin contar en los planes del primer equipo a dar el ansiado salto. En lo poco que jugó no demostró ni mucho menos estar tan por debajo de algunos de sus compañeros como para ser la sexta opción en el centro del campo. Es uno de los tres jugadores que acaba contrato en junio del año que viene, junto a Estrada y Ansotegi. Si no explota esta temporada, y tiene condiciones para aportar bastante al equipo, ya no tendrá más oportunidades.

viernes, julio 12, 2013

Y ahora sí, el juicio a la salida de Illarramendi

Illarra, en su despedida.
Se acabó. Asier Illarramendi ya no es jugador de la Real y ha puesto fin a una etapa inesperadamente breve. 56 partidos, 50 en Primera, uno en Segunda y cinco en Copa del Rey. Y ahora sí, ya con casi todos los elementos de juicio sobre la mesa y no en el maremagnum de rumores, intoxicaciones e invenciones de la última semana, toca evaluar todas las consecuencias y razones de este caso. Que son profundas. Lo primero que es evidente, pero quizá por eso conviene recalcarlo, es que Illarra deja la Real porque quiere hacerlo. Sin eso, nada de esto habría sucedido. Absolutamente nada. Y eso merece todo el respeto del mundo. Cada persona es dueña de sus decisiones y de sus ambiciones. En este caso concreto, es evidente que el Real Madrid ofrece más que la Real a nivel deportivo y a nivel económico, y si el jugador considera que su carrera profesional debe seguir ese camino, tenía en su contrato la forma de seguirlo: la cláusula de rescisión.

Pero eso no quiere decir que valore positivamente la decisión de Illarra o las formas en que ha llegado su adiós. No lo hago. Ni mucho menos. Y me explico. Se habla de ofertas irrechazables, de oportunidades únicas. Lo siento, pero no creo en esas expresiones. El último que habló en Zubieta de trenes que sólo pasan una vez en la vida fue Xabi Castillo y ahora está firmando por Las Palmas mientras la Real juega en un mes competiciones europeas. Puede ser un ejemplo exagerado, pero hay que valorar las cosas como son, y eso pasa por tener prioridades en la vida. Cada uno tiene las suyas. Y cualquiera de las dos respuestas posibles a una oferta es respetable, pero a todas se les puede decir que no. Muchos han dicho que no a ofertas. Puede que no tan cuantiosas económicamente como la que ha recibido Illarra, pero si él hubiera querido seguiría siendo jugador de la Real y ganando mucho dinero. Menos, pero mucho.

"Me gustaría estar muchos años aquí".
Illarra se ha equivocado en dos cosas. La primera, su renovación. La segunda, sus manifestaciones públicas. No seamos ingenuos. El Real Madrid ya preguntó por Asier Illarramendi en el verano posterior al regreso a Primera, sin haber debutado en la máxima categoría, y en un pack del que formaban parte Iñigo Martínez y Rubén Pardo. Sin ánimo de descalificar al ya jugador madridista, hay que ser muy ingenuo o muy tramposo como para pensar que esa llamada no se iba a repetir en algún momento, y más del impresionante ejercicio que hizo en la Real y con la clasificación final del equipo. En esa tesitura, no parece entonces muy elogiable negociar un contrato hasta 2018, el último que firmó con la Real, sabiendo que vas a aprovechar esa oferta "irrechazable" en cuanto llegue o proclamar a los cuatro vientos que sólo te ves con la camiseta de la Real, que quieres jugar aquí toda la vida, que ojalá Xabi Alonso vuelva para jugar con él y tantas otras cosas. No. Basta ya de engañar a la gente y de jugar con sus sentimientos.

De esta forma, la salida de Illarramendi daña la ilusión que mueve el fútbol, la del aficionado. ¿Cómo creer al próximo canterano que proclame amor eterno a la Real si un chaval de 23 años del que nadie se esperaba una salida así se ha marchado justo cuando arrancaba la temporada más ilusionante para el conjunto txuri urdin en una década? Xabi Prieto siempre habló de esa fidelidad y pasaron años antes de que alguien le creyera, entre rumores de precontratos con el Athletic y otras ofertas, pues el daño que hicieron salidas anteriores como la de Joseba Etxeberria estaba muy presente en el ánimo del aficionado. ¿Cómo ilusionarse con el próximo canterano que despunte si ni siquiera jugar la Champions League con la camiseta txuri urdin es capaz de disuadir a un jugador tan joven de la idea de que la oferta del Madrid es "irrechazable"? Y lo que es peor: ¿cómo explicar a un chaval que juega en la cantera de la Real que lo más ilusionante es vestir la camiseta txuri urdin?

A Illarra le ha faltado claridad para explicar a la gente, a la que ha sido su gente desde que su nombre comenzó a ilusionar desde las categorías inferiores de la Real. Porque o bien eran mentira sus fidelidades proclamadas al escudo (que las proclamó, aunque hoy insinuara que la prensa saca de contexto o malinterpreta sus palabras) o bien simplemente eran el mensaje que tocaba dar por propio interés y no por sentimiento. Las dos son opciones que entristecen. Cuando el Barcelona llamó a la puerta de Kodro, era evidente que iba a aceptar la oferta por los mismos motivos por los que Illarra aceptó la del Madrid. Pero, en una época en la que no había tantas posibilidades de comunicación, se encargó de dejar claro que la transacción tenía que ser positiva para la Real. Bravo, por citar un ejemplo más actual, jamás ha ocultado que una oferta de un grande le llevaría a intentar dejar la Real, y su honestidad ha sido siempre agradecida por la mayor parte de la afición. Con Illarra el bofetón ha sido inmenso, porque además es canterano. No es el primero que daña así la ilusión txuri urdin, a veces más respetada por quien viene de fuera.

Pero este asunto va mucho más allá. El fútbol está muriendo y lo único auténtico que le queda está en la gente. Recordémoslo la próxima vez que un futbolista manipule, con o sin razón, los sentimientos de un aficionado. Aperribay lo dijo en la rueda de prensa que sirvió para despedir a Illarra, estamos condenados a que los jugadores se vayan. Ya no bastan una economía saneada, la opción de estar cerca de los inalcanzables o el sentimiento de afecto a un equipo. Y por eso era tan importante que el Real Madrid no consiguiera rebajar el dinero fijado en la cláusula. Da un poco igual que se hayan negociado condiciones, eso no empaña en absoluto el acertado papel en esta historia de Aperribay (a quien, no obstante, habría venido bien salir a la palestra cuando arrancó este asunto, porque su tardanza ha motivado durísimos juicios de valor en su contra de los que no escapará fácilmente), porque lo que no se puede hacer ya es poner alfombras rojas.

Arconada sí dijo "no".
Aperribay dio la clave: para sacar rendimiento deportivo a un jugador joven, incluso si el destino irremediable es que acabe en otro lugar, es que las cláusulas sean mayores al comienzo de su carrera. No creo en eso, y lo digo abiertamente. Pero las ventajas económicas y de otros ámbitos que tienen equipos como el Madrid y el Barça obligan a estas soluciones. No creía en el derecho de retención, pero es lo que permitió que la Real fuera campeona de Liga, y no creo en las cláusulas de rescisión, pero es lo que nos hizo campeones de Copa. El futuro exige medidas adicionales, aunque no creamos en ellas. Todo eso y un compromiso de los grandes jugadores superior al que ha mostrado Illarramendi ahora (que, por cierto, ha firmado con el Madrid un año más de lo que firmó con la Real). Lo que no me ha gustado es la comprensión con su caso que mostraron tanto el presidente como el director deportivo, Loren, compareciendo junto a él ante la prensa. No lo hicieron con Montanier, que en absoluto es santo de mi devoción, pero hoy sí han estado allí. Ese mensaje es peligroso y puede pasar factura, sobre todo si el equipo no es capaz de encontrar soluciones a la ausencia de Illarra en el arranque de la temporada.

El fichaje de Illarramendi es un durísimo mensaje a quienes creen en la cantera. Cantera no significa criar a los jugadores para que se los lleven los grandes, aunque eso pueda suceder en algún caso. Cantera significa forjar un equipo con chavales a los que les has inculcado un sentimiento de pertenencia, un amor a una camiseta, un orgullo al vestirla. Si todo eso se esfuma a las primeras de cambio, por importante que sea la oferta que reciba, ¿qué tiene de especial el trabajo de cantera? A mí no me va a quitar la ilusión que alguien se vaya, se llame Illarramendi o se llame como se llame. Pero los efectos de su salida todavía se verán durante mucho tiempo. A lo que hay que encomendarse es a que no se sigan viendo este mismo verano, porque en caso contrario sí se podría convertir en un rejón de muerte a la ilusión de esta temporada y del futuro.

Una de las portadas de Marca.
Al Real Madrid no le reprocho absolutamente nada, pues dejando al margen esa absurda regla de no poder negociar con un jugador hasta seis meses antes del final de su contrato (vox populi es que no se respeta), su comportamiento ha sido lógico y hasta elogiable. Hay un jugador que mejora lo que tiene, joven y prometedor. Lo quiere e intenta ficharlo, convenciendo primero a sus agentes y después hablando con su club de pertenencia. La única responsabilidad que tiene el Madrid en la parte negativa de este asunto está en la inagotable cantera de voceros que tiene y, en el sentido que sea, consiente. Son ellos más que el club los que generan antimadridismo. Y además, hay que decirlo, con razón. La prepotencia con la que hablan de ellos mismos y el desdén con el que tratan a los demás merece el más absoluto desprecio de las aficiones que no contamos con su beneplácito y tendría que recibir una respuesta igual de quien sale beneficiado. Esa será la gran revolución que algún día tendrá que acometer un presidente del Real Madrid o del Barcelona, acabar con la despreciable caterva de voceros interesados que desdeñan a los demás desde su pedestal.

Illarra ya es pasado. Hay quien cree que no va a triunfar en el Madrid, pero yo no me encuentro entre ellos. Es muy bueno y, aunque nunca se sabe que nos deparará el futuro, estoy convencido de que va a triunfar con la camiseta blanca. Eso no me producirá ningún tipo de emoción, como sí me la causó por ejemplo, y no tengo problemas en reconocerlo, el éxito de Xabi Alonso vistiendo de rojo o de blanco. Porque mientras Xabi Alonso salió principalmente porque la Real necesitaba el dinero, Illarra se va sobre todo porque ha querido irse y sin completar la ilusionante obra que comenzó hace algo más de dos años. Y digan lo que digan quienes defiendan la operación, sin sentimiento no hay fútbol que merezca la pena. Illarra, aún con lágrimas en los ojos, ha aniquilado una parte importantísima de esa ilusión, y todo el mundo, especialmente quienes dicen que todos haríamos lo mismo en su situación (no, no lo haríamos) o de los colores que defiendan, tiene que entender la inmensa e irreparable decepción que sentimos los que vemos a la Real como algo más que un pasatiempo de fin de semana.

martes, julio 09, 2013

Un calendario sin demasiadas trampas evidentes

Parece imposible hablar de otra tema que no sea la posibilidad de que Illarramendi deje la Real, pero parece necesario hacerlo también. Ya tenemos calendario de Liga y es inevitable que, aunque sea durante un minuto, atendamos a los designios de la fortuna. Y eso que el azar en esta ocasión iba algo condicionado, porque el club ya había solicitado jugar el primer partido como local (será contra el Getafe y presumiblemente el sábado 17 de agosto para preparar la previa de Champions) para que en la segunda jornada el Athletic juegue en Anoeta porque las obras de su nuevo campo estarán inacabadas. De esa circunstancia, por cierto, se podría comentar lo molesto que es que se venga dando por sentada desde hace tanto tiempo y que las confirmaciones oficiales por parte de los dos clubes, Real y Athletic, hayan brillado por su ausencia.

Las bolas de la Federación han querido ser benevolentes, porque el morbo podría haber deparado un derbi en Anoeta con los bilbaínos como locales y sus gradas teñidas de rojiblanco. Pero el derbi en Anoeta será el regalo de Reyes y el del nuevo San Mamés Barria el último partido de la temporada que se jugará en el nuevo estado bilbaíno. Dejar que la temporada acabe lánguidamente en el caso de que ya no haya objetivos por los que luchar no será una opción esta temporada. Cabe pensar que la Real, que ya se dio el gustazo de ganar el último derbi en San Mamés, a buen seguro tendrá que luchar para hacer lo propio en el primer choque en el nuevo estadio.

Siempre me ha gustado empezar en casa y, mucho más, terminar de la misma manera, aunque en el recuerdo está la victoria en Riazor que nos llevó a la cuarta plaza. Me gusta también que los enfrentamientos contra los dos grandes e intocables no condiciones el comienzo ni el final de la temporada (sexta y vigésimoquinta jornadas contra el Barcelona y decimotercera y  trigésimosegunda contra el Real Madrid), aunque en realidad, cosas del destino, no nos fue tan mal la pasada temporada abriendo el campeonato contra el conjunto culé y cerrando el camino en Anoeta contra el madridista. Y me gusta mucho que en la segunda vuelta la Real tenga un partido más como local que como visitante. Menos alegría me produce que haya dos veces en la que la Real tendrá que jugar dos jornadas consecutivas lejos de Anoeta, en las jornadas octava y novena contra Rayo y Valencia, y para cerrar la primera vuelta y abrir la segunda contra Villarreal y Getafe.

El tramo que se antoja más complicado es el que arranca en la tercera jornada y acaba en la novena. En ese periodo, la Real tendrá que recibir a un Atlético de Madrid que lleva tres victorias consecutivas en Anoeta, visitar al Levante (cinco partidos, cinco derrotas), recibir a un Málaga no europeo y gran incógnita de la Liga, visitar el Camp Nou (donde no se puntúa desde el empate a uno de a temporada 1994-1995), recibir al Sevilla y visitar consecutivamente Vallecas y Mestalla, aunque la pasada temporada estos tres últimos partidos se saldaron con victoria txuri urdin. Además, la complejidad de esa fase se agudiza teniendo en cuenta que se disputa durante los meses de septiembre y octubre, que es precisamente cuando el equipo de Jagoba Arrasate se jugará su futuro en la competición europea que dispute. Y en caso de que la participación, sea en Champions o en Europa League, sea exitosa, hay que recordar que estos partidos coincidirían en la segunda vuelta con el retorno de las competiciones continentales. Ojo a esa fase.

Será precisamente la visita al Camp Nou el primer partido de la Liga que tendrá que jugarse entre semana. Las otras dos jornadas que tendrá que jugar la Real en martes, miércoles o jueves serán las que le enfrenten al Valladolid, en las jornadas undécima y trigésima. Y puestos a buscar fechas especiales, es posible que este año la Real vuelva a jugar en Anoeta en la víspera de San Sebastián, puesto que el 19 de enero cae en domingo, el rival es el Getafe y las competiciones europeas no regresarán hasta un mes más tarde. Eso sí, será imposible que alcance el mismo encanto y trascendencia que aquella memorable e histórica noche ante el Barcelona en ese día de 2013. Más allá de jugar la penúltima jornada de Liga en San Mamés, y teniendo en cuenta que es imposible aventurar quién será rival y por qué objetivo a esas alturas, no parece haber demasiadas trampas evidentes en este sorteo para la Real. Queda poco más de un mes para el arranque de la Liga. Y ya hay ganas, porque así también se irán algunos de los debates que han amargado en parte la felicidad con la que concluyó la pasada temporada.

miércoles, julio 03, 2013

"Este es vuestro equipo", segunda parte

La primera foto de la Real 2013-2014.
Hay una escena en la película Hoosiers que marcó profundamente mi percepción sobre cómo hay que sentir los colores de un equipo. En el filme, Gene Hackman interpreta a Norma Dale, un entrenador antaño de éxito que afronta una última oportunidad en el modesto equipo de una pequeña escuela superior de Indiana. En la presentación del equipo, la gente del pueblo acaba coreando el nombre de un chaval, el mejor jugador que había, que ha decidido no formar parte del equipo por el dolor que le causó la muerte del anterior entrenador. Dale coge el micrófono y defiende a los seis, sólo seis muchachos que forman parte del equipo. Defiende su compromiso y su entrega, recordando al público que son ellos, los que están, quienes les representarán durante la temporada. "Este es vuestro equipo", dice Dale a los aficionados, en medio de un atronador silencio.

Recordé esa escena para hablar de la Real en el verano de 2008, cuando nadie creía en el equipo o en la forma de jugar que quería implantar Lillo, cuando la corta plantilla que vestía la camiseta txuri urdin alarmó a tantos ante la escasez de refuerzos y cuando la precaria situación económica en la que estaba el club amenazaba incluso su supervivencia. Lo que no pensé entonces es que tendría que recordar de nuevo esa escena ahora, cuando tendría que reinar la felicidad. La Real culminó una brillante temporada hace poco más de mes. Un mes. Y en estas cinco semanas todo se ha recibido con una desmesurada desilusión. Colocar en el banquillo a Jagoba Arrasate parecía una claudicación miserable, no fichar a Muniesa era como dejar pasar a un Balón de Oro a precio de saldo, jugar un amistoso contra el equipo de reservas del Tottenham se vio como una humillación impropia de un equipo de Champions, y ahora la bola de nieve que se ha creado con Illarra es el torpedo que por lo visto va a acabar por hundir a la Real en la miseria.

Lo siento mucho, no voy a sumarme de ninguna de las maneras a esta corriente destructiva, desilusionante e irracional, a la que no encuentro explicación sólo unas semanas después de cerrar un año formidable y, por el momento, manteniendo a casi toda la plantilla que nos llevó hasta allí. Nuestro equipo es el que hoy ha arrancado en Zubieta, con el añadido de los jugadores internacionales que tienen una semana más de vacaciones. Nuestro equipo será siempre el que viste la camiseta txuri urdin. Y lo forman aquellos que quieren formar parte de él. No hay más. Siempre he defendido, y no creo ser el único, que lo esencial para jugar en la Real es querer hacerlo. Soñar con hacerlo. Dejarse la vida por hacerlo. Eso va por Martino, Muniesa, Verdú o tantos otros nombres que han salido en las últimas semanas como posibles fichajes realistas y que han preferido otro equipo. No lamento ni por un instante que no hayan fichado por la Real, sean bueno o malos, aporten o no aporten, sencillamente porque no han querido estar aquí.

La famosa portada de Marca.
De la misma forma que no defiendo el fichaje de quien prefiere otras cuestiones antes que defender la camiseta de la Real, nunca he sido partidario de cerrar las puertas a ningún jugador que quisiera marcharse. Puedo dudar de sus motivos, pensar que comete un error o perder el cariño que siento hacia él. ¿Pero cerrarle las puertas? Eso no. Si alguien no quiere estar en la Real, que salga. Lo que no creo que sea sano es plantearse situaciones hipotéticas de forma constante. Hace unos días había que calibrar qué hacer si De la Bella aceptaba una oferta de la Premier, hemos pasado meses dándole vueltas a la posibilidad de que el Arsenal repesque a Vela, pensando si el Barcelona va a querer a Iñigo Martínez en lugar de a Thiago Silva... y ahora todo este follón de Illarramendi, que ha multiplicado hasta el infinito el impacto de algo que no deja de ser un rumor de verano, por muy fundamentado que pueda estar.

Hay que asumir las cosas como vienen. Lo normal era que los grandes se fijaran en nuestros jugadores porque son muy buenos y han hecho una temporada excepcional. Lo normal es que quieran ficharlos y que entablen contacto, con el jugador o con la Real. El Real Madrid siempre tendrá aspiraciones deportivas más grandes que la Real, y eso no será un camino equivocado para los nuestros. Siempre podrá pagar más que nosotros (ojo, no son los únicos; en la temporada 2011-2012 el sueldo medio de la Real era el decimocuarto de Primera), y desde luego que eso jamás será responsabilidad de quien dirija a la Real. Y siempre habrá jugadores que, por mucha identificación que sientan hacia la Real, optarán algún día por marcharse. De la misma forma que las aspiraciones deportivas de la Real satisfarán a algunos jugadores de nivel internacional, los sueldos que se puede permitir la entidad serán suficiente para ellos y querrán quedarse para siempre y ser un One Club Man. Hasta el día de hoy, Illarra siempre se ha mostrado más cerca de lo segundo que de lo primero, así que mientras no diga lo contrario apuesto por mantener la calma.

Este es nuestro equipo. El que hoy hemos visto en Zubieta más los ausentes. Con su entrenador y con los jugadores que ya están y los que quieran estar, los que pueda traer un club que no cuenta con las ventajas económicas de otros. Nada de lo que ha sucedido en estas semanas ha laminado mi ilusión en lo más mínimo, porque nada se sale de lo que siempre ha querido ser la Real. No hay nada tan extraño o anormal, por mucho que ahora el altavoz de las redes sociales amplifique hasta el infinito el impacto que pueda tener un rumor, una noticia o incluso un hecho. A día de hoy, Illarra es txuri urdin y la Real alineará en la previa un equipo muy parecido al que nos llevó a la cuarta posición. No veo que haya que tirar ya por tierra lo que pensábamos hace un mes, que la temporada 2013-2014 sería ilusionante, con el anhelado regreso a Europa (ganando o perdiendo la previa), con una Liga en la que muchos equipos han perdido potencial y con una Copa que volverá a brindarnos una oportunidad de ser campeones.

lunes, julio 01, 2013

Gracias y suerte, Flaco

Su primer gol con la Real, ante el Numancia.
Joseba Llorente no ha conseguido ser lo que quería en la Real. Ya se puede afirmar sin ningún atisbo de duda o de ilusión por un regreso milagroso, pero con un enorme poso de tristeza. Y es que Joseba Llorente ya no es jugador de la Real y, por tanto, no podrá completar sus ilusiones ni seguir derrochando la ilusión que desprendía cada vez que se ponía la camiseta txuri urdin. Le quedaba un año de contrato, de los cuatro que firmó, que tendría que haber comenzado hoy, pero justo hoy el club ha comunicado la rescisión del acuerdo. El Flaco no ha tenido suerte en la Real más que en su debut en Anoeta. Era su segundo partido con la camiseta del primer equipo, después de haber jugado unos minutos en Zaragoza todavía con Krauss de entrenador. El rival, el Numancia. Diez contra diez y 1-1 en el marcador. Clemente le pone en el campo por de De Paula. Como se suele decir, fue llegar y besar el santo. Salió en el 73 y el 76 estaba volviéndose loco tras marcar el tanto de la victoria. La primera vez que mostró el trance txuri urdin que le provocaba la emoción del gol. La afición realista sólo llegó a disfrutar de esos momentos en ocho ocasiones más.

Viendo el peso que ha tenido Llorente en los anhelos realistas de los últimos años, casi sorprende que apenas marcara nueve goles en los 64 partidos que llegó a disputar. Mucho más que de esos 64 sólo 24 contaran con él en el once inicial. Al final, jugó exactamente el mismo número de encuentros con el primer equipo como en el Sanse, mala señal para cualquier canterano, y con el filial vio portería en 26 ocasiones. Con los potrillos marcaba cada 190 minutos, con los mayores cada 261. Cierto es que no tuvo suerte con los compañeros con los que le tocó compartir delantera cuando subió a la Real, Kovacevic, Nihat y De Paula, pero también que en aquella primera etapa, que se prolongó hasta el final de la temporada del subcampeonato, estuvo infrautilizado. La eterna canción del delantero canterano, que siempre parece tenerle un poco más difícil para encontrar su sitio en la Real. Agirretxe, que no tuvo la suerte de dar una victoria con su primer gol, puede dar fe de ello.

Tras marcar al Deportivo, en la 2010-2011.
Cuando regresó a la Real lo hizo como estrella. Era el fichaje ilusionante en el regreso a la Primera División. Fue caro para los parámetros económicos en los que se puede mover la Real, tres millones de euros, pero venía de un Villarreal de Champions y cumplió con lo que prometía: trajo ilusión. Y fútbol. Su primera vuelta fue extraordinaria, marcó cuatro goles en los 18 partidos que jugó, 15 de ellos como titular. Asistía, peleaba y se convirtió así en uno de los líderes de una Real que, efectivamente, ilusionaba y en su regreso a Primera bordeaba ya los puestos europeos. Pero apareció la maldita hernía que truncó por completo ese feliz regreso a la Real. El último encuentro que jugó fue en Getafe, donde la Real logró un rotundo 0-4. Llorente no marcó aquel día pero hizo un partidazo descomunal. Ese fue el adiós real de Llorente, del gran Llorente, del delantero que algunos siempre quisimos ver en el primer equipo y que sacaba sonrisas al verle triunfar en Eibar, Valladolid y Villarreal. Siempre un peldaño más alto que el anterior.

Aquel Llorente es el que tiene que permanecer en la retina. Después de la lesión, tristemente se fue haciendo evidente que él ya no estaba para competir a ese nivel (con una excepción, le sigo considerando muy responsable del 4-1 copero ante el Granada, el que permitió romper una racha de más de veinte años sin eliminar a un equipo de Primera) y que Montanier no le daba los minutos que la gente quería. Nunca se llegó a explicar correctamente lo que estaba sucediendo, y por eso la situación de Llorente se acabó convirtiendo en un problema. Aunque el inicio de su cesión a Osasuna fue esperanzador (gol al Barcelona incluido), poco a poco se pinchó esa burbuja. Y llegamos al punto en el que la rescisión del contrato es un acierto. Es una buena noticia para el jugador y para el club. Se habla mucho estos días de la posibilidad de que Llorente cuelgue las botas y deje el fútbol. Qué lástima que se vaya sin haber conseguido triunfar de verdad en la Real. Qué lástima. Muchas gracias por el sincero intento, Flaco. Y mucha suerte.